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Violencia escolar Opinión

Violencia escolar

Cristián Araya L
Por : Cristián Araya L Diputado partido Republicano.
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Los datos son indesmentibles. El fenómeno de la violencia escolar va en alza, muy de la mano con la violencia que se registra a nivel general en el país. Y es que lo que ocurre al interior de los establecimientos educacionales es reflejo de lo que está sucediendo también en la sociedad.

Agresiones a profesores y auxiliares, maltrato físico y psicológico, apuñalamiento, peleas con armas y funas se reiteran con alarmante frecuencia en distintos colegios a lo largo de Chile, evidenciando un problema que debe ser abordado con sentido de urgencia.

Las causas de este problema son multifactoriales, pero me quiero detener en una en particular, porque considero que tiene una incidencia transversal en los distintos tipos de violencia que se registran en la actualidad en diferentes ámbitos: el debilitamiento del principio de autoridad.

Basta hacer un pequeño barrido por las redes sociales para encontrarse con videos donde alumnos desafían de forma inaceptable a sus profesores y autoridades de los colegios, en una total falta de respeto que deteriora gravemente el ambiente escolar al interior de las aulas y los recintos estudiantiles.

Y esta pérdida del principio de autoridad tiene como base la pérdida de autoridad de los padres frente a sus hijos. El problema principal radica hoy en los hogares, ya que si los hijos no respetan la autoridad de las personas más influyentes en su proceso de formación, difícilmente lo harán con sus profesores. Falta de respeto a la autoridad, que esos mismos estudiantes replican hacia otros ámbitos de la vida, como no respetar la autoridad de las policías, ni las normas de convivencia, ni las leyes. El saltarse los torniquetes del Metro es una clara expresión de esa actitud disfuncional.

Problema que se ha visto profundizado en el último tiempo, porque incluso muchos de quienes están llamados a ejercer ese principio de autoridad, en diferentes actividades, han optado por no hacerlo, y han contribuido a erosionar su sentido, cuestionándola en muchos casos, o restando legitimidad a las instituciones y a quienes son parte de ellas.

Fui dirigente estudiantil en el Liceo Lastarria a mediados de la década del 2000, y desde esa época ya se registraba una sostenida falta de respeto hacia la autoridad en los colegios, no sólo de irrespeto hacia los profesores y autoridades escolares, sino que también entre los propios compañeros, ya que unos pocos que se movilizaban, afectaban el proceso educativo de todo el resto, sin que se le pusiera el oportuno atajo a esta actitud disruptiva.

Esa realidad no ha cambiado, y por el contrario, se ha agudizado, en gran medida, porque esa realidad de violencia ha sido legitimada, institucionalizada, principalmente por la izquierda radical, que la ha validado como mecanismo de expresión para botar frustraciones y obtener determinados objetivos.

El asunto se agrava aún más cuando esa izquierda radical, que ha validado la violencia, se encuentra hoy en el gobierno, donde carece de toda autoridad (vaya paradoja) para controlar la violencia, restablecer el orden público y resguardar el estado de derecho.

De ahí, que no es casualidad que desde que asumieron se observa un recrudecimiento de la violencia en el país, porque junto con la pérdida del sentido de autoridad, se incremento la sensación de impunidad, de que frente a la vulneración de la ley y las normas de convivencia, el castigo es menor o inexistente.

Nos encontramos en un punto de inflexión en este tema, porque si no se logra revertir el debilitamiento del principio de autoridad, no se podrá frenar la violencia, y eso derivará en una peligrosa naturalización de la misma, con los nefastos resultados que se pueden advertir en varios países de la región, que nunca más se pudieron sacudir de una violencia que se volvió crónica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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