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La apoteósica investidura de Obama como presidente de EE.UU.

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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El Capitolio cubierto de banderas y completamente engalanado fue el escenario para dar la bienvenida al nuevo mandatario, la que fue presenciada in situ por más de un millón de personas que desafiaron las gélidas temperaturas reinantes en la capital estadounidense. Además del público, estaban presentes el Tribunal Supremo en pleno, los miembros de la Cámara del Congreso y los senadores, el Gobierno saliente y quienes lo compondrán a partir de ahora. También estaba una pléyade de famosos.


«Juro solemnemente defender la Constitución». Con estas palabras, Barack Obama entraba en la historia como el primer presidente negro de EEUU y el Capitolio, y todo Washington, se convertía en un éxtasis.

Más de un millón de personas se empezaron a concentrar desde la madrugada en torno al Capitolio, y a lo largo del Mall -el largo parque que comunica la sede del Congreso con el Monumento a Lincoln a través del centro de Washington- para asistir a la ceremonia de investidura más anticipada de las últimas décadas.

Estaban todos los que contaban. El Tribunal Supremo en pleno, los miembros de la Cámara del Congreso y los senadores, el Gobierno saliente y quienes lo compondrán a partir de ahora, los jefes del Estado Mayor.

Y una pléyade de famosos. La cantante Beyoncé, el rapero Kanye West, o el músico Jay-Z vestido con traje, que afirmaba a la prensa que «nunca pensé que me vería aquí. Es una sensación increíble, un día precioso para Estados Unidos».

También estaban muchos de los que, en condiciones normales, tampoco contarían. Ezra Mills, un ex soldado de 79 años de raza negra, recordaba con lágrimas en los ojos su infancia segregada en Alabama.

Todos ellos desafiaron las gélidas temperaturas reinantes hoy en la capital estadounidense, donde la sensación térmica era de nueve grados Celsius bajo cero, para asistir a una hecho histórico que muchos de ellos admitían que no creyeron que no llegarían a ver en vida.

La llegada del ex presidente Bill Clinton y su esposa, Hillary, fue acogida con una enorme ovación. Unos aplausos corteses recibieron a George Bush padre. El presidente saliente, George W. Bush, fue acogido en las gradas con un elocuente silencio y con fuertes abucheos entre las masas en el Mall.

El entusiasmo se desbordó con la llegada de Obama, al que habían precedido sus hijas Malia y Sasha y su esposa, Michelle.

Con el Capitolio cubierto de banderas y completamente engalanado, la senadora Dianne Feinstein, como presidenta del Comité de Investidura del Congreso, inauguró la ceremonia al dar la «bienvenida a la investidura del presidente número 44 de Estados Unidos».

El pastor Rick Warren, cuya selección vino rodeada de polémica debido a su oposición al matrimonio homosexual, pronunció una oración en la que aseguró que «hoy, Martin Luther King -el gran defensor de los derechos civiles- está gritando de alegría en el Cielo».

La estrella del «soul» Aretha Franklin interpretó la canción «My Country, This is of Thee» y los virtuosos Yo-Yo Ma, al violoncelo, la venezolana Gabriela Montero al piano y Yitzak Perlman al violín interpretaron una pieza del músico John Williams compuesta especialmente para la ocasión.

El vicepresidente, Joe Biden, juró ante el juez del Supremo John Paul Stevens, con voz firme y mientras su esposa, Jill, le sostenía la Biblia.

¿Preparado, senador?

Era el turno de Obama. «¿Preparado, senador?», le preguntó el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que le tomó juramento sobre la Biblia en la que el presidente que abolió la esclavitud, Abraham Lincoln, también juró respetar la Constitución.

El nuevo presidente pareció trastabillar al comenzar a pronunciar el juramento, lo que motivó su sonrisa y la del presidente del Supremo.

Una salva de cañón, y el delirio del público, siguió a la frase «Enhorabuena, señor presidente», con la que Roberts saludó al nuevo jefe de Estado.

«¡Obama! ¡Obama! ¡Obama«», aclamaron los cerca de dos millones de personas derramadas a lo largo del Mall.

El recién estrenado presidente, serio, recordó en su discurso de investidura los problemas que afronta el país en estos momentos: dos guerras abiertas y una grave crisis económica. Pero «superaremos esos desafíos», prometió.

«Ha llegado el fin de la era de las quejas mezquinas, de las falsas promesas» en la política de EEUU. Va a comenzar, continuó entre aplausos, «una nueva era de responsabilidad».

Un poema de la autora Elizabeth Andrews y una oración del reverendo Joseph Lowry, un veterano de la lucha por los derechos civiles, cerraron la ceremonia, convertida para entonces en un continuo aplauso.

La ovación mayor, sin embargo, no se la llevó Obama. La más ruidosa se produjo cuando despegó del Capitolio el helicóptero en el que se marchaba el ya ex presidente George W. Bush. «Hasta nunca», le gritó alguno.

EFE

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