Señor Director:
Una vez más nuestra sociedad debate sobre el sueldo mínimo que debe existir en Chile; partimos de la base de que un sueldo de $180 mil o incluso de $250 mil mensuales para un trabajador de jornada completa es precario, pues difícilmente logra sentar las bases mínimas para un proyecto familiar y/o personal.
Puede que la ética permita iluminar la discusión, esta vez acompañada de la humilde virtud de la justicia. Quisiera citar a San Agustín: “Una sociedad donde sobreabundan los bienes y no se satisfacen la necesidades básicas, es una sociedad que está en pecado mortal”. Para los no cristianos, podemos decir que es una sociedad condenada a muerte, inviable, no sustentable.
Esta frase nos hace mirar desde otra perspectiva la discusión del sueldo mínimo, e incorporar al debate el otro lado de la moneda, el sueldo máximo. Estamos de acuerdo en que nuestro top ten mundial en desigualdad es escandaloso: podemos ver que la plana ejecutiva empresarial posee ingresos hasta 50 veces mayores que los operarios. Una diferencia del 5 mil % para dos trabajadores de la misma empresa, líquidos, a jornada completa, con una misma misión y valores institucionales.
Incorporar el sueldo máximo al debate ayudará a mejorar el desarrollo sostenible de Chile. En el mundo, existe un creciente desarrollo de la RSE y de las Benefit Corporations, donde ya son miles las empresas que reportan y reducen sus brechas salariales. Estas mismas empresas reclutan a los mejores trabajadores, porque un gran ejecutivo es aquel que no sólo trabaja por un sueldo, sino aquel que busca con su excelencia profesional el bien de la sociedad; un ejecutivo que está dispuesto a ganar menos que el mercado porque trabaja en una empresa responsable, donde el dueño, trabajadores, clientes, proveedores y el medioambiente se desarrollan en un win-win, en la creación de un valor compartido, en una empresa exitosa en el corto, mediano y largo plazo, sustentable y admirable.
Como head hunters sociales, comprobamos que cientos de los mejores profesionales chilenos buscan empleo en instituciones donde el sueldo emocional supera al económico. Hay una corriente humana nueva y fuerte, que está cambiando el mercado hacia uno más responsable; tengo fe en que pronto la regulación de la brecha salarial sea parte de una política pública laboral de nuestro querido, pero desigual, Chile.
Nicolás Dell’Orto
Director EjecutivoPegas con Sentido