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Una oportunidad centenaria

Ignacio Perez Tuesta
Por : Ignacio Perez Tuesta @ipereztuesta Director de la Escuela de Periodismo de UDLA – Universidad de Las Américas Presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Chile
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Conocidos ya los rivales de Chile en la Copa América Centenario, que se realizará en Estados Unidos entre el 3 y el 26 de junio, las reacciones del medio se centraron en el debut de la Roja frente a Argentina. Esto porque aún resuenan ecos de la final de la Copa América pasada, donde los dirigidos entonces por Jorge Sampaoli lograron por primera vez un título internacional para nuestro país.

Desde Argentina algunos hablan de revancha, luego de aquella final que se definió desde los 12 pasos. Pero más allá del morbo que tendrá este partido –encuentro que se repetirá en marzo para las clasificatorias a Rusia 2018–, este torneo debe ser una prueba para ver cuánto hemos aprendido como país del deporte, sus procesos, tiempos y características.

Si bien a nivel de selección adulta, la Copa América de 2015 fue la primera en la historia, ha habido otros momentos donde el fútbol y el deporte chileno han tenido otros logros o momentos de relativo éxito, y donde la caída inmediata ha sido estrepitosa porque no se aprendió nada de aquellos buenos momentos.

En una rápida revisión de los últimos años, encontramos el tercer lugar de la selección sub 17 de Japón en 1993, pero luego pocos de esos jugadores llegaron a jugar a la adulta. Las buenas campañas en la Libertadores de equipos chilenos en los noventa con Colo-Colo campeón en 1991 y semifinalista en 1997, Universidad Católica finalista en 1993, Unión Española en cuartos de final en 1994, Universidad de Chile semifinalista en 1996, pero que terminaron a los pocos años con todos esos clubes quebrados e incluso con los hispanos descendidos a la B.

[cita tipo=»destaque»] ¿Mala suerte, decisiones erradas, improvisación, poca preocupación por el deporte? Quizás es una pésima mezcla de todos esos factores, pero hay uno determinante: no saber convivir con el éxito sin que este llegue a marear la cabeza. Ser lo suficientemente ponderados para no caer en exitismos y creer que ya todo se ha ganado, ni fatalismos porque se sufre alguna derrota postéxito, lo que lleva siempre a tomar decisiones apresuradas y erradas.[/cita]

Para qué hablar de la selección adulta. Después de 1998 Chile estaba de fiesta con el equipo de Salas y Zamorano en el Mundial de Francia, hablando del renacer del fútbol chileno y el definitivo despegue del balompié nacional. ¿Qué pasó? Solo tres años después Chile terminaba último en las clasificatorias a Japón-Corea, con jugadores que no querían venir a Juan Pinto Durán y con clubes en la bancarrota y sin agua en las duchas.

Tomemos la raqueta y veamos el caso del tenis, donde al mismo tiempo Chile gozó de tres jugadores que alcanzaron el top ten, como Marcelo Ríos (número 1 del mundo), Fernando González y Nicolás Massú, además estos últimos medallistas olímpicos que lograron en total 4 preseas en dos JJ.OO. (Massú oro individual, González plata y bronce individual y ambos oro en dobles). Tiempos que se ven extremadamente lejanos, ya que hoy Chile tiene a su mejor jugador en el puesto 196 del ATP y el equipo de Copa Davis está por enfrentar a República Dominicana por la Zona Americana y pasar a segunda ronda, para recién soñar con volver al Grupo Mundial.

¿Mala suerte, decisiones erradas, improvisación, poca preocupación por el deporte? Quizás es una pésima mezcla de todos esos factores, pero hay uno determinante: no saber convivir con el éxito sin que este llegue a marear la cabeza. Ser lo suficientemente ponderados para no caer en exitismos y creer que ya todo se ha ganado, ni fatalismos porque se sufre alguna derrota postéxito, lo que lleva siempre a tomar decisiones apresuradas y erradas.

Es de esperar que como país hayamos madurado y entendamos que ni un equipo, ni una disciplina ni menos toda la estructura del deporte de un país, puede depender de una persona o basarse en generación espontánea, sino que hay que establecer la solidez que solo da el trabajo planificado y con metas a mediano y largo plazo, mirando el bosque y no los árboles. Y si bien acá la responsabilidad mayor es de quienes toman las decisiones, el medio en general (periodismo, hinchas) debe contribuir al cambio y también profesionalizarse.

La Copa América Centenario –ya sin el DT que logró el primer título de la historia hace pocos meses– es una buena oportunidad para crecer, madurar y comenzar a mirar el deporte no solo esperando un triunfo momentáneo saboreado con el asado y la cara pintada, sino que verlo como un camino largo y consistente, en el que también se puede perder un partido o un título y que eso no significa borrar todo y comenzar de cero.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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