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Gobernanza en las empresas: pasemos del dicho al hecho Opinión

Gobernanza en las empresas: pasemos del dicho al hecho

Susana Sierra
Por : Susana Sierra Ingeniera comercial. Socia y fundadora de BH Compliance
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¿Entonces qué están haciendo para tener a la G en el centro de su estrategia de sostenibilidad? ¿Es parte de sus metas de mediano y largo plazo contar con un programa de compliance sólido que les permita relacionarse adecuadamente con inversionistas, reguladores y a la sociedad en general? ¿En qué deben fijarse para lograrlo?


El reciente estudio “ESG y Gestión de la Reputación: Una mirada empresarial”, realizada por Azerta Propósito & ESG y Acción, a altos ejecutivos de empresas chilenas, muestra un revelador diagnóstico de cómo evalúan el impacto que los riesgos relacionados con las dimensiones ambiental, social y de gobernanza (ESG) pueden tener sobre la reputación corporativa. 

Las conclusiones que podemos extraer son varias. 

Por un lado, un abrumador 93% de los consultados considera que los criterios ESG son cruciales para construir la reputación empresarial al interior de sus organizaciones. Es alentador constatar la creciente relevancia que estas dimensiones han adquirido como pilares fundamentales para el éxito y la sostenibilidad de una empresa. Sin embargo, ocurre lo contrario cuando nos enteramos de que apenas el 7% de ellos cree que sus propias compañías poseen un alto nivel de desarrollo en estas áreas. 

Esa brecha entre la percepción que tienen y la realidad que admiten es lo que urge cambiar. En el mundo dinámico y cada vez más complejo en el que vivimos, inversionistas, reguladores, consumidores y la sociedad en general están siendo cada vez más conscientes del rol que las empresas tienen como agentes de cambio, y, por lo tanto, exigen más de ellas. La forma de responder a esa demanda es abordar los criterios ESG no como una mera estrategia de marketing, sino por convicción, planteando objetivos reales y en sintonía con sus metas de largo plazo. 

La pregunta que viene a continuación es, ¿cómo hacerlo? Y la respuesta está en la G como primera letra, ya que sustenta a la E y la S. Aunque estas últimas tienden a ser privilegiadas por las empresas porque son medibles y cuantificables, es la gobernanza la dimensión en la que reside la base del éxito para alinear la sostenibilidad a la estrategia de largo plazo. 

El mismo estudio demuestra que el mundo empresarial está consciente de eso: un 46% de los consultados considera a la gobernanza como la dimensión más importante dentro del espectro ESG. En el fondo saben que sin un buen gobierno corporativo es difícil responder a las demandas de la ciudadanía por una actuación más transparente y sostenible, que sostenga los aspectos ambientales y sociales. 

¿Entonces qué están haciendo para tener a la G en el centro de su estrategia de sostenibilidad? ¿Es parte de sus metas de mediano y largo plazo contar con un programa de compliance sólido que les permita relacionarse adecuadamente con inversionistas, reguladores y a la sociedad en general? ¿En qué deben fijarse para lograrlo?

Existen varios elementos que se deben abordar, partiendo por contar con un directorio efectivo e idóneo; tener un sistema de compensaciones y remuneraciones que incentive el correcto desempeño colectivo e individual de sus trabajadores, más allá de solo lograr metas específicas; disponer de una adecuada gestión de riesgos y manejo de crisis; actuar en sintonía con los stakeholders para aumentar la confianza en la compañía, disminuyendo incertidumbres y mejorando la toma de decisiones, y promoviendo la ética y transparencia como factores esenciales de sus acciones.

Las empresas que se han tomado en serio el trabajo de construir esos cinco pilares para prevenir focos de corrupción y malas prácticas han hecho un gran avance para responder a las exigencias de una ciudadanía con crecientes niveles de desafección y desconfianza hacia las instituciones. 

Gracias a su proactividad, les será más fácil adaptarse a las nuevas regulaciones que buscan impedir y sancionar los delitos de “cuello y corbata”, como es el caso de la nueva Ley de Delitos Económicos, que los sistematiza y adecúa las penas aplicables a ellos; o la norma 461 de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), que obliga a las empresas reguladas a informar sus procesos, prácticas y políticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo.

Si sucesivos escándalos han evidenciado la necesidad de reforzar las políticas de compliance; si las normas y leyes que se están aprobando así lo están exigiendo, y si las dimensiones ESG hace tiempo dejaron de ser demandas de nicho, llegó la hora de pasar de la percepción que refleja la encuesta a la acción, cuya falta también se evidencia en ella.  

Tomemos en serio la importancia de la gobernanza como primer criterio de la sustentabilidad de una empresa. Sin la G no tenemos E ni S. Por eso, más que de ESG hablemos de GSE: pongamos a la gobernanza en el lugar que le corresponde, encabezando la agenda de sostenibilidad de las compañías. Sumándose al movimiento por la G podrán lograr una coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. 

Pasemos entonces del dicho al hecho.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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