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Grave problema de legitimidad: ¿Otra constitución viciada? Opinión

Grave problema de legitimidad: ¿Otra constitución viciada?

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Día a día se discute entre paredes y nadie o muy pocas personas saben siquiera lo que se discute y se acuerda. Hay, sin duda, en cambio un grupo selecto de personas que están día a día muy pendientes de lo que se decide escribir en este “ante proyecto”, porque lo que se escribe allí tiene que mantener ojalá en gran parte la sociedad que heredamos de la dictadura, sino no existiría esta casta de elite cuidando los intereses que jamás se han tocado, pero que pasaron susto hace un par de años.


En 3 regiones del país la “lista” de nulos + blancos fue la más votada (Atacama, Coquimbo y Magallanes) y en el resto de casi todas las otras regiones del país fue la segunda más votada, ¿Cuál es la legitimidad con la que goza entonces la construcción de la nueva constitución? Sumando además el antecedente que precisamente la lista más votada a nivel nacional y en varias regiones no firmó, o sea no estuvo de acuerdo con generar un nuevo proceso o una nueva constitución. ¿A nadie o a ningún actor político le importa lo concluyente de estos datos? Mi impresión es que no nos podemos hacer los lesos.

2.688.179 personas votaron nulo o blanco. 3.468.258 personas votaron por la lista de Republicanos, es decir, candidatos que no creen ni quieren una nueva constitución desde siempre, desde el primer plebiscito. Es decir, tenemos 6.156.437 personas que votaron, por una razón u otra, contra el actual proceso y representan el 49,3% de todas las personas que votaron el pasado domingo (12.484.109) prácticamente la mitad de todos los votantes. Hay muchas razones que demuestran que el enteleque que creó la clase política post rechazo no convenció a nadie en cada una de las letras que plasmaron, porque en esas letras, en la génesis de esas letras sabían que estaban torciendo la voluntad popular al designar a dedo a un “selecto” grupo de personas que por estos días deciden – cuidando por sobre todo las sensibilidades e intereses de los que los eligieron –   las bases que estos otros 51 electos popularmente comenzarán a revisar en 1 mes más, aunque 23 de ellos ni si quiera quieran hacerlo.

En el primer plebiscito cuando se preguntó si se requería de una nueva constitución,  el 78,3% abrumadoramente votó apruebo y más de 5 millones y medio de personas con votación voluntaria – la más votada de la historia bajo ese régimen –  se pronunciaron y dejaron claro que la nueva constitución debía ser escrita por personas 100% electas. Que la clase política pos fracaso de la primera propuesta constitucional que emanó del trabajo de los constituyentes, resolviera convenientemente torcer esa voluntad, tomar ese hecho y patudamente generar una designación y encargarle a distintas personas que redacten un primer documento constituyente, bueno, desde allí el proceso comienza su vicio. El camino que se autodesignó el congreso fue el primer error fatal, porque de las personas que designaron y hoy día mismo trabajan, no representan a nadie más que a sus propios círculos. Una mezcla de personas de “centros de estudios” que más bien son adoctrinamientos de ideas políticas fracasadas y en muchos casos de sensibilidades ideológicas al borde de lo fanático, más un grupo de viejos políticos de muchas décadas con una gama de distintos cuestionamientos, más un grupo de “académicos” que son más bien el resultado de un constante devenir de un congraciarse entre las distintas esferas del poder y del dinero. Es decir, una suerte de casta “idónea” que a las universidades, a las ideologías, al congreso, sus partidos políticos, empresarios, la elite y el poder en general los deja profundamente satisfechos, pero que obviamente resultan de lo más ajeno y distante a cada ciudadano que justamente cuando se imaginó y votó tener una nueva constitución, votó también porque precisamente esta casta y sus manos quedaran fuera de toda redacción. Pasó lo contrario y generó el primer vicio de base.

Día a día se discute entre paredes y nadie o muy pocas personas saben siquiera lo que se discute y se acuerda. Hay, sin duda, en cambio un grupo selecto de personas que están día a día muy pendientes de lo que se decide escribir en este “ante proyecto”, porque lo que se escribe allí tiene que mantener ojalá en gran parte la sociedad que heredamos de la dictadura, sino no existiría esta casta de elite cuidando los intereses que jamás se han tocado, pero que pasaron susto hace un par de años. En medio de ese trabajo, en tiempo record se organizan nuevas elecciones en un sistema electoral complejizado al máximo, eliminando toda base social posible, al acordar que los candidatos debían representar a grandes zonas geográficas, imitando al “honorable” Senado de la república. Un acuerdo tan burdo que dejó como consecuencia 1 sólo escaño para los pueblos originarios de nuestro país, que al día de hoy son algo así como un poco más de 2 millones de personas. Cuando se invita a las personas a “elegir” en un tan fríamente calculado frankenstein, no hay que extrañarse entonces por los más de 2,5 millones de personas que no siguieron el juego de la bajeza. Poco sirve la legalidad cuando no hay legitimidad. 

Como última cosa, el fenómeno republicano, no es más que el manual probado en buena parte del mundo, de cómo ideologías extremas populistas llenos de evocaciones simplistas y de palabras como; Dios, Patria, Familia, Bandera, etc., pegan fuerte a la hora de exacerbar lo más cruel del ser humano, su egoísmo, su xenofobia, su indolencia, su chovinismo, etc., infamias de un mundo que no da el ancho y que se desfonda en la codicia y la ambición. Así ganó Trump, así ganó Bolsonaro, así crece Milei, así crece día a día Kast. La moderación y la centro izquierda debe dejar de “pisar el palito” y salir a dar pelea, pero deben hacerlo con más inteligencia, con menos doctrina y trayendo la pelota al piso. La aguja de la desigualdad en los últimos 30 años no se ha movido prácticamente nada, eso es un solo aspecto que no nos debería quitar el sueño y el cansancio jamás, no la agenda falaz del populismo penal. 

No puede haber nueva constitución, no en estos términos,  porque al igual que el proceso del 80, carece de legitimidad. Un mínimo de racionalidad y sensatez deberá en unos meses más rechazarla y eso no significará caer o ser parte del chantaje rasca que profesa que nos quedaremos con la de Guzmán, porque todos sabemos que aquella (y que en gran medida nos gobierna aún) es una vergüenza histórica y mundial que evidentemente lleva mucho tiempo fracasada y convertido a Chile en cada vez más en un Estado desmembrado, así que evidentemente terminará por cambiarse igual.  El chantaje de Guzmán no sirve, porque no alcanza. Ojalá todos los demás sectores lo entiendan, se tranquilicen y no sigan más arrodillándose esperanzados de manera ingenua  ante el extremo fascismo pidiéndoles seriedad, ellos nunca han querido cambiar nada que sea relevante, menos ahora con la brutalidad de votos que consiguieron. 

 

  

  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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