Publicidad

Romper el binominalismo

Cabe especial responsabilidad en impulsar una iniciativa de este orden al Partido Socialista. Hace cuatro años el intento positivo realizado por su dirección de entonces, se vio frenado en parte por dificultades internas, y principalmente por la negativa demócrata cristiana a considerar un acuerdo con el Partido Comunista y sus aliados. Los escenarios parecieran haber cambiado favorablemente.


Acotar las desigualdades sociales y económicas entre límites razonables, erradicar las discriminaciones que provocan injusticia y exclusión, abrir el sistema político a la participación, son el conjunto de deberes que permitirían a los chilenos vivir en una sociedad basada en una cultura más igualitaria, integradora y respetuosa de las diferencias legítimas entre seres humanos.



De todos ellos el que podría superarse más pronto sería dotar al sistema político de la apertura necesaria para que ningún referente político sea excluído total o parcialmente. Un paso decisivo hacia este objetivo es la sustitución del sistema electoral binominal que ha sido la consagración del veto parlamentario de la derecha y el pinochetismo, la malsana garantía que ciertas reformas indispensables para establecer una sociedad integradora no podrán realizarse.



Es deseable y posible hacerlo ahora. Sólo se requiere ser coherente con los discursos que se emiten. Justo sería que si no se tiene esa coherencia el hecho quedara públicamente acreditado.



Si la derogación parlamentaria no fuera posible, los partidos de la Concertación tienen en sus manos el remedio. Si no se puede derogar el sistema binominal en el Congreso es factible hacerlo en los hechos, aunque sea imperfectamente. Sólo se requiere aquello que nadie parece rechazar hoy día en la Concertación: un acuerdo político y electoral con aquellos sectores de izquierda que no participan en ella.



Si el fin del binominalismo no se consigue en el Congreso debe lograrse en las urnas, al obtener una de las fuerzas contendientes una mayoría parlamentaria que haga posible en el próximo ciclo legislativo la aprobación de un nuevo sistema electoral democrático que no excluya a nadie, desde la izquierda a la derecha.



El Presidente de la Cámara de Diputados, el demócrata cristiano Gabriel Ascencio, ha planteado su punto de vista favorable a un esquema como este y otros miembros de su partido también lo han hecho, en público y en privado. Cabe especial responsabilidad en impulsar una iniciativa de este orden al Partido Socialista. Hace cuatro años el intento positivo realizado por su dirección de entonces, se vio frenado en parte por dificultades internas, y principalmente por la negativa demócrata cristiana a considerar un acuerdo con el Partido Comunista y sus aliados. Los escenarios parecieran haber cambiado favorablemente.



El último Congreso socialista pasará a la historia como aquel en que la discusión política fue el gran ausente. Quizá sería hora de debatir y promover con real energía un acuerdo para terminar con el sistema binominal por alguna de las vías señaladas. Constituiría un gran aporte de un Partido que acaba de ofrecer en su máximo evento un espectáculo político penoso, quedado en deuda con quienes somos sus militantes, con los chilenos de espíritu democrático y, en definitiva, con su historia y tradiciones.





Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista. Actualmente preside el Directorio de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias