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La gran mentira del individualismo y las AFP


La fantasía atomista del ser humano que reina en las filosofías de la derecha ha traído y por siempre traerá nefastas consecuencias para nuestro país. Ejemplos de estas nefastas consecuencias abundan, siendo el más reciente el que se manifiesta en la postura que toma la derecha frente a las bajas pensiones generadas por las AFP.

Hoy todos los sectores reconocen, finalmente, que existe un problema con nuestro sistema de pensiones. Pero la solución que la derecha propone es profundizar el sistema. Un sistema que es, por su naturaleza, individualista, atomista, y además, debido a su carácter egoísta, violento.

La derecha, entonces, pide más de lo mismo. Demuestran una notable porfía que sólo se puede explicar por el convencimiento que tienen que las personas nos hacemos solas, que no necesitamos a los demás. Creen en la fantasía que las personas no dependemos de los otros para vivir. Por eso, por ejemplo, proponen subir las cotizaciones de 10 a 13%. Piden aumentar la edad de jubilación. O elevar el tope máximo imponible. ¿Qué tienen estas medidas en común? Pues que insisten, majaderamente, sobre la idea que cada uno debe, esencialmente, hacerse responsable por sus propias pensiones.

Insistir en este camino individualista, que ahora todos reconocen no ha dado resultados, es señal de demencia y poca inteligencia. Por eso cualquier candidato que no quiera, a lo menos, crear una AFP estatal no debiera merecer nuestra consideración. Esto en virtud de la poca capacidad que demuestran por entender cómo se construye un país, cómo se construye una comunidad. Allamand, Golborne, Orrego (quién sólo dice que “evaluará” la opción de una AFP estatal) y Velasco demuestran, en este aspecto fundamental, una clara ineptitud e incapacidad de comprender lo que significa vivir en un país yen una comunidad. Por eso no se les puede confiar, a ninguno de estos candidatos mencionados, la conducción del país.

¿Quién pavimentó el camino que usted usa para ir a su oficina? ¿Quién construyó el techo que lo protege de la lluvia? ¿Quién instaló el alumbrado público que ilumina su vereda? ¿Quién le lleva el diario a su casa o su oficina? ¿Quién le cambia el aceite a su auto? Nosotros nos pasamos toda una vida construyendo un país, aportando al bienestar de los chilenos y después hacia el final de nuestras vidas laborales, la gente de derecha reniega de estos aportes que hemos hecho. Utilizan (legítimamente) los frutos del trabajo colectivo para mejorar sus propias vidas pero después se dan media vuelta y nos dicen que lo colectivo no es bueno ni deseable. Y dado que, según ellos, lo colectivo no es bueno ni deseable proceden a vendernos la fantasía que lo individual sí es deseable y eficiente.

Pero nuestra riqueza no fue construida de forma individual. Y por lo tanto, al momento de jubilar, no es lógica pensar que las pensiones con las que debemos vivir sí deben ser construidas y mantenidas de forma individual.

Nadie, ni los atomistas que están en la derecha, pueden negar que el país se construye entre todos. Que el bienestar de uno es sólo posible gracias el trabajo de otro. Pero resulta que los únicos que reniegan de estas conexiones al momento de considerar nuestras jubilaciones son, precisamente, los atomistas de derecha. Todos cosechamos los frutos del trabajo en común, pero justo en el momento cuando dejamos de “trabajar” (en estricto rigor son muy pocos los que dejan de trabajar), eso cambia. Inexplicable y repentinamente nos dicen que a partir de ese momento cada uno debe cosechar los frutos de forma individual. Este cambio repentino representa, a lo menos, una incoherencia lógica.

Usted y todos nosotros nos pasamos una vida entera aportando al bien común. Todos construimos país. Y cada uno, desde su lugar, hace posible que el otro también pueda aportar. Es, por lo tanto, un asunto de justicia, ética e incluso de lógica elemental, esperar que hacia el final de nuestras “vidas laborales” nuestro país esté ahí para asegurar nuestro bienestar así como nosotros aseguramos el bienestar de nuestro país durante todo el tiempo que impusimos en las AFP.

La solución, por lo tanto no es profundizar más el sistema (exigir más de parte de cada individuo). La solución es cambiar el sistema. Esto puede pasar por introducir una AFP estatal o, mejor aún, terminar con las AFP y crear un sistema que reconozca nuestra mutua dependencia y que le rinda honor a la idea de país y comunidad.

(*) Texto publicado en Cambio 21 y en El Quinto Poder.cl

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