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Aborto vs. no aborto

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Francisca Decebal-Cuza
Por : Francisca Decebal-Cuza Médico psiquiatra adultos y académica de la Universidad de Chile.
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«La segunda sorpresa es que se ratifica lo que dicen los estudios en el campo; la mujer que aborta suele tener a la base trastornos psiquiátricos más severos que la que no lo hace, es decir, es más vulnerable que aquella mujer que decide continuar con el embarazo».


Todos concordamos en que el aborto es un escenario indeseable. Nadie quiere matar un feto si no es necesario. Hoy nuestro país discute si el aborto es una necesidad para algunas mujeres, por lo que la pregunta obvia a continuación es si abortar constituye una alternativa más favorable que seguir adelante con un embarazo indeseado.

Últimamente me han preguntado mucho qué pasa a largo plazo con la salud mental de las mujeres que abortan, sin embargo la evidencia disponible en la literatura científica es contradictoria. Por esta razón, si bien podría resultar sesgado, confío más en la sistematización de mi propia experiencia clínica.

Cada vez que recibo a una mujer en mi consulta psiquiátrica, le pregunto dirigidamente si se ha realizado abortos. Lo hago desde hace unos siete años y esto me ha permitido tener una casuística de alrededor de trecientas pacientes, muchas de las cuales he seguido tratando por largo tiempo.

Me he llevado varias sorpresas al revisar las fichas clínicas de estas mujeres. La primera es que, a pesar de que la mayoría tiene buena situación económica (el grupo que supuestamente más aborta porque puede pagarlo), la proporción que ha abortado no alcanza a ser una de cada veinte.

La segunda sorpresa es que se ratifica lo que dicen los estudios en el campo; la mujer que aborta suele tener a la base trastornos psiquiátricos más severos que la que no lo hace, es decir, es más vulnerable que aquella mujer que decide continuar con el embarazo.

¿Y qué pasa psiquiátricamente con la mujer que aborta? Tercera sorpresa, no hay una sola respuesta. En mi práctica profesional he visto pacientes (pocas por suerte) que a partir de un aborto han desarrollado patologías psiquiátricas devastadoras y que llevan años en terapia psiquiátrica y psicológica intentando sobrellevar este trauma; pacientes (la mayoría) que tienen sintomatología moderada que responde bien al tratamiento; y pacientes (las menos) en las que el aborto es un antecedente más en su historia obstétrica, que aparentemente no produjo consecuencias psíquicas mayores, si bien esto podría entenderse a partir de mecanismos defensivos como la negación.

Sobre la conformidad con el aborto, la mitad de mis pacientes sigue arrepentida incluso después de décadas.

Por supuesto también tengo muchas pacientes que son madres, varias de las cuales consideraron abortar y no lo hicieron. En este grupo hay algunas que han llegado a término con embarazos de fetos “inviables”.

¿Y qué pasa psiquiátricamente con la mujer que se ha convertido en madre? Cuarta sorpresa: a diferencia del grupo anterior, hasta el día de hoy no tengo ningún caso de una mujer en quien la maternidad en sí haya producido patologías psiquiátricas devastadoras ni que haya llegado al final de su gestación y se encuentre arrepentida de que su hijo haya nacido.

Así, en mi casuística, el aborto claramente es menos seguro que el no abortar.

 

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