Justo el día en que la Presidenta Bachelet, no sin socarronería, tildaba a las élites del Frente Amplio como “hijos de la Concertación”, venimos a saber que se trataba de una lectura política correcta de lo que pueden llegar a ser estas élites de esta nueva izquierda de Revolución Democrática.
Giorgio Jackson, ícono del Frente Amplio, aprobó, junto a algunos diputados de la comisión de Educación de la Cámara, que las universidades nacidas para lucrar, que se forjaron bajo la égida de la dictadura cívico-militar más neoliberal de la historia presente, universidades posrreforma del 81, puedan integrar el CRUCh con todas las de la ley. No solo aprobó que esas universidades puedan ingresar al CRUCh sino que, además, conocía el texto de antes.
Insólito.
Justo el día en que la Presidenta Bachelet, no sin socarronería, tildaba a las élites del Frente Amplio como “hijos de la Concertación”, venimos a saber que se trataba de una lectura política correcta de lo que pueden llegar a ser estas élites de esta nueva izquierda de Revolución Democrática.
Lo asombroso es que, al conocerse lo que se aprobó, el texto que se aprobó, por lo menos desde una opinión ciudadana, resulta del todo extraño y difícil de entender o de explicar.
¿Por qué? Porque los dos rectores de las dos universidades que se ven directa y rápidamente beneficiadas con esta indicación, fueron los autores materiales de dicha moción presentada por los diputados. Sí, ellos, los rectores Carlos Peña y Eduardo Silva, escribieron lo que los diputados después aprobaron. Claro, con alguna modificación para no pecar de abuso, pero muy leve y poco significativa, pues lo de fondo es que esas dos universidades son las dos primeras beneficiadas con la aprobación de dicha indicación.
Lo que los rectores escribieron y lo que se aprobó, compárelos Ud. mismo:
Son textos casi idénticos. Fue un texto enviado a todos los diputados el 11 de mayo de 2017. Para quedarse sin palabras y reflexionar respecto a nuestra democracia. Y las preguntas que podemos hacer son sencillas y de sentido común y muy honestas.
¿Cuántas personas normales pueden hacer lobby así e influir positivamente en la misma dirección que van sus propios intereses? ¿Este lobby está registrado como corresponde en la Cámara? ¿Es ética esta operación de lobby? ¿Es solo estéticamente reprochable este operar?
Respecto a nuestra democracia futura, lo que queda es que “los hijos de la Concertación” del Frente Amplio, para muchos la esperanza de la política, puedan comprender con mayor claridad cómo opera el lobby feroz en Chile.