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Fonasa Recargado

Rafael Caviedes
Por : Rafael Caviedes Socio fundador Consultora MC2salud. Asesor de empresas y académico. Ex presidente de la Asociación de Isapres.
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Quiero recordar que esto era lo que existía antes que nacieran las Isapres ¡Todos los chilenos pertenecíamos al Sermena o al SNS! Por ello, de perseverar en tales propuestas, en vez de desarrollar subsidios portables para que todas las personas ejerzan su derecho de opción en salud, se nivelará hacia abajo o se avanzará hacia atrás.


Año de elecciones, año de propuestas. Pero, parece que priman las que apuntan a nivelar hacia abajo, como si para arreglar los problemas del sistema estatal hubiese que perjudicar a quienes eligieron el seguro privado. Probablemente usted, recientemente, se ha enterado de varias propuestas programáticas elaboradas por algunos partidos políticos o grupos “think tank”, que de alguna forma coinciden en sus planteamientos en materias de organización y financiamiento del sistema de salud. Estas proponen la eliminación de las Isapre y su reemplazo por un sistema único nacional de salud, conformado por un asegurador radicado en Fonasa, donde se fusionarían planes, pagos de licencias, compra de servicios, recaudación de cotizaciones y aportes fiscales para salud, lo que inspiraría una especie de sinergia virtuosa, al ser todo esto administrado por el Estado.

Por otra parte, sugieren que todas las cotizaciones que hoy reciben tanto Fonasa como las Isapre, se amalgamen en un gran fondo público, con una participación discutible o nula del sector privado. Otros, proponen que se reemplacen todas las cotizaciones para salud por aportes fiscales provenientes de los impuestos. Como sea el modelo, dicho servicio único nacional de salud,  administraría un sistema igualitario y solidario —AUGE incluido— para todos los chilenos, es decir un “Fonasa recargado”. Con esto, como se reconoce en algunas propuestas, se pretende que el derecho a la salud en condiciones de igualdad, prevalezca sobre el derecho a “elegir el sistema de salud al que las personas deseen acogerse, sea éste estatal o privado”.

[cita]Quiero recordar que esto era lo que existía antes que nacieran las Isapre ¡Todos los chilenos pertenecíamos al Sermena o al SNS! Por ello, de perseverar en tales propuestas, en vez de desarrollar subsidios portables para que todas las personas ejerzan su derecho de opción en salud, se nivelará hacia abajo o se avanzará hacia atrás.[/cita]

Analizadas estas propuestas desde una perspectiva presupuestaria y de servicios, es fácil prever y advertir graves problemas, por las razones que indicaré. En primer lugar, si en la búsqueda de la equidad se fusionan ambos sistemas en uno solo, el incremento resultante en dinero, per cápita para salud, sería de sólo un 3,9 %. En efecto, si sumamos a los US$ 2.760 millones de cotizaciones para salud del sistema estatal (año 2012), los US$ 2.500 millones de cotizaciones obligatorias que las isapres reciben por 3 millones de beneficiarios, más el aporte fiscal directo y otros ingresos del SNSS, hoy de US$ 6.200 millones, el resultado final del presupuesto estatal será de US$11.470 millones, un 28% superior al anterior, pero ahora deberá atender a un 23 % más de usuarios en este nuevo sistema único nacional. Al dividir el total de ese nuevo presupuesto resultante, US$ 11.470 millones, ahora entre 16,3 millones de chilenos, el incremento presupuestario per cápita para salud será, como se indicó, de sólo un 3,9 %. Esto significa un aumento del actual gasto estatal por individuo de US$ 676 al año a US$ 702 al año. Eso es lo que se ofrece. Que no lo engañen las cifras. Al fusionarse ambos sistemas, se obtienen apenas US$ 25 al año más por persona, según presupuesto 2012, obviamente independiente de otros incrementos presupuestarios, que también pudiesen asignarse al modelo actual.

Por otra parte, si se eliminasen las cotizaciones de salud del 7%, como una forma de terminar el lucro con los aportes previsionales, el fisco deberá proveer US$ 5.260 millones anuales, con un factor creciente de US$ 500 millones al año, por el incremento de los costos en salud, más los aportes fiscales tradicionales. ¡Vaya negocio: lo que hoy es financiado y recaudado por los privados, en el futuro deberá hacerlo el Estado, como el “Transantiago”! Y casualmente, la cifra anual incremental, sería similar a lo que cuesta dicho Transantiago al país.

En segundo lugar, la inexistencia de las Isapre generará un problema en la satisfacción de la demanda de prestaciones de salud de una población que está acostumbrada a altos estándares de servicio, oportunidad y cobertura. ¿El Estado estará capacitado para hacerlo con 16,3 millones de personas?

Si fuese así, ¿por qué no lo hace hoy que tiene 13 millones? Piense usted, a modo de ejemplo, que si hoy usa AUGE, y se atiende en una clínica privada o retira sus medicamentos en una moderna farmacia, en adelante, con un sistema único, deberá sumarse al retiro de sus medicamentos y atención en el consultorio público o municipal, todo ello en aras de la igualdad. En tercer lugar, los médicos obtienen el 70% de sus ingresos del ejercicio privado. ¿Asumirá el Estado el compromiso de mantener sus niveles de rentas? Y, en cuarto lugar, se minimizará o desestimulará la inversión privada en salud. ¿De dónde sacará los recursos el Estado para suplir el enorme déficit en hospitales, equipamiento y tecnología existente en Chile, comparado con los estándares de países desarrollados?

En conclusión, nadie puede aseverar que ese aumento presupuestario tan marginal de un 3,9 %, va a mejorar el servicio que hoy entrega el sistema estatal, pero sí puedo asegurar que la calidad del servicio que recibirán los 16 millones de chilenos va a empeorar. Por cierto, creer que un Fonasa “recargado”, más grande aún, aumentará las coberturas a todos los chilenos y resolverá sus listas de espera, es una ilusión o una utopía. En los últimos años, el presupuesto estatal ha crecido en nada menos que un 9 % real anual, y la calidad del servicio público no ha mejorado sustancialmente. Al contrario, la experiencia en países desarrollados demuestra que para mejorar la eficiencia y disminuir la corrupción y la burocracia, es necesaria la descentralización de los servicios con una fuerte participación del sector privado, es decir todo lo contrario a lo que se está proponiendo. Si se fusionan las Isapres con Fonasa, los millones de chilenos perjudicados por esta medida, estarán forzados sólo a utilizar dicho servicio, excepto aquellos pocos que dispongan de riqueza suficiente y sean saludables para que los reciba una aseguradora privada de salud. Quiero recordar que esto era lo que existía antes que nacieran las Isapres ¡Todos los chilenos pertenecíamos al Sermena o al SNS! Por ello, de perseverar en tales propuestas, en vez de desarrollar subsidios portables para que todas las personas ejerzan su derecho de opción en salud, se nivelará hacia abajo o se avanzará hacia atrás.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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