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Hepatitis C: la enfermedad ignorada, oculta y olvidada Opinión

Hepatitis C: la enfermedad ignorada, oculta y olvidada

Los medicamentos para VHC son extremadamente caros para nuestro sistema de salud, las asociaciones de drogas indicadas que son el sofosbuvir + ledispasvir, cuyo costo alcanza a los $7,5 millones por caja y, como se requieren 3 cajas, alcanza a los $22,5 millones. Otra alternativa igualmente costosa es sofosbuvir + velpatasvir, cuyo costo por caja es de  6,6 millones de pesos, es decir, el costo total del tratamiento de 3 semanas alcanza a $19,8 millones de pesos.  Son costos enormes para cualquier familia e imposibles de costear para la inmensa mayoría de nuestros pacientes.


La Hepatitis C es una enfermedad hepática, inflamatoria, causada por el virus de la hepatitis C (VHC). Es una patología que genera graves problemas a nivel mundial, ya que los pacientes pueden desarrollar cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular.  El hígado se daña en forma irreversible por efecto de la cirrosis, llevando al paciente a insuficiencia hepática y puede también desarrollarse un cáncer hepático.

En Chile, la mortalidad por cirrosis es una de las más altas de la región. Si consideramos las causas de mortalidad, entre 45 y 59 años de edad, esta enfermedad es proporcionalmente mayor a otras, en un grupo etario altamente activo y productivo.

A nivel mundial se estima que existen aproximadamente 170 millones de personas infectadas por el VHC. La mortalidad anual se estima en cerca de 390 mil personas al año. En Chile la prevalencia de enfermos es del 0,36 % de la población donante de sangre y en la población general se estima que la prevalencia de un 1,8%. Por lo tanto, hay más pacientes con VHC que pacientes con VIH y además la mortalidad por VHC es más alta que la mortalidad por VIH. Los factores de riesgo están relacionados con trasfusiones de sangre y uso de equipos contaminados (décadas atrás fue solucionado y la sangre es testeada a nivel nacional) y cada vez más con el uso creciente de drogas endovenosas (inyectables) y relaciones sexuales desprotegidas.

La historia natural de la enfermedad es importante entenderla. Una vez que el paciente adquiere el virus, el 25% desarrolla un cuadro de hepatitis aguda, los síntomas son inespecíficos y solo el 20 a 30 por ciento de los pacientes desarrolla ictericia (coloración amarilla). ¿Por qué es importante esto? Porque la enfermedad puede pasar desapercibida en el 70% de los pacientes. El riesgo de desarrollar cirrosis y carcinoma se estima entre un 15 a 45 por cieento de pacientes que NO reciben tratamiento adecuado. A partir de aquel momento la expectativa de vida no es mayor a 10 años. La tasa de mortalidad bruta por enfermedades hepáticas en Chile es de 23 por 100 mil habitantes,  ¡sin considerar el carcinoma hepatocelular! Es casi 10 veces más alta que la mortalidad por VIH/SIDA.

Frente a esta situación y ante a un importante número de pacientes en Chile que pueden llegar hasta 240 mil personas, que de no ser tratadas van a evolucionar en un 20% a cirrosis y cáncer. Es un imperativo implementar el tratamiento universal para los pacientes que lo requieren. Los tratamientos actuales son altamente efectivos, con una tasa de curación sobre el 95% si son bien indicados.

Los medicamentos para VHC son extremadamente caros para nuestro sistema de salud, las asociaciones de drogas indicadas que son el sofosbuvir + ledispasvir, cuyo costo alcanza a los $7,5 millones por caja y, como se requieren 3 cajas, alcanza a los $22,5 millones. Otra alternativa igualmente costosa es sofosbuvir + velpatasvir, cuyo costo por caja es de 6,6 millones de pesos, es decir, el costo total del tratamiento de 3 semanas alcanza a $19,8 millones de pesos. Son costos enormes para cualquier familia e imposibles de costear para la inmensa mayoría de nuestros pacientes.

Medidas urgentes a implementar

¿Qué podemos hacer para bajar el costo de los medicamentos? Vislumbro por lo menos 3 soluciones.

Una es aplicar la Licencia Obligatoria, documento ya emitido y firmado por la ex ministra de Salud Carmen Castillo T. y que no se ha concretado aún por parte del Ministerio de Salud actual (propuesta resistida por grupos de interés). Este tipo de medidas tiene un respaldo en el Acuerdo sobre ADPIC y la salud pública de la Organización Mundial de Comercio, cuando un Estado define que la patología es un problema de salud pública o emergencia sanitaria.

La segunda es otorgar la posibilidad a la Cenabast para que importe medicamentos genéricos desde otros países, siempre que cuenten con los criterios de prácticas de buena manufactura y bioequivalencia. 

Y una tercera posibilidad es llevar a cabo transferencia tecnológica (que también puede y debería utilizarse en los medicamentos para el VIH). Esto consiste en que el laboratorio dueño de la patente transfiere la tecnología a un laboratorio nacional para que pueda fabricar el medicamento en Chile. Mediante este mecanismo podemos obtener una reducción significativa del valor, fortaleciendo la industria farmacéutica nacional e incluso exportar a otros países. En toda esta discusión vuelve a aparecer la necesidad de instalar en forma potente la evaluación de tecnologías sanitarias (ETESA) en las decisiones del Minsal.

Al lograr una reducción del valor del medicamento e incorporar un tratamiento integral para la hepatitis C al Auge o a la Ley Ricarte Soto, el Minsal podría cubrir la necesidad de tratamiento de los pacientes. Se requiere además incorporar a esta planificación a la FUPAHEP. En mi opinión, siempre es fundamental escuchar la voz de las agrupaciones de pacientes, a la Sociedad Chilena de Gastroenterología y Hepatología y también a la Industria Farmacéutica, para que en conjunto encontremos una solución racional y sobre todo justa para estos pacientes que están sufriendo una enorme carga de enfermedad con una patología que tiene tratamiento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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