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Las promesas vacías de Bachelet

Kenneth Bunker
Por : Kenneth Bunker Facultad de Economía y Gobierno, Universidad San Sebastián
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El éxito de la candidatura de Bachelet dependerá de su capacidad de convencer a la gente que sus promesas son materializables. Sin una explicación creíble, sus propuestas no serán más que insumos para que el resto de los candidatos puedan singularizar su campaña como estéril. Si bien es verdad que existe un clamor popular para reformas, y Bachelet es quien mejor lo representa, la gente también entiende que hay caminos institucionalizados para lograr los cambios. Por eso, lo último que quieren son compromisos que terminen en nada.


Desde que Bachelet aceptó la nominación presidencial no ha parado de trabajar en su campaña. Sus colaboradores más cercanos ya levantaron un comando presidencial desde el cual se han coordinado entrevistas en radio, medios escritos y televisión sobre los principales ejes de su candidatura. Se ha pronunciado sobre los movimientos ciudadanos, los fracasos económicos del gobierno de Piñera y las asambleas constituyentes. Se ha manifestado a favor de realizar cambios significativos al sistema educacional, llevar a cabo una reforma tributaria y firmar una nueva Constitución Política. En poco más de dos semanas en el país, Bachelet ha hablado de todo.

El rango de temas que decidió tocar no es trivial, ya que es el primer paso de su nueva estrategia para repeler las reiteradas críticas al silencio que mantuvo durante los últimos tres años. Por medio de verdaderas cadenas nacionales de propaganda desde la radio Cooperativa, el semanario The Clinic y el canal de televisión TVN, la candidata dejó en claro que su intención es hablar sobre todo lo que le pregunten. Con esto detuvo en seco a quienes sugerían que no hablaría y desechó la tesis de que iba llegar a primera vuelta sin proponer ideas. La estrategia no solo le dio un nuevo aire a su nombre, sino también una ventaja por sobre los demás para fijar el espíritu de la elección.

[cita]El éxito de la candidatura de Bachelet dependerá de su capacidad de convencer a la gente que sus promesas son materializables. Sin una explicación creíble, sus propuestas no serán más que insumos para que el resto de los candidatos puedan singularizar su campaña como estéril. Si bien es verdad que existe un clamor popular por efectuar reformas, y Bachelet es quien mejor lo representa, la gente también entiende que hay caminos institucionalizados para lograr los cambios. Por eso, lo último que quieren son compromisos que terminen en nada.[/cita]

Al referirse a casi todos los temas entró al área chica de quienes ya llevan meses recorriendo el país. Con un mínimo nivel de esfuerzo Bachelet se adueñó de la cobertura presidencial. Su sobreexposición le permitió repetir con más fuerza lo que muchos de los candidatos de su mismo sector han propuesto y rechazar con más ruido lo que los candidatos del sector opositor le han criticado. Tanto las réplicas como las críticas lograron un efecto anhelado para su campaña. Así, terminó forzando que tanto sus adversarios de primarias como sus contrincantes de primera vuelta evaluaran en una especie de referéndum cada uno de sus dichos, permitiéndole fijar la agenda política del país.

Ahora bien, esta estrategia que permite repeler críticas y fijar agendas tiene un flanco vulnerable. Tiene que ver con el nivel de abstracción de su programa. Si bien Bachelet ha hablado bastante en lo general, ha hablado muy poco en lo particular. Tal vez, porque sabe que mientras más detallada se vuelva, más críticas recibirá. Para evitar aquello ha usado la retórica en vez de la evidencia para convencer a los chilenos que voten por ella. Se ha enfocado más en transmitir lo que va estar en el programa, que a explicar cómo va llevar a cabo el programa. Pero, ¿por qué no evita potenciales críticas y simplemente explica en detalle cada una de las medidas que propone?

Existen dos respuestas: (1) no sabe, o (2) no puede. La primera respuesta es plausible, porque Bachelet recién comenzó a conformar los equipos de campaña para que desarrollen los ejes programáticos. Y una vez que estos equipos se condensen es probable que comiencen a surgir las explicaciones. La segunda respuesta igualmente es plausible, porque Bachelet ya fue Presidenta y debería tener una mejor idea que cualquiera de los otros candidatos sobre lo que es posible y lo que no es posible hacer. Al evitar referirse a detalles específicos, da a entender que propone cosas imposibles. Independiente de cuál de las dos respuestas sea la correcta, no haber comenzado con explicaciones tiene un costo.

Los adversarios de primarias la criticarán de forma indirecta, al comenzar a entregar detalles de cómo van a llevar a cabo sus propios programas. Gómez, Orrego y Velasco marcarán la diferencia con Bachelet al referirse en detalle sobre los pasos que tomarán para llegar del punto A al punto B. Los contrincantes de primera vuelta serán aún más activos en la crítica. Sugerirán que lo de Bachelet es populismo puro, pues al insinuar que no puede entregar lo que propone, simplemente está apuntando a gestar vínculos afectivos con la gente para conseguir sus votos. De ambos lados, los candidatos estarán generando la sensación de que Bachelet está proponiendo promesas vacías.

El éxito de la candidatura de Bachelet dependerá de su capacidad de convencer a la gente que sus promesas son materializables. Sin una explicación creíble, sus propuestas no serán más que insumos para que el resto de los candidatos puedan singularizar su campaña como estéril. Si bien es verdad que existe un clamor popular por efectuar reformas, y Bachelet es quien mejor lo representa, la gente también entiende que hay caminos institucionalizados para lograr los cambios. Por eso, lo último que quieren son compromisos que terminen en nada. Bachelet debe encontrar la forma de hacer lo que propone y transmitirlo de manera clara y detallada para que los votantes continúen confiando en ella.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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