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Bases de una nueva política exterior

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El terremoto del 27 de febrero del 2010 que afectó al 75% de la población chilena fue un recordatorio de que el 40% de la energía sísmica del planeta tierra se libera en nuestro territorio. Durante la emergencia y la reconstrucción se vieron las distintas falencias del Estado chileno, en especial al nivel de atender las necesidades de las poblaciones más vulnerables del país. Muchas de estas falencias son evitables, y hubiesen sido evitadas con una adecuada cooperación internacional, especialmente si esta cooperación se basa en la transmisión del conocimiento generado por tecnologías, como la satelital, actualmente disponible.

Este problema ya fue evidente a nivel global durante la década pasada, cuando el mundo fue testigo de la guerra y hambruna en Darfur. Gracias a las imágenes satelitales se pudo saber como este desastre humanitario iba avanzando, qué zona, qué región, qué poblado estaba siendo afectado en ese mismo momento, cuál era el grado de destrucción sufrido y en general cuál era la situación de las poblaciones civiles afectadas por estas calamidades. Lamentablemente esta rica, amplia e importante información satelital no tuvo la influencia que se podía haber esperado a nivel del accionar de los Estados y de la población en general.

Pero ¿por qué esto no fue suficiente? Hace algunos años hubiéramos podido pensar que si teníamos todas estas informaciones actualizadas, una movilización global hubiese sido fácil e inmediata. Pero en la sociedad globalizada estamos frente a una invasión de informaciones de toda índole, que son presentadas generalmente sin criterios claros y sin canales de comunicación. Como vimos en Darfur y en el terremoto del 27 de febrero, el problema no está en la falta de informaciones, sino que en la falta de conocimiento estratégico, es decir en el uso inteligente, racional y procesado de dichas informaciones.

[cita]Hay que reflexionar sobre la importancia de pasar a otro marco conceptual en lo que concierne las relaciones internacionales, dejando de hablar de cooperación internacional y pasando a hablar de cooperación global, donde se debe poner a la misma altura a los Estados, a las organizaciones internacionales, a la sociedad civil y a las ONGs.[/cita]

Gracias a la tecnología satelital se puede potenciar la gestión de los desastres en dos frentes en caso de catástrofes humanitarias, si logramos que esta transición de la información al conocimiento sea exitosa. Por una parte en la ayuda a las poblaciones afectadas, lo que ha sido reconocido por Naciones Unidas, y donde se ha tenido más éxito, aunque todavía queda mucho por hacer, ya que por ejemplo los sistemas de alerta para evacuación temprana basados en las tecnologías actuales aún no han sido implementados.
El otro frente, y aquí es donde el éxito ha sido escaso, es el del uso de esta tecnología para reducir la vulnerabilidad, siguiendo la guía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Es decir para crear una serie de canales que permitan sacar a la gente de su situación de pobreza y aumentar su resiliencia en caso de catástrofes de manera preventiva, gracias a una mejora en su educación a través de la democratización del conocimiento. Como lo recomienda Naciones Unidas: “La aplicación, con respecto a la vulnerabilidad a los desastres, la evaluación de riesgos y la gestión de desastres, de un enfoque integrado, inclusivo y que tenga en cuenta peligros múltiples abarcando además las actividades de prevención, mitigación, preparación, respuesta y recuperación, es esencial para que el mundo sea más seguro en el siglo XXI, como se señaló en la Cumbre Mundial. Numerosas medidas que se consideraron necesarias en la Cumbre Mundial a ese respecto se beneficiarían mucho de la implantación de un sistema mundial integrado para la gestión de las actividades paliativas, de socorro y prevención de los desastres naturales mediante la observación de la Tierra, las comunicaciones y otros servicios basados en sistemas espaciales, aprovechando al máximo la capacidad existente y colmando las lagunas en la cobertura de la Tierra por los satélites.”

Ahora, ¿cómo lograr la implementación de este sistema mundial integrado? A través de la cooperación internacional, los actores de la comunidad internacional, sean éstos Estados, ONGs u otros, han de actuar teniendo siempre en mente que la guía más clara para avanzar es el concepto de la responsabilidad de proteger a los más vulnerables. Es decir, se debe utilizar cabalmente las aplicaciones de la tecnología espacial para empoderar a las poblaciones vulnerables dentro de los principios del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Las tecnologías actuales que aseguran una revolución en la conectividad, son el instrumento adecuado de trabajo para el logro de estos objetivos. Pero, ¿en qué consiste esta revolución? Su fundamento está en la idea de que es imperativo mejorar las comunicaciones y el tránsito de la información gracias a un desarrollo en todos los niveles: individual, institucional y de la sociedad en su conjunto. Como el terremoto y tsunami del Océano Indico del 2004 y el terremoto Chileno del 2010 lo demostraron, la falta de información fiable y actualizada tiene un gran costo, humano y económico, que puede ser reducido con la implementación de un nuevo sistema global de comunicaciones. Como esta revolución ha sido global e incluso los más pobres están cada vez más conectados, gracias al uso de tecnologías de bajo costo –especialmente teléfonos celulares- estos son una de las maneras, probablemente la mejor, de comunicarse efectivamente con y entre las poblaciones vulnerables, empoderándolos armoniosamente, sin imponer decisiones sobre ellos desde arriba.

Iniciativas como la creación de ONU SPIDER, son un avance, pero nuevamente el problema surge en cómo lograr que estas iniciativas jueguen un rol directo, real e importante en las poblaciones vulnerables.

Para eso es necesario recurrir a las ciencias sociales, lo que requiere un trabajo mucho más complejo, es especial cuando se tocan temas como las políticas de género, y cuyo éxito es mucho más difícil de cuantificar, ya que la mujer está sobre representada en la población vulnerable y las políticas que buscan reducir la vulnerabilidad tienen mucho más éxito si se centran en ellas. Entonces estos elementos están entrelazados con las aplicaciones, principalmente a nivel de salud y educación, de la tecnología espacial. El paso del acceso de la información al conocimiento, y sobre todo al conocimiento estratégico en caso de catástrofe, pasa entonces por empoderar a las mujeres, reduciendo la inequidad, potenciando su desarrollo humano.

Países como India, China y Uruguay están hoy en día avanzando en estos temas, pero con un nuevo impulso a nivel global se debe aumentar su importancia, diseminando por ejemplo a través de la educación a distancia, el conocimiento y empoderando a los ciudadanos en la lucha por sus derechos.

En consecuencia hay que reflexionar sobre la importancia de pasar a otro marco conceptual en lo que concierne las relaciones internacionales, dejando de hablar de cooperación internacional y pasando a hablar de cooperación global, donde se debe poner a la misma altura a los Estados, a las organizaciones internacionales, a la sociedad civil y a las ONGs.

En este ámbito es esencial que Chile adopte una nueva política espacial, tarea que será probablemente del dominio de la próxima administración. Nuestro país debe aprovechar el hecho de que dispone de un satélite en órbita y utilizarlo de la manera más eficiente posible según los intereses nacionales. Debe también reactivar su diplomacia en estos aspectos, participando en todos los foros internacionales donde se discute el uso de las tecnologías de punta. Para esto es necesario reconstituir la Agencia Chilena del Espacio y poner, a la par con los intereses comerciales, una nueva diplomacia centrada en la cooperación internacional dentro del marco del Pacto Global de Naciones Unidas, para así reducir la vulnerabilidad del país, problema que se agudizará con el Cambio Climático. Por ultimo, Chile ha de profundizar las recomendaciones de las Conferencias Espaciales de las Américas y tener un rol pionero en el futuro de estas, sobre todo en lo que concierne al uso de la tecnología espacial en desastres naturales, si desea estar mejor preparado para enfrentar el próximo terremoto y evitar así numerosas pérdidas materiales y humanas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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