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Superando la cultura zombie en Chile

Víctor González Kowal
Por : Víctor González Kowal Periodista. Estudiante de acupuntura.
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«Vivir la cultura de barrio, nos salvará de los zombies. Hacerse ciudadano es activar el hoy por ti, mañana por mí y pasado por nosotros. Es una instancia para promover que no todo está perdido porque más de alguien vendrá a ofrecer su corazón».


Desde el Thriller de Michael Jackson hasta el mensaje de Whatsapp por el desabastecimiento de la gasolina, se ha ido instaurando una cultura de hordas humanas sin alma merodeando las calles con motivos de depredar a las personas buenas y sanas que huyen despavoridas hacia sus casas – búnker. Influidos por el miedo y por el sentimiento de  ver  que las necesidades son infinitas y los satisfactores de ellas finitos,  se ha ido corriendo la bola que en un próximo tiempo andaremos por las calles fuertemente armados en vehículos blindados preparados a que, en cualquier momento seamos atacados por chusmas sin conciencia devorando todo lo encontrado a su paso.

Las huellas dejadas en el pavimento por neumáticos que ardieron en su momento, se multiplican en cada esquina, en las carreteras concesionadas y en los corredores del transantiago recién construidos. Se constata el descontento que se larva y prepara para cuando alguien encienda la mecha o corte la luz. Algo así sucedió hace unos días cuando se viralizó un mensaje respecto a una huelga directamente relacionada con el abastecimiento de combustible. Esa sola sospecha provocó que cierta gente se dejara atraer por el magneto de la inseguridad y sacara su mad max interior cuyo soberano interés responde dirección camino a su búnker y que el resto de los mortales, que se joda, nos jodamos.

La ideología de la escasez, propia de una sociedad basada en la asignación de recursos mediante el sistema mercantil, se instala en la forma de ser y actuar de grupos humanos, en sus distintas estratificaciones, que se organizan bajo la premisa de una competencia de autos chocadores o mediante el sistema de a río revuelto, ganancia de pescadores. Entonces estamos claro que vivimos una economía fundada primitivamente en la emoción del hombre lobo del hombre y su dejar hacer. Total una mano invisible resolverá todo lo demás, y si no lo resuelve, los medios de comunicación le darán su toque farandulero para que pase como mimo haciendo su show en un semáforo. Sin embargo, al unísono, nace en nosotros voces para mantenernos despiertos, que no es lo mismo que insomnes, y nos permitimos capear las circunstancias fabricadas con rumores. He ahí la importancia de contar con instituciones éticas fuertes y generosas en su concepción de socorro al más desvalido y de dirección para quienes buscan un destino. Porque el ser humano, sabemos, es un animal político, capaz de fomentar una cultura de solidaridad cuando se organiza en torno a ideas mayores de convivencia.

El encapuchado de siempre hará de las suyas y sus molotov derramarán fuego sobre nuestras expectativas de vida, si huimos y en la escapada, manifestamos tener miedo al colocar like, o compartiendo notas poco halagüeñas, o retuiteando imágenes como la estampida en masa, corre por un callejón oscuro hacia una moledora de carne gigante. Vivir en ciudad es atenerse a las consecuencias ecológicas de un sistema con innumerables conexiones, posibilidades y oportunidades. En este sentido vivir la cultura de barrio, nos salvará de los zombies. Hacerse ciudadano es activar el hoy por ti, mañana por mí y pasado por nosotros. Es una instancia para promover que no todo está perdido porque más de alguien vendrá a ofrecer su corazón.

Si bien es cierto en cualquier minuto uno puede perder el alma, sumarse a la marea de desalmados que andan deambulando por las calles y /o conduciendo sus vehículos en exceso  o ubicándose en un estacionamiento exclusivo para discapacitados o mujeres embarazadas. También en cualquier minuto uno puede recuperarla y entenderse con el otro, sacarnos la máscara del “Sr. o Sra centro del universo” y sonreír, dar las gracias, pedir las cosas por favor, viajar en transporte público.

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