Frente a la arremetida del pensamiento colectivista de izquierda, que plantea que los derechos inalienables del individuo pueden ser pasados a llevar por la idea de «interés general» (propuesta política encarnada en el libro El otro modelo), la derecha está respondiendo con una idea vaga de proyecto político tan nocivo como el de Atria y compañía, por la sencilla razón de que derecha e izquierda están defendiendo lo mismo. Para esconder su pretensión de alcanzar el poder disfrazándola de lo que parece ser un cuerpo de ideas coherente, la derecha es fanática por crear conceptos. Su «conceptualismo» se ha manifestado en abundancia: el «bacheletismo-aliancista», la «derecha popular» y el «centro social» fueron las significaciones de moda. Hoy, el concepto en alza es «mayoría social».
Expresiones de lo anterior hay bastantes. Por citar algunos ejemplos, Monckeberg señala que se quiere «conformar una mayoría social que nosotros representamos», Silva asegura que la tarea es «generar una mayoría política para cambiar las que hoy día tienen una mayoría social en contra», Hernán Larraín manifiesta que «la mayoría social es la que derrota a la Nueva Mayoría» y que la oposición se identifica con ella.
[cita] La derecha crea conceptos porque teme enfrentar esta cruda realidad, y se engañan creyendo inocentemente que la expresión de la ciudadanía es en contra de las reformas, regocijándose con ello; mas no ven que esa «mayoría social» está pidiendo un gobierno eficiente y seguro, no ideas distintas. [/cita]
Esta compulsión de la derecha por crear conceptos se debe a la confusión que tiene sobre el escenario en el que viven. Aseguran a pie juntillas que el problema es el gobierno de la Nueva Mayoría, el (no) liderazgo de Bachelet o la malevolencia del PC, pero lejos están en su diagnóstico. Cualquiera sea el gobierno, el atolladero es que las ideas de la izquierda son hegemonía en el país. De hecho, esto lo podemos ver respecto a que los mismos personeros de derecha están configurando sus esfuerzos electorales e intelectuales basados en dicha hegemonía: ven la desigualdad como problema, creen en el Estado como promotor de ciertas formas de vida, aseguran que el mercado tiene «fallas» que el aparato burocrático tiene que subsanar, etc.
La derecha crea conceptos porque teme enfrentar esta cruda realidad, y se engañan creyendo inocentemente que la expresión de la ciudadanía es en contra de las reformas, regocijándose con ello; mas no ven que esa «mayoría social» está pidiendo un gobierno eficiente y seguro, no ideas distintas.
Cuando la derecha —o cualquier grupo que se sienta oposición— descubra que la pelea no es en el plano ni material ni conceptual, sino en la interpretación de la realidad, estará combatiendo en igualdad de condiciones con las pretensiones socio-ingenieriles de los intelectuales de la Nueva Mayoría. Cuando la derecha se sacuda las espesas telarañas del cosismo, del paternalismo moral y su «conceptualismo», podrá encontrar su verdadera identidad y podrá ser una oposición de verdad, no un empaque distinto para las mismas ideas.
