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Apuesta por el desarrollo con identidad


Los socios de la comunidad aymara de Saxamar, en la comuna de Putre, siempre tuvieron cabras. De ellas extraían la leche necesaria para la preparación del queso característico de la zona, pero su producto no calificaba para las etiquetas sanitarias, por lo tanto, su comercialización era prácticamente imposible. Esa dificultad los convenció que para incrementar los ingresos de su localidad, debían invertir en una planta procesadora de queso. Así lo hicieron, instalaron una pequeña fábrica, compraron más animales y ahora, gozan de los beneficios y oportunidades que ofrece una quesería de calidad. Gracias a que ellos fueron capaces de identificar una necesidad con futuro, hoy las 25 familias de ese poblado ubicado a 3.200 metros sobre el nivel del mar, mantienen una producción individual de queso de cabra, que bordea las 800 unidades, y muy pronto podrían concretar una elaboración asociativa.



Saxamar, como tantos otros ejemplos que florecen al interior del país, prueba que el Programa Orígenes tiene sentido porque reconoce y cree en las capacidades productivas de los pueblos indígenas. Es que un Estado que persigue el bienestar común de todos sus habitantes, no puede reducir las demandas de los pueblos originarios sólo a la restitución de tierras ancestrales. En un mundo donde los cambios se suceden continuamente, es vital responder con tecnologías y capacitación. Y en ese sentido, la iniciativa de gobierno avanza un paso más hacia el reconocimiento, pero diferenciándose de otras intervenciones fiscales pues corresponde a un producto estratégico de la Subsecretaría de Mideplan que acentúa y complementa el trabajo intersectorial en la temática indígena. Para su ejecución, los ministerios de Educación y Salud, junto a Indap, Conaf y Conadi se interrelacionan para desarrollar modelos de gestión pública en la materia.



En concordancia con los objetivos de la política del Nuevo Trato anunciada por el Presidente Lagos el año pasado, el Programa Orígenes apuesta por el desarrollo con identidad. Desde sus comienzos en 2001, las 645 comunidades rurales focalizadas por la institución en las regiones I, II, VIII, IX y X han ido mejorando paulatinamente su calidad de vida sin dañar su identidad ni su entorno natural.



A través de la acción de nuestro componente de Desarrollo Productivo, se reemplaza el asistencialismo por la autogestión de las iniciativas comunitarias. Como ocurrió en Machuca, una localidad atacameña que ha vuelto a la vida con iniciativas turísticas que potencian su cercanía a los géiseres del Tatio. O con los mapuche de la comunidad Kralhue en Tirúa, que implementaron un proyecto de riego gravitacional que ahora los tiene convertidos en un polo de desarrollo hortícola. El verano pasado cosecharon 400 kilos de zanahorias de calidad, que vendieron con éxito a mayoristas de la zona.

El trabajo integral que eso significa generó, a diciembre de 2004, la ejecución de más de 2.700 proyectos de emprendimiento productivo extra agrícola en turismo, artesanía y microempresa; y agrícola, con asistencia técnica, capacitación e inversiones en infraestructura predial, riego, maquinarias, forestación, ganadería, plantaciones y manejo de recursos naturales.
Pese a los siglos de constante exclusión, los indígenas siguen persistiendo y transmitiendo vida. Como herramientas han elegido la capacitación y el emprendimiento que les permita entregar un aporte valioso a la sociedad. Así sucede en Toltén, donde las mujeres de la comunidad mapuche Luis Ñancucheo comprendieron que al formarse como microempresarias, abrían espacios de oportunidad para las nuevas generaciones. Con trabajo e inteligencia, dieron vida a la Sociedad Anserícola y Confecciones Brenda B. y Cía. Su especialidad: Confección de plumones, almohadas y cojines a base de plumas de ganso; y diseño de vestimenta mapuche, sábanas y buzos para niños y adultos. Hoy, el trabajo de estas comuneras se luce en dedicación y calidad.



Está claro que para integrase realmente al quehacer ciudadano de Chile, los pueblos originarios requieren un estilo de promoción y desarrollo distintos. Afortunadamente, el gobierno así lo ha comprendido y actualmente centra sus energías en instituciones como la Conadi y el Programa Orígenes, que apoyan y potencian prácticas económicas propias de la tradición ancestral. Un ejemplo que se da claramente con los lafkenche de la Región de Los Lagos. La implementación de proyectos acuícolas, la adquisición de embarcaciones rápidas y seguras, la compra de materiales de extracción, la incorporación de completos equipos de buceo y sistemas radiales de comunicación, brindan la oportunidad real de mejorar su ancestral costumbre pesquera y competir de igual a igual con cualquier productor del rubro.



Tras quince años de política indígena, existe la voluntad de asumir las fortalezas de los pueblos originarios y sus capacidades como una oportunidad cierta de crecimiento. Nuestra tarea es reconocer y dignificar esas potencialidades para hacer de Chile un país para todos.





Enzo Pistacchio S. es Secretario Ejecutivo del Programa Orígenes.






  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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