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La “parlamentarización” de la política le quita protagonismo al Gobierno Créditos: Agencia Uno.

La “parlamentarización” de la política le quita protagonismo al Gobierno

Rodrigo Córdova
Por : Rodrigo Córdova Periodista en El Mostrador
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En los últimos meses, los focos de la política están iluminando al Congreso. El Gobierno intentó conducir la agenda de seguridad, pero fue el Poder Legislativo el que finalmente terminó estableciendo las prioridades y condiciones. El académico Mauricio Morales explica: “Parlamentarismo de facto se aplica cuando el Presidente está debilitado y es el Congreso el que libra las principales batallas, generalmente con un predominio de la oposición”. Este fenómeno no es una novedad en el sistema político chileno y parece que, si no se resuelve, el problema de gobernabilidad afectará a cualquiera que ocupe La Moneda, sin importar su color político.


El anuncio del jueves de la semana pasada de los presidentes del Senado, Juan Antonio Coloma (UDI), y de la Cámara de Diputadas y Diputados, Vlado Mirosevic (PL), entregando el paquete de 31 medidas de seguridad que priorizarán en el Congreso, marcó un protagonismo del Poder Legislativo sobre el Ejecutivo en la agenda de seguridad. Es más, al día siguiente, viernes a última hora, se hizo otro punto de prensa anunciando lo mismo, pero con los presidentes del Parlamento junto a los titulares del Interior, Carolina Tohá, y de Justicia, Luis Cordero, en el edificio del ex Congreso en Santiago. Años antes, a esto se lo llamó “parlamentarismo de facto”, debido a que era el Parlamento el que dictaba el accionar de La Moneda.

El primer evento que dejó en ascuas al Gobierno y sin posibilidad de materializar su agenda en seguridad fue el retiro de los parlamentarios de la oposición de la mesa sobre dicha materia, a raíz de los indultos otorgados en diciembre pasado. Tuvo que transcurrir un buen tiempo, y que la clase política se viera enfrentada a niveles de criminalidad nunca antes vistos –como el asesinato de tres carabineros en el lapso de un mes– para retomar esa agenda. Paralelamente, los parlamentarios de Apruebo Dignidad criticaron al Ejecutivo por priorizar una agenda presentada por los congresistas de derecha, que terminó por aprobarse y promulgarse sin modificaciones importantes. 

Mauricio Morales, doctor y magíster en Ciencia Política de la Universidad Católica, explica el término que se ha acuñado en la prensa: “Parlamentarismo de facto es un neologismo que se aplica cuando el Presidente está debilitado y es el Congreso el que libra las principales batallas, generalmente con un predominio de la oposición. Más bien, lo llamaría presidencialismo débil con minoría legislativa”. 

Para el académico de la Universidad de Talca, en el panorama general se ve a un “Congreso que parece tener la última palabra, porque está frente a un Gobierno debilitado y sin iniciativa”.

Tributaria

Otro evento en que el Congreso marcó la pauta fue cuando se rechazó la reforma tributaria que pretendía financiar gran parte de la agenda gubernamental. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, intentó gestionar el impasse a través de los llamados “Diálogos Tributarios”, instancia que invitaba a la oposición para conversar sobre materia tributaria y así llegar a un acuerdo. Los líderes de Chile Vamos, Javier Macaya, Francisco Chahuán, Gloria Hutt, María José Hoffmann, Diego Schalper y Juan Carlos González, respondieron a la invitación con una carta en que invitaban al Presidente Gabriel Boric y al ministro Mario Marcel “a un diálogo integral, en el que resolvamos en un solo acuerdo políticamente vinculante distintas inseguridades de los chilenos”. 

La misiva solicitó abordar cuatro materias que no estuvieran basadas “en que el Gobierno unilateralmente selecciona los ámbitos de acuerdo y confrontación, pues ello lleva a una forma de relación abusiva e ineficiente”. Para evitar aquello, desde Chile Vamos pusieron en la mesa a La Moneda los plazos y materias a discutir: “Retirar el proyecto de RUF ingresado al Congreso, configurar una agenda de trabajo integral en materia de seguridad pública, retirar la urgencia al proyecto de Royalty Minero y conformar una mesa multidisciplinaria con el Gobierno y Chile Vamos”.

Según la coalición opositora, “no está en cuestión nuestra voluntad de diálogo, ni nuestra disposición a los acuerdos; por el contrario, nuestra actitud ha sido y es transitar por ese camino, sin ventajas pequeñas ni imposiciones”. 

Gloria Hutt, una de las firmantes y presidenta de Evópoli, señala que esta “invitación” que le hicieron al Gobierno es una respuesta a la forma en que el Ejecutivo ofrece sus propuestas: “Trata de transmitir la postura de ellos, pero no han abierto espacio de conversación. Y en la RUF, la propuesta que hacen, anula prácticamente todo el impacto de lo que se aprobó en la Ley Naín-Retamal. Entonces avanzamos y acto seguido retrocedemos”. La exministra y actual candidata a consejera constitucional cree que “hay un problema de gestión, eso es evidente”. 

“Aceptar parlamentarismo de facto”

Desde el oficialismo no creyeron mucho en las intenciones de la oposición. “La foto entregando la carta no ayuda al diálogo, no ayuda a la discusión y no ayuda a las soluciones”, dijo la presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, quien también apuntó a que estos debates tienen que llegar al Congreso Nacional, como “el lugar al que por antonomasia le corresponde”. 

Un factor que influye en esta escena es que el Gobierno se presenta a todas las discusiones con una bancada dividida. “Entonces, cuando hay disputas internas –dentro de la coalición– y externas –con la oposición–, el Ejecutivo deja de ser relevante y el poder se traspasa al Congreso”, explica Mauricio Morales. Otro factor que eclipsa el trabajo del Ejecutivo, sostiene el académico, es que en la misma coalición no hay liderazgos preponderantes, “mientras que en la oposición pasa lo contrario, pues lucen Carter, Matthei y Kast”. 

El cientista político cree que con un liderazgo fuerte “que supiera ordenar la coalición de Gobierno, el Ejecutivo tendría mayor poder, pero ese trabajo le corresponde al Presidente, que ahora marca solo un 30% de popularidad”.

Jaime Quintana, senador PPD, es un personaje que maneja bien el término. El 2020, días antes de dejar de presidir el Senado, le dijo al entonces Presidente Sebastián Piñera que “si quiere seguir gobernando, debe aceptar un parlamentarismo de facto”. 

Quintana le solicitó al otrora Mandatario pasar a segundo plano y que fuera el Congreso el que priorizara la agenda legislativa. Además, advirtió que Piñera no entendía la complejidad del problema social y que debía ser “más humilde”. 

Ahora, sin embargo, cree que no existe un parlamentarismo de facto. Incluso, piensa que el Gobierno del Presidente Gabriel Boric “está haciendo la pega”, en términos de las negociaciones que tiene que llevar a cabo. 

El académico de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, sostiene que “hoy día la política se hace fundamentalmente en el Congreso”. Asimismo, advierte que este es un fenómeno que se viene dando hace tiempo, desde los gobiernos de Bachelet y Piñera, donde quedó en evidencia que “no disponían de las mayorías necesarias para gobernar”. El problema radica, según el académico, en el fraccionamiento y atomización de la política en el Parlamento, “fenómeno que ha hecho complejo ese proceso de generar condiciones que hicieran viables decisiones y, de alguna manera, gobernar en forma adecuada”, añade. 

A juicio de Moreno, el escenario al que se enfrenta el sistema político es una “parlamentarización de la política. Es que el Parlamento ha ido adquiriendo, por la vía de la dificultad de generar condiciones de gobernabilidad, un rol muy gravitante”, puntualiza el académico. En referencia al anuncio del día jueves, en donde los presidentes de ambas cámaras del Congreso anunciaron las 31 medidas de seguridad sin contar con el Ejecutivo, Moreno puntualiza que “son los parlamentarios quienes le dijeron al Gobierno ‘esta es la agenda que queremos llevar adelante’. No obstante, el Ejecutivo es quien maneja la urgencia y puede tener control de la agenda”. 

Moreno coincide con Morales en que existen dificultades en el Gobierno. “No hay una cultura de coalición en el oficialismo, es decir, no logran ponerse de acuerdo ni procesar sus diferencias. Eso hace que el Ejecutivo no tenga control sobre sus parlamentarios”, explica. Moreno apunta que cada vez es más recurrente ver a los parlamentarios estableciendo las reglas del juego: “Prueba de ello es lo que hemos visto ahora a propósito de este conjunto de leyes, en que fueron los parlamentarios quienes le impusieron al Gobierno una agenda. No lo habíamos visto con esta fuerza”, recalca.

La solución para el académico de la U. Central está en resolver la atomización y fragmentación del sistema de partidos: “Va a ser muy difícil gobernar para un Gobierno, ya sea de izquierda o de derecha”, afirma.

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