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Entregar el poder

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Aldo Montecinos
Por : Aldo Montecinos Académico Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Concepción / www.nuevarectoriaudec2014.cl
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El proceso eleccionario que se vive en nuestra universidad (Universidad de Concepción) tiene un matiz nuevo: por un lado, el actual rector Sergio Lavanchy pretende continuar por un quinto periodo, luego de 16 años. Por otro, dos académicos, Carlos Saavedra y Jorge Rojas, quieren ejercer el poder de manera más horizontal. Resulta anecdótico que el actual rector haya indicado, en un medio de prensa, que él no tiene el poder de un parlamentario. No estamos de acuerdo. El rector de la Universidad de Concepción sí tiene poder, tanto que, incluso, no hay oposición de funciones desde las otras instancias institucionales, como el Directorio y el Consejo Académico.


Hay conceptos que no merecen mucha atención, pues aparentemente existe acuerdo sobre su significado. Sin embargo, el lenguaje se hace insuficiente cuando dos o más personas discuten. Lo que es respeto, amor, disciplina, pueblo o libertad para alguien, no lo es para otro. A pesar de las definiciones existentes, el uso del lenguaje es dinámico. Las palabras o conceptos vienen asociados a emociones, de acuerdo a las experiencias de vida de cada persona, lo que entrega muchas dimensiones a lo que racionalmente parece bien definido.

Según la RAE, el término poder significa: “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”, y “dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar y ejecutar algo”. En esencia, el poder significa tener la capacidad de hacer algo. Así definido, todos tenemos poder. Es interesante que en estas definiciones no haya una carga ética. El poder trata sólo de tener la capacidad de hacer. Sin embargo, cuando hablamos del poder de quien dirige una institución, el poder se entiende como algo que se ha delegado o ganado, que permite hacer en nombre de la institución, por el bien de la institución. Por supuesto, qué significa bien es una cuestión fundamental.

[cita] El proceso eleccionario que se vive en nuestra universidad (Universidad de Concepción) tiene un matiz nuevo: por un lado, el actual rector Sergio Lavanchy pretende continuar por un quinto periodo, luego de 16 años. Por otro, dos académicos, Carlos Saavedra y Jorge Rojas, quieren ejercer el poder de manera más horizontal. Resulta anecdótico que el actual rector haya indicado, en un medio de prensa, que él no tiene el poder de un parlamentario. No estamos de acuerdo. El rector de la Universidad de Concepción sí tiene poder, tanto que, incluso, no hay oposición de funciones desde las otras instancias institucionales, como el Directorio y el Consejo Académico.[/cita]

El poder de una presidenta o un sacerdote, proviene de quienes componen sus instituciones. Cada miembro delega su poder personal en quien tendrá la responsabilidad de asumir el uso de este poder en hacer algo, para el mayor beneficio de la institución. Sabemos que, de acuerdo a nuestra experiencia personal e histórica, el poder despierta las mayores ambiciones. Tanto o más que el dinero y la fama, el poder es una droga que lleva, a quienes la utilizan, a estados que alteran cuestiones fundamentales. Lo que era el bien común pasa a ser un bien personal. Lo que era una concesión del poder personal de muchos, se transforma en un derecho adquirido, pues no hay otros capaces de ejercerlo. El poder corrompe el espíritu de quienes no están atentos, pues para asegurar el poder se debe comprar lealtades. El poder aísla, pues se pierde la conexión con la fuente del poder: las personas. El poder enceguece, pues la realidad se percibe desde las justificaciones de quienes son beneficiados. Por último, el poder confunde una cuestión esencial: el bien institucional queda por sobre el bien de sus miembros. Llegado a ese punto, es deber de quienes entregan su poder personal a una autoridad, recuperarlo, asumir la responsabilidad de involucrarse, comprometerse, restaurando el principio del bien común y retirando el mandato de quien lo asume como un derecho propio.

El proceso eleccionario que se vive en nuestra universidad (Universidad de Concepción) tiene un matiz nuevo: por un lado, el actual rector Sergio Lavanchy pretende continuar por un quinto periodo, luego de 16 años. Por otro, dos académicos, Carlos Saavedra y Jorge Rojas, quieren ejercer el poder de manera más horizontal. Resulta anecdótico que el actual rector haya indicado, en un medio de prensa, que él no tiene el poder de un parlamentario. No estamos de acuerdo. El rector de la Universidad de Concepción sí tiene poder, tanto que, incluso, no hay oposición de funciones desde las otras instancias institucionales, como el Directorio y el Consejo Académico.

Lo más sano para una institución, es entregar el poder en pequeñas dosis a quienes están dispuestos a asumir la responsabilidad de ejercerlo por el bien común de sus miembros. Un síntoma del poder mal entendido, es pretender que nadie más es capaz de ejercerlo adecuadamente. Esto sólo es posible si los poderes personales se entregan a quienquiera que levante la mano, pues nos hemos acostumbrado a entregar el poder, la responsabilidad. Siempre será más fácil quejarse que asumir el liderazgo. Algo muy propio de nuestra cultura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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