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No es que entre poco, sino que sale mucho Opinión

No es que entre poco, sino que sale mucho

Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario
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En materia de los ingresos de capital provenientes del exterior, los círculos económicos, políticos y académicos del país suelen seguir con interés el movimiento anual o trimestral de la inversión extranjera directa que entra al país.  


Ese es un dato importante, pues la entrada de capitales extranjeros al país por concepto de inversión directa, implica, por lo general, un incremento de la capacidad productiva, del empleo, de la capacidad exportadora y no pocas veces de incremento de las capacidades tecnológicas que, de una u otra forma, quedan como patrimonio del país. 

Es bueno, por lo tanto, que esa inversión llegue, en la mayor medida posible, siempre y cuando respeten las leyes y normas salariales, medioambientales y tributarias del país. 

Pero también es igual o mayormente importante, para los efectos macroeconómicos del país, el centrar la atención en lo que sale de nuestro territorio por diferentes aspectos que podemos englobar bajo la denominación de fuga de capitales, que no tiene nada que ver con el gasto que el país realiza para efectos de compra en el exterior de bienes y servicios.

Por este concepto de fuga de capitales se nos va del país una cantidad extremadamente alta de fondos que también podrían incentivar las capacidades productivas, exportadoras y tecnológicas, si se quedaran dentro del territorio. 

Veamos algunas cifras al respecto. Por lo que se denomina “inversión de cartera” salieron del país, en términos netos, 2.520 millones de dólares en el primer trimestre de este año, y 3.574 millones de dólares en el segundo trimestre, lo cual da un gran total para el primer semestre de 6.094 millones de dólares. Dentro de esta categoría se incluyen los aumentos de activos en el exterior por parte de personas y de empresas no financieras, como son, por ejemplo, los aumentos de los depósitos, o la compra de títulos o papeles, en el exterior. 

Estos montos, así como otros que mencionaremos, salen del país en forma absolutamente legal, sin trampas ni caminos engañosos. Se trata de operaciones legales, de las cuales el Banco Central solo toma debida nota para efectos estadísticos.

Otro ítem importante es el que se denomina “salida de capitales”, que corresponde a la desinversión que realizan en Chile los agentes económicos externos que habían entrado capitales en períodos anteriores. Por este concepto salieron, también en términos netos, es decir, salidas menos entradas, 1.793 millones de dólares en el primer trimestre del año y 1.817 millones de dólares en el segundo trimestre, lo cual da un total semestral de 3.610 millones de dólares.

Estos montos corresponden, en principio, a decisiones tomadas por inversores externos, pero es dable suponer que muchos inversionistas nacionales pierden su nacionalidad en el exterior –o por lo menos así lo hacen sus capitales– y, de esta forma, estos últimos pueden volver a Chile como capitales externos y gozar de las mayores ventajas que da esta condición. 

Finalmente –en una breve mención de los elementos netos que pueden clasificarse dentro del concepto de fuga de capitales–, no todas las cantidades que los capitales chilenos invertidos en el exterior reciben por concepto de utilidades son traídas al país de origen, es decir, a Chile, sino que son mantenidas en el exterior bajo la forma de reinversión de utilidades. Estos fondos suman 2.925 millones de dólares en el primer trimestre y 965 millones de dólares en el segundo trimestre, para un total semestral de 3.890 millones de dólares. 

Estas cifras mencionadas están en términos netos, es decir, son el resultado de lo que entra y de lo que sale por el correspondiente ítem. Se trata, por lo tanto, de cantidades importantes de fondos que han salido del país, en forma absolutamente legal, lo cual muestra la permisibilidad legal existente para estos fines, así como la racionalidad en materias financieras que preside las decisiones de muchos de los agentes económicos nacionales, exenta de toda consideración sobre qué es lo que más le conviene al país. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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