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Muerte insoportable: que no nos falle la memoria Opinión

Muerte insoportable: que no nos falle la memoria

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Jóvenes como los que fueron asesinados en Valparaíso son parte de esa juventud con ideales sofocados por una sociedad encerrada en sí misma, que ha tenido muchísimas dificultades para ponerse en el lugar de los demás, para pasar la barrera de sus propias seguridades, comodidades, para salir de su zona de confort, pero que en el fondo está llena de temor y de “pobrezas” ya que su individualismo la ha dejado sola, no le ha podido proveer aquello que es lo más propio de lo humanos, la riqueza presente en los vínculos sociales, el potencial humanitario que encierra e servir a los demás.


El provocar la muerte violentamente suele ser un fracaso para la sociedad, más aún en las condiciones en que ocurrió en Valparaíso donde, si bien, se puede catalogar como un “acto criminal o ejecutado por un desquiciado”, se observa allí un síntoma de una sociedad intolerante, temerosa, incapaz de oírse, verse y respetarse.

La juventud chilena es un orgullo, sus movilizaciones han hecho que despertemos de un largo letargo de injusticias, discusiones intelectuales de expertos envejecidos de centros de estudios y universidades. Estos estudiantes –a esos que le cantaba nuestra Violeta Parra- desde hace años se han volcado con una energía infinita a clamar por la justicia, y en contra de las desigualdades y las arbitrariedades ancladas y culturalmente asumidas por nuestra sociedad. Nos han abierto los ojos con acción y convicción.

En América Solidaria experimentamos todos los días la vida en cientos de personas que estando excluidas, siendo rechazadas y marginadas, aun poseen fuerza y deseos para transformar la realidad que los oprime, desde su propio protagonismo y no desde una pasividad asistencialista. Esto lo provocan -en parte- los jóvenes que parten a servir gratuitamente en sus localidades, que les permiten descubrir sus grandes riquezas y las groseras mentiras que la sociedad y la cultura ha construido acerca de sus vidas (por ejemplo que son ignorantes, subdesarrollados, flojos, alcohólicos, sucios…etc.)

[cita]¿Cuánta ira tenemos que tener para disparar a quemarropa frente a dos vidas que recién empiezan, cargadas de sueños e ideales? ¿Qué le hicimos como sociedad a ese joven que en cosas de segundos se convirtió en asesino de dos inocentes?[/cita]

Jóvenes como los que fueron asesinados en Valparaíso son parte de esa juventud con ideales sofocados por una sociedad encerrada en sí misma, que ha tenido muchísimas dificultades para ponerse en el lugar de los demás, para pasar la barrera de sus propias seguridades, comodidades, para salir de su zona de confort, pero que en el fondo está llena de temor y de “pobrezas” ya que su individualismo la ha dejado sola, no le ha podido proveer aquello que es lo más propio de lo humanos, la riqueza presente en los vínculos sociales, el potencial humanitario que encierra e servir a los demás.

¿En qué momento dejamos de mirarnos a los ojos, de ser humanos, de luchar por garantizar los DD.HH. de todos/as y empatizar? ¿Por qué nos importa tan poco el otro? ¿Cuándo la vida humana dejó de valer y se la lleva el viento desde la rabia o el descontento?
¿Cuánta ira tenemos que tener para disparar a quemarropa frente a dos vidas que recién empiezan, cargadas de sueños e ideales? ¿Qué le hicimos como sociedad a ese joven que en cosas de segundos se convirtió en asesino de dos inocentes?

Que esto sea tema en nuestras casas, que no dejemos de indignarnos en redes sociales, reuniones, sobremesas, y que esa indignación se transforme en un compromiso más grande con la dignidad y el respeto a las personas, en nuestros pensamientos, lenguaje (¡que crea realidades!) y acciones. No permitamos que este hecho pase al olvido. Las lecciones para nuestra sociedad tienen que ser tan profundas como el infinito dolor que nos provoca la partida de Exequiel y Diego.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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