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Lo que debemos saber, conocer y apreciar del sector sanitario chileno Opinión

Lo que debemos saber, conocer y apreciar del sector sanitario chileno

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Alexander Chechilnitzky Zwicky
Por : Alexander Chechilnitzky Zwicky Presidente Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental-capítulo Chileno.
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Es una tendencia, algo dogmática, indicar sin fundamento alguno que los conflictos hídricos del país tienen su origen principalmente en la orientación del modelo de gestión actual de los servicios sanitarios, sin considerar que los más de 13 años de sequía, con una reducción hídrica cercana al 40%, se deben a múltiples factores que convergen en el cambio climático (disminución de precipitaciones, altas temperaturas, inviernos muy cortos, entre otros) y, por qué no decirlo, a intervención de terceros en cauces naturales.

Existen otros factores que muy poco se mencionan respecto de la escasez hídrica que azota a nuestro país, como por ejemplo el aumento en la demanda de agua con una misma, incluso reducida, oferta. Es así, gracias a la robustez de la infraestructura sanitaria y los planes de continuidad operacional y resiliencia, en conjunto con un trabajo público-privado, que los habitantes de nuestro país, que son abastecidos por empresas sanitarias, muy poco perciben la menor disponibilidad de agua que prevalece.

Según el último informe de gestión del sector sanitario (2020), elaborado por la Superintendencia de Servicios Sanitarios, la dotación de agua potable, es decir el consumo diario de agua potable por habitante, promedia 161,1 litros. Lo anterior, se encuentra un 37,9% superior a los consumos diarios por habitante de los países OCDE.

En la década de los sesenta, el país registraba una deficiente cobertura de agua potable (53,5%) y de alcantarillado (25%), con un gran número de entidades públicas proveedoras del servicio urbano. A partir de los años 70, la prioridad que se le dispensó a las inversiones sanitarias como uno de los ejes de la política de salud pública, detonó el inicio de las transformaciones que seguirían en el sector.

Debido a cambios normativos en la década de los 90, comenzaron a entrar actores privados al sector sanitario que, entre otros y gracias a las inversiones realizadas, siempre fiscalizadas por el Estado, empezaron a dejar atrás noticias que eran muy recurrentes en la época: Tifus, Cólera y Hepatitis.

Sólo hay que recordar los primeros meses del año 1992 cuando comenzaron a aparecer los primeros casos de habitantes de la Región Metropolitana contagiados con Cólera (no está de más decir que en 1886 el Cólera mató a más de 30 mil personas en nuestro país). Sin embargo, y gracias a la ya amplia cobertura de agua potable con la cual se contaba, el brote fue menor.

El agua es un bien nacional que pertenece a todos los chilenos y los prestadores de servicios sanitarios operan los sistemas de agua potable y alcantarillado regidos por las más estrictas normas que la autoridad le impone. Esto nos ha permitido no solo contar con un suministro continuo y libre de agentes patógenos, sino también con una cobertura comparable con la de países como Singapur, Suiza, Portugal, Francia, Reino Unido y España.

Asimismo, al comparar las tarifas de grandes ciudades, respecto de las que pagan los clientes del Gran Santiago, éstas figuran dentro del grupo de las más reducidas, incluso a un costo más bajo que las existentes en Alemania, Canadá, Finlandia, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Costa Rica o México.

Estatizar los servicios sanitarios generaría un retroceso nocivo para todo ese trabajo mancomunado que podría poner en riesgo las múltiples urgencias que hoy debe atender el Estado y podría significar perder también el estatus alcanzado por el sector sanitario chileno que hoy mantiene los más altos indicadores de América Latina, con una cobertura urbana concesionada del 99,9% en agua potable, un 97,3% en alcantarillado y el 99,9% en el tratamiento de aguas servidas sobre la población conectada al sistema de alcantarillado, liderando el ranking de los países OCDE.

Creemos que el marco regulatorio debe ser actualizado en vista de los desafíos actuales y futuros, pero eso no guarda relación con desarmar el modelo de participación público privada, sino por el contrario, este se debe fortalecer mejorando la regulación.

No borremos con el codo lo que se ha realizado y mejorado con éxito en las últimas décadas y, más aún, lo que es materia de admiración a nivel mundial.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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