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Responsos por la UDI

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La UDI ha caído por procedimientos indebidos en la defensa de las libertades. En el caso del muro de Berlín era la canción la que la gente, la Humanidad toda, ya no quería oír más. En el caso de la UDI puede haber fallado el intérprete, pero la canción es la del respeto al individuo, la que hoy todos los pueblos quieren oír.


La izquierda se ha hecho presente en masa en el funeral de la UDI, pero emitiendo múltiples y sañudas invectivas contra la difunta, como las de Carlos Peña ayer en “El Mercurio”, pese a que las buenas maneras enseñan que “no hay muerto malo”, sobre todo en el día el sepelio; y las de Óscar Guillermo Garretón y Max Colodro hoy en “La Tercera”. Así será, pero las recetas que ellos predicaban (cuando al menos dos de los mismos eran fieles seguidores o funcionarios de la UP y militaban en el MAPU revolucionario o en la Jota) han probado con los años ser muy inferiores a las que siempre propició la difunta UDI en todos los respectos.

Pues ésta podrá estar muerta, pero sigue teniendo la razón: hoy el mundo reconoce que el socialismo real y centralizado, con propiedad estatal de los medios de producción (“la única solución”, como escribía Ricardo Lagos en su primer texto fundamental), resultó un desastre para los pueblos y la “dictadura del proletariado” que quería instituir la UP en esta “Hermana Menor” llamada Chile dejó en el mundo una estela de sufrimiento de setenta años y más de cien millones de muertos. De ella nos libraron los militares, inspirados por el fundador de la UDI, Jaime Guzmán, y siguiendo su consejo instituyeron una sociedad libre y una democracia que ha funcionado muy bien, dándole al pueblo la posibilidad de elegir que nunca permitió el otrora ídolo de los autores de los responsos de hoy, Fidel Castro.

Ahora, que el pueblo elija mal y lleve al poder a gente con las ideas originarias de los autores de esos responsos, y en este momento con la misión de “completar el legado de Allende”, como lo están haciendo ahora, no es culpa ni de los militares ni de Jaime Guzmán ni de la UDI.

Pero el hecho es que esta última, efectivamente, está hoy por hoy en una agonía política, porque recolectó parte de sus fondos electorales de una manera indebida. Como, por lo demás, lo hacen todos los restantes partícipes en los comicios, con dos diferencias: primera, que a ella la “pillaron” y a los demás no; y, segunda, que sus recursos provenían de mecenas privados y no de las arcas públicas, de las cuales los sustraen desde el centro hasta la izquierda, a través de “desmalezados”, empresas “GATE”, asesorías ficticias, compras de sábanas chinas más allá de las que se necesitan o, si el contribuyente es una empresa privada, emitiendo efectivamente los informes que dicen las boletas, aunque la empresa “informada” no los necesite, lo cual le está permitiendo al ministro Undurraga “zafar” de lo más bien de la actual tempestad, con pleno respaldo presidencial y de su partido. Además, cuando la boleta falsa “pillada” es de la cónyuge de un asesor publicitario de la campaña presidencial de Michelle Bachelet, la prensa apenas se preocupa de ella, los periodistas de izquierda (es decir, casi todos) se olvidan del caso y ningún fiscal anuncia formalización, de modo que asunto terminado.

A todo esto, a la cabeza del derrumbe están dos empresarios de derecha exitosos, que querían ayudar al único partido que tenía, dentro del espectro nacional, algunos rasgos de derecha: la UDI. Si cuando los candidatos pululaban por las oficinas de esos empresarios, pidiendo financiamiento electoral, ellos hubieran contestado, simplemente, “no puedo en este momento”, se habrían ahorrado muchos millones de pesos y, por cierto, el calvario que hoy están viviendo. Pero “los Carlos”, como los llama la prensa, creían en una causa política y estaban dispuestos a ayudarla. Si les pedían diez millones de pesos y ellos los daban sin más a un candidato, personalmente, debían desembolsar 14 millones, porque los dineros retirados de sus empresas están sujetos al 40% de impuesto personal. Si el candidato les llevaba una boleta de cobro a su empresa, ésta podía rebajar el monto de su utilidad, y pagar menos impuesto a la renta, y ellos quedaban libres del 40% del impuesto personal. Luego, podían destinar mucho más dinero a “la causa” con este procedimiento.

Lo malo es que era ilegal, si bien todos lo hacían desde siempre. A los únicos que habían pillado era a los socialistas en el MOP, en el gobierno de Lagos. Pero a los privados no los habían sorprendido. Incluso más, después de la primera elección, en 1989, Impuestos Internos declaró que no revisaría con ánimo de fiscalización tributaria los gastos electorales. Fue casi como decir, “en las elecciones se puede”. Y desde entonces hasta hoy todos actuaron como si se pudiera, hasta que se dio el particular “caso Penta” donde alguien, sorprendido en una irregularidad tributaria personal, que no tenía nada que ver con las elecciones, dijo: “Si yo me hundo, se van a hundir todos conmigo” y le dio a un fiscal los detalles del “modus operandi” electoral del cual él estaba a cargo. El hecho es que ahora todos los demás rezan para que esto quede confinado, “encapsulado”, en la UDI y el “caso Penta”, porque si no…

Alguno de los columnistas ex rojos y hoy “demócratas impecables” que han oficiado estos responsos ha dicho que lo sucedido equivale a una “caída del muro de Berlín” para la derecha. Pero está completamente equivocado. El muro de Berlín cayó porque aherrojaba todas las libertades. La UDI ha caído por procedimientos indebidos en la defensa de las libertades. En el caso del muro de Berlín era la canción la que la gente, la Humanidad toda, ya no quería oír más. En el caso de la UDI puede haber fallado el intérprete, pero la canción es la del respeto al individuo, la que hoy todos los pueblos quieren oír.

Si lo que la UDI representa resulta silenciado por la enorme marea publicitaria marxista, filo marxista y de los Kerenskys y ocasionales “compañeros de ruta” o “tontos útiles”, como los llaman los comunistas, será peor para el país y mejor para la revolución tan dañina que éste hoy está soportando. Y ella se impondrá con mayor facilidad.

Por eso los oficiantes harían bien en conceder que, cuando las campanas doblan por la UDI, podrían también estar doblando por el futuro nacional.

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