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La indignación que crece en redes sociales: allanamiento en Temucuicui y atropello a menores mapuche Opinión Foto: Aton.

La indignación que crece en redes sociales: allanamiento en Temucuicui y atropello a menores mapuche

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Nicolás Rojas, Catalina Rolle y Tomás Lawrence
Por : Nicolás Rojas, Catalina Rolle y Tomás Lawrence Nicolás Rojas Pedemonte, Centro Vives UAH; Catalina Rolle, Fundación Interpreta; Tomás Lawrence Mujica, Fundación Interpreta
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El conflicto se maneja históricamente con un paradójico populismo punitivo que responde a minorías y desestima lo que la mayoría reclama con indignación hoy: justicia y salida política (no policial) al conflicto. Si los gobiernos de turno escucharan realmente a la ciudadanía (podrían partir por escuchar a las calles y las redes sociales), no presenciaríamos hoy un conflicto que, frente a la insistencia en las mismas soluciones, continúa aumentando su escala. Las autoridades dicen escuchar a la ciudadanía y “las víctimas de la violencia”, pero, en concreto, atienden los intereses y demandas de grupos minoritarios y ultraconservadores que majaderamente proponen una guerra real contra el activismo mapuche.


Las discusiones en torno al conflicto en territorio mapuche se han vuelto cada vez más relevantes en la agenda política nacional. Son cotidianas y cada vez más resonantes en noticiarios y en redes sociales. Un análisis de Twitter, la principal red de discusión política, nos muestra que en el último tiempo ha habido un notorio incremento en las menciones al respecto, principalmente en torno a un hito que marcó aquel conflicto territorial en el primer trimestre de 2021: el masivo allanamiento a Temucuicui, el mismo día en que se entregaba el veredicto sobre el juicio de Catrillanca. A continuación, se resumen y discuten los resultados de un reciente estudio realizado.

El análisis estadístico y de contenido de las menciones sobre la causa mapuche, confirma que el interés por este conflicto ha ido creciendo progresivamente. Según el nuevo barómetro que desarrollamos en conjunto la Fundación Interpreta y el Centro Vives de la Universidad Alberto Hurtado entre el 1 de enero y el 31 de marzo de 2020 -y que será lanzado próximamente-, se registró un total de 245.172 menciones en Twitter, mientras que en el mismo periodo de 2021 (hasta el 22 de marzo) se contabilizó un total de 979.258, es decir, hubo un incremento de 299,42%.

Al observar en detalle cómo se distribuyeron estas menciones a lo largo del primer trimestre del presente año, el Gráfico 1 destaca entre el 7 y el 9 de enero un notorio peak: el cinematográfico allanamiento en Temucuicui, que incluso fue capaz de eclipsar el esperado veredicto del juicio del caso Catrillanca. Solo en esos tres días se registraron 248.237 menciones sobre la causa mapuche, lo que representa más de un 25,3% del total de menciones del trimestre. Esta cifra se torna aún más llamativa en un contexto de crisis social y sanitaria, alcanzando en aquel momento preponderancia por sobre cualquier otro tema de discusión en Twitter.

Gráfico 1.

Menciones en Twitter sobre el conflicto en territorio mapuche. 4 de enero al 22 de marzo de 2021

Al analizar los trending topics del período, como lo ilustra la siguiente nube (Gráfico 2), la mayoría de los temas se relacionan con el allanamiento en Temucuicui y al veredicto del caso Catrillanca. Posteriormente, se posicionan temáticas en torno al “Estado de Sitio”, a raíz de la petición de la UDI al Gobierno, y otros como “robo de madera” o “Miguel Toledo”, por las declaraciones del exoficial que denunció montajes vinculados a un negocio de robo de madera por parte de Carabineros.

Gráfico 2.

Nube de palabras en Twitter sobre el conflicto en territorio mapuche. 4 de enero al 22 de marzo de 2021

Si se presta atención a este peak en particular, también es posible encontrar algunos datos interesantes. De todas las menciones realizadas en esos tres días, 80.324, es decir, un 32, 2%, corresponden a tuits que hacen referencia a la hija de Camilo Catrillanca, a raíz de las imágenes que se difundieron de su abusiva detención. Este dato da una pista importante para entender mejor por qué este operativo tuvo tanta difusión: no fue simplemente un hecho vinculado al tema mapuche, sino que también se involucraron en la discusión actores ligados a los derechos humanos y a la Defensoría de la Niñez. La indignación alcanzó a nuevos actores.

Este hito impulsó que las menciones “a favor” de la causa mapuche superaran con creces a las menciones “en contra”. Mientras que en el total trimestre se distribuyeron las menciones en 71% “a favor” y 29% “en contra”, en el periodo del peak, que comprende del 7 al 9 de enero, esa brecha se incrementa, con 85% “a favor” frente a 15% “en contra”. Se estaría frente a una acción del Estado que, más que canalizar y aliviar el descontento ciudadano respecto al conflicto, desata indignación y denuncia, sumando adhesiones entre quienes no necesariamente suelen involucrarse en la discusión. Más allá de las posteriores respuestas del movimiento y del activismo mapuche, es un hecho que este operativo no descomprime el conflicto y la confrontación discursiva, sino más bien los agudiza.

Finalmente y para entender mejor cuáles son los conceptos y palabras clave utilizadas por las personas que realizan comentarios categorizados como “a favor” o “en contra”, se exponen a continuación las nubes de palabras de cada una de las categorías.

Gráfico 3.

Nube de palabras en Twitter sobre el conflicto en territorio mapuche, según categorías “a favor” (izquierda de la gráfica) y en contra (derecha de la gráfica). 4 de enero al 22 de marzo de 2021

En la nube de palabras “a favor”, destacan palabras como “Camilo”, “pueblo”, “Estado” y “Wallmapu”, mientras que en la nube “en contra” se observan palabras como “agricultor” -por el caso de un agricultor asesinado el mismo 7 de enero- u otras como “terrorismo”, “terroristas” y “violentistas”. En un ejercicio paralelo, al revisar las frases que se generan “a favor” y “en contra” entre el 7 y el 9 de enero, se puede evidenciar cómo desde la posición “a favor” se menciona de forma reivindicativa al “pueblo mapuche”, y en son de denuncia se alude a “los agentes del Estado” y “los 7 años de edad” de la niña mapuche e hija de Camilo Catrillanca. Por otra parte, desde las posiciones “en contra” el foco estuvo en la localidad de Selva Oscura, lugar en donde fue asesinado un agricultor, y en torno a ideas como “armamento de guerra” y a la insistente calificación de Camilo Catrillanca como “delincuente”.

Este escenario da cuenta de posiciones opuestas que distan de un posible diálogo entre sí. Sin embargo, la posición “a favor” se hace tan masiva frente a los abusos policiales, que -tal como se vio en el anterior barómetro de percepción del conflicto- se transversaliza entre los usuarios de Twitter y entre quienes, sin pertenecer necesariamente al territorio o al Pueblo Mapuche,  solidarizan públicamente con la causa y la denuncia con mayor compromiso desde el asesinato a Camilo Catrillanca y el Estallido Social.

Paradójicamente, parecen ser los sectores minoritarios, los más conservadores y de extrema derecha, quienes inciden con mayor éxito en la agenda gubernamental. Son grupos que logran influir en la toma de decisiones, no tanto por su masividad, sino, más bien, por cercanía al poder y por las redes clientelares que disponen entre las élites políticas y empresariales del territorio. Delimitar e identificar estos sectores es clave, ya que la lógica hoy no parece cambiar mucho desde el inicio de los sabotajes del movimiento mapuche en 1997: los minoritarios grupos conservadores que se oponen a la causa mapuche, celebran todos y cada uno de los planes y medidas policiales de los gobiernos de turno (creación del Comando Jungla, compra de armamento y equipos de guerra, allanamientos, aplicación de Ley Antiterrorista, militarización del territorio, etc.), para luego criticarlos por hacerlo “mal” y “no hacer lo suficiente”.

Los gobiernos hacen cada vez con mayor énfasis lo que estos minoritarios, pero altisonantes, sectores demandan. Sin embargo, cuando el conflicto escala no reconocen que es precisamente la represión que ellos proponen lo que atiza el fuego y generaliza el descontento.

El conflicto se maneja históricamente con un paradójico populismo punitivo que responde a minorías y desestima lo que la mayoría reclama con indignación hoy en los territorios y redes sociales: justicia y salida política (no policial) al conflicto. Si los gobiernos de turno escucharan realmente a la ciudadanía (podrían partir por escuchar a las calles y las redes sociales), no presenciaríamos hoy un conflicto que, frente a la insistencia en las mismas soluciones, continúa aumentando su escala. Las autoridades dicen escuchar a la ciudadanía y “las víctimas de la violencia”, pero, en concreto, atienden los intereses y demandas de grupos minoritarios y ultraconservadores que majaderamente proponen una guerra real contra el activismo mapuche.

En medio de este nuevo proceso constituyente, es de esperar que la nueva clase política que surja en el nuevo Chile gobierne para una ciudadanía diversa y no para grupos minoritarios que manifiestan discursos de odio y que lamentablemente acumulan poder e influencia local y nacional. Es necesario que los gobiernos comiencen a desplegar soluciones políticas, pues es inevitable hacerse la siguiente pregunta: si el impacto de los abusos policiales hace que nuevos usuarios de redes sociales se indignen y manifiesten en redes sociales y en las calles de las grandes urbes “a favor” de la causa mapuche, ¿cómo opera este efecto radicalizador de la represión en el propio territorio afectado y en las nuevas generaciones mapuche?

Como dice la célebre frase atribuida a Albert Einstein, Mark Twain y a Benjamin Franklin: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”. En este caso, también es “locura” seguir escuchando a los mismos consejeros y a la misma audiencia/clientela, pues los resultados en el conflicto en territorio mapuche son cada vez peores y las medidas adoptadas demostradamente contraproducentes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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