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Comunicación e información sostenibles Opinión

Comunicación e información sostenibles

Nicolás Ibieta Illanes
Por : Nicolás Ibieta Illanes Consultor en Comunicación y Asuntos Públicos
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En 2015 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 y se fijaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los ODS fueron un esfuerzo de actualizar la agenda de los Objetivos del Milenio del año 2000 y que estuvieron centrados en luchar contra la pobreza, el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación del medio ambiente y la discriminación contra la mujer. Los ODS aumentaron la ambición y fijaron 17 compromisos basados en 5 pilares: personas, prosperidad, planeta, paz y justicia, y asociación. Estos pilares están interconectados y se integran en los 17 ODS, los que deben traducirse en la formulación de políticas públicas y acciones concretas para un desarrollo sustentable, tanto de los países desarrollados como de aquellos en vías de desarrollo.

Sin duda, la Agenda 2030 liderada por el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, es un esfuerzo global por mejorar las condiciones de vida de todas las personas en nuestro planeta y proyectar ese desarrollo de manera sostenible hacia el futuro. Sin embargo, de 2015 hasta ahora hemos estado viviendo un desafío global que no está cubierto explícitamente por los ODS y que tiene un impacto enorme en nuestra forma de vida. Si bien la difusión de noticias falsas y desinformación -la mentira- no es un fenómeno nuevo entre nosotros, el impacto que han tenido las redes sociales y los medios digitales sobre esta mala práctica, ha adquirido tal magnitud que no existe nadie que quede fuera de su alcance y efectos.

Un claro ejemplo de esto se da en torno a uno de los desafíos que mayor fuerza ha adquirido bajo el paraguas de los ODS, como es la batalla contra la crisis climática. Sin perjuicio del consenso científico y la abundante información que da prueba de la incidencia de la actividad humana en el deterioro de nuestro medioambiente, por los efectos de las llamadas fake news y la desinformación, aún son muchos los que desconfían de ello.

En tiempos en que consumimos información de manera instantánea, ubicua y constante, la mentira debe ser vista como un nuevo desafío para incluir en la agenda global. Tierraplanistas, antivacunistas, ecoterroristas, populistas y tantos otros “istas”, se aprovechan de la desinformación y se valen de la mentira para ir corroyendo los fundamentos de la democracia y, en definitiva, nuestra forma de vida en comunidad.

Son variados los estudios que prueban la primacía de la mentira en redes sociales. Solo uno como muestra: investigadores del MIT estudiaron informaciones verificadas como reales y falsas, distribuidas por Twitter por más de 3 millones de usuarios entre 2006 y 2017. Los resultados prueban que en un entorno de redes sociales como Twitter, la mentira se difunde más rápido, a más personas y con mayor profundidad. Se estima que los usuarios de redes sociales alcanzan ya más de 3 mil 500 millones y que este número seguirá creciendo consistentemente.

Otra evidencia de este fenómeno es el que vemos en relación con la actual pandemia, en que la propia Organización Mundial de la Salud ha debido no solo librar la batalla contra el COVID-19 sino además ha debido hacer esfuerzos por combatir la desinformación, lo que se ha denominado como “infodemia”. La OMS lo explica en su sitio web: “La tecnología de la que dependemos para mantenernos conectados e informados permite y amplifica una infodemia que sigue minando la respuesta mundial y comprometiendo las medidas para controlar la pandemia”.

Estos son solo algunos de tantos ejemplos y es razonable anticipar que solamente serán más recurrentes los casos en que la desinformación nos afectará de una manera u otra. Es pertinente, por tanto, preguntarse si no será necesario actualizar los ODS, de manera que se integre de forma explícita la batalla contra la desinformación y la mentira, entre los objetivos. La Agenda 2030 pretende fijar los compromisos de todas las naciones y los ciudadanos, por un desarrollo sostenible, por un futuro mejor para todos.

Si este fenómeno no era tan evidente y crítico en 2015, en 2020 no podemos hacer vista gorda a este problema y el espacio de los ODS es, probablemente, la mejor plataforma para enfrentarlo de manera unida y global. La UNESCO ha esbozado algo ya sobre los ODS y la Comunicación y la Información, pero claramente no ha sido suficiente. La propuesta, por tanto, es la de incorporar un nuevo objetivo entre los ODS para combatir la desinformación. Sin lugar a dudas, nuestra especie y forma de vida en común se beneficiarían si tuviéramos un esfuerzo global, sustantivo y permanente, por tener una comunicación e información sostenibles y para todos. ¿Seremos capaces de acordar este nuevo desafío?

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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