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¿Salir de la crisis hipotecando el futuro?

Marcel Claude
Por : Marcel Claude Economista. Candidato presidencial.
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Lo pertinente sería que este esfuerzo superara su evidente fragilidad, para así definir una política de desarrollo realmente inspirada en las nuevas inquietudes y reflexiones que emergen de la cuestión de la sustentabilidad del desarrollo.



No obstante, hay un profundo distanciamiento entre el llamado «desarrollo sustentable» y el actual modelo de desarrollo chileno.



La excesiva valoración de las relaciones mercantiles y del lucro como valor social máximo, constituyen los elementos centrales de un proyecto que no permite el desarrollo armónico de la sociedad chilena, ni tampoco logra el entendimiento entre ésta y la naturaleza que la sustenta.



Por la ruta actual, el país no logrará democráticamente -en justicia y solidaridad- satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, asegurando el espacio necesario para las futuras generaciones, la diversidad cultural y las otras formas de vida.



Particularmente preocupante es el impacto devastador que tiene el crecimiento económico exacerbado sobre los recursos pesqueros, energéticos, mineros y forestales de nuestro país, así como sobre las aguas, los suelos y la atmósfera.



Chile nunca ha superado su dependencia de las actividades primario exportadoras, llegando a desarrollar una verdadera racionalidad minero-extractiva que se ha impuesto en todos los usos productivos. De esta manera, los bosques cortados a tala rasa y sustituidos por plantaciones industriales; las pesquerías depredadas, las ciudades y pueblos fantasmas abandonados después del declive de la actividad minera y los suelos degradados y erosionados por la agricultura intensiva, constituyen el escenario futuro más probable después del desenfreno productivista, llevado al extremo hoy, nuevamente, como requisito imprescindible para la reactivación.



En 20 años se ha multiplicado por siete la extracción de los recursos pesqueros, los que se orientan fundamentalmente a la exportación de harina de pescado para alimentación animal, mientras que, paradójicamente, el 22% de nuestra población se encuentra en riesgo alimentario.



La minería es altamente intensiva en el uso de energía y del agua y aporta significativamente a la contaminación, además de destruir economías locales como la agricultura y la ganadería de pueblos originarios, sin proveer los recursos necesarios para su reconstrucción una vez agotada la actividad minera.



No es procedente afirmar que el país se encuentra en la senda del desarrollo sustentable si el bosque nativo ha perdido más de un millón de hectáreas en los últimos diez años y se encuentra severamente dañado por prácticas silvícolas inapropiadas. No es sustentable el desarrollo forestal chileno cuando una de sus más dinámicas actividades -la producción y exportación de astillas- se hace sin compensar los costos de reposición ni de mitigación que superan con creces los ingresos que genera.



El uso indiscriminado de la energía y la falta de seguridad energética, la concentración a perpetuidad de la propiedad del recurso agua, los problemas de desertificación y de erosión, así como el problema eterno de la contaminación atmosférica de Santiago, convertida en una ciudad asolada por esta lacra de los tiempos modernos, constituyen pruebas de una política de Estado que se ha subordinado a los intereses de los grandes consorcios privados y no del desarrollo sustentable.



No es posible dejar pasar la creciente disposición con que el gobierno apoya proyectos de inversión que presentan serias deficiencias ambientales, sociales y económicas, y que además no respaldan la información adecuada para su evaluación ambiental.



Esta época de definiciones constituirá una prueba para saber si la administración Lagos continuará la insustentable opción de desarrollo tristemente célebre del gobierno de Frei. El duro momento del país no puede erigirse en motivo de chantaje, pues sería un suicidio en cuotas la búsqueda de la modernidad económica articulada por las fuerzas del mercado, sin reparar en los costos sociales reales y los impactos ambientales que se producirán.



El desarrollo sustentable es una invitación a pensar sobre nuestro tiempo de manera compleja y no una oportunidad para seguir haciendo lo mismo cambiando lo irrelevante. Veremos a muy corto plazo si este consejo será capaz de orientar políticas y decisiones que actualmente comprometen severamente el logro del desarrollo sustentable en Chile.



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Marcel Claude es economista y director ejecutivo de la Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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