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La decisión de cerrar cinco Embajadas Opinión

La decisión de cerrar cinco Embajadas

Leslie E. Wehner Venegas
Por : Leslie E. Wehner Venegas Leslie E. Wehner Venegas es Profesor Asociado (Reader) en Análisis de Política Exterior por la Universidad de Bath, Inglaterra. Realizó sus estudios de doctorado (Dr. Phil) en Relaciones Internacionales en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Además, realizó Maestrías en Ciencia Política en la Universidad de Lund (Suecia) y la Universidad de Essex (Inglaterra). Cursó sus pregrados en Historia y Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha publicado en distintas revistas científicas en relaciones internacionales tales como International Studies Review, Foreign Policy Analysis, y Cambridge Review of International Affairs entre otras. Recientemente fue elegido Vice-presidente de la International Studies Association (ISA) para el período 2021-2022.
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Hoy la política exterior de Chile no es quizás una gran prioridad en el quehacer nacional ante la crisis económica, política y sanitaria que ha generado el COVID-19. En este contexto, la decisión de cerrar cinco Embajadas parece ser una decisión certera. La idea de reducir costos puede sonar atractiva a los ojos de la gente, ya que estos recursos pueden ahora ser destinados a áreas de mayor prioridad para la ciudadanía.

Sin duda, en términos absolutos hay una reducción de los costos de operación de una Embajada en el sentido estrictamente económico; sin embargo, sería bueno preguntar a nuestros tomadores de decisión, sí en dicho cálculo se tomaron también en cuenta los costos de cierre de dichas representaciones. Sería bueno transparentar cuáles son los costos asociados al cierre de dichas representaciones.

Ahora se habla además de nuevas dinámicas de diplomacia en el sentido de que hoy en día hay otros medios de comunicación fluida que aseguran mayor flexibilidad en la relación bilateral, así como mantener dicho contacto sustancial con países y gobiernos donde ya no habrá representación. La llamada diplomacia de Zoom, según algunos analistas, sería el sustituto perfecto para mantener relaciones bilaterales con estos países. Sin embargo, habría que preguntarles a los países donde se cerrarán dichas representaciones si estarán dispuestos a mantener la actual fluidez existente en las relaciones diplomáticas que sólo se generan con la representación física de una Embajada y con el simbolismo que esto conlleva.

 

En el corto plazo, Chile quiere actualizar sus lazos con la Unión Europea (UE) y actualizar su acuerdo estratégico con este grupo regional. Pero, Dinamarca, Rumania y Grecia son miembros de dicho grupo regional. A pesar de que la Comisión de la UE es la que negocia dichos acuerdos y lleva adelante cualquier actualización de acuerdos comerciales, de asociación estratégica y/o de cooperación, los Estados miembros siguen teniendo margen de decisión en dichas materias, así como también el Parlamento europeo donde hay claramente representantes electos de dichos países.

 

La decisión también afecta eventuales coordinaciones y cooperaciones en el ámbito multilateral donde países muchas veces buscan generar acuerdos o coaliciones para avanzar sus posiciones e intereses comunes. En este sentido, Chile se aísla no sólo de Argelia y los otros países donde se cierran las Embajadas, sino que también del ámbito de instituciones multilaterales con este tipo de decisiones. Chile durante años ha buscado aumentar su presencia multilateral y no sólo adoptar, sino que además promover normas en el sistema internacional. Las Embajadas no son sólo para estrechar los lazos culturales y económicos y aumentar la cooperación política bilateral -aspectos esenciales en una representación-, sino que muchas veces deben ser los lugares desde donde se promueven valores y normas que constituyen la identidad de un país. Es aquí donde lo simbólico y las normas como democracia, derechos humanos, seguridad humana y principios de paz y derecho internacional se desechan en cuanto a abandonar Siria. Sí bien Chile promueve principios de no-intervención y apego a la soberanía, no es menos cierto que parte de su identidad como actor internacional pasa por estos valores y normas que dice promover en América Latina y el resto del Mundo.

 

No queda claro el mensaje del ministro Ribera sobre cómo se va a fortalecer la región del Asia-Pacífico, donde ya existe una fuerte red de lazos diplomáticos y comerciales. La decisión de fortalecer esta región a expensas de otras países y regiones del Mundo parece ser de que no pasará por abrir nuevas Embajadas, sino más bien por priorizar lo comercial en la agenda exterior de Chile. ¿Serán nuevas Embajadas o sólo oficinas comerciales las que serán la punta de lanza de la estrategia de Chile de fortalecer nuestra presencia en Asia? Habrá que esperar para ver el detalle de cuáles son las prioridades del Gobierno, pero da la sensación de que con esta decisión lo que se busca es priorizar una agenda comercial más que una agenda plural de política exterior.

Que quede claro que una política comercial como área de la política exterior no tiene nada de malo, pero una política exterior coherente debe tener un sentido de balance entre lo político-diplomático, lo cultural y lo comercial. Y, hoy en día se ve un triunfo de lo comercial por sobre otros aspectos esenciales en la agenda exterior de Chile. No es algo nuevo, y tan sólo atingente a este Gobierno, ya que la racionalidad de avanzar en una agenda proactiva de TLCs y basar la mayor parte de la política exterior en un rol predominante como campeón del libre comercio ha estado más o menos presente en los distintos gobiernos desde el retorno a la democracia. Sin embargo, parece ser que hoy los nichos de otros aspectos de la política exterior de Chile son totalmente instrumentales y absolutamente dependientes de lo netamente comercial. En esta decisión de cerrar las cinco Embajadas también se pierde el sentido de los objetivos de largo plazo en la política exterior del país que deben ir más allá de servir a una racionalidad económica-comercial.

La decisión sin duda se basa en una racionalidad limitada a una relación bilateral donde se ignoran las otras dimensiones donde Chile es un actor activo en lo internacional. Dicha decisión erosiona la capacidad y presencia de Chile en el ámbito multilateral. La política exterior es y debe ser pensada como un proceso multidimensional y no sólo como relaciones de ámbito bilateral. Lo bilateral, regional y multilateral están entrelazados y es ahí donde Chile localiza sus roles como Estado y no como gobierno. Este principio parece haber sido olvidado en la decisión del gobierno actual. Los costos de dicha decisión ya vendrán.

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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