Opinión
El sistema educativo en Chile se ha enriquecido a partir de la promoción de la formación ciudadana. Desde el 2016, con la Ley 20.911, todas las comunidades educativas debieron contar con un Plan de Formación Ciudadana y con los últimos ajustes curriculares y la promoción del ejercicio real del decreto 524, se han generado más espacios para la educación en ciudadanía y fortalecido la organización estudiantil para que cuente con un espacio formal y reconocido (horas lectivas, centros de alumnos, consejos de curso y consejos escolares). Sin embargo, aún existe el desafío de que este entorno y otros mecanismos de política pública puedan demostrar que pueden incidir en promover liderazgos estudiantiles que se proyecten en líderes ciudadanos.
El liderazgo y la ciudadanía, se relacionan con habilidades de pensamiento crítico, habilidades superiores que pueden fortalecer no sólo al sistema educativo, sino que también a la democracia en su conjunto. En este sentido, para aplicar una educación de calidad, alcanzar altos estándares de oportunidad en sectores de alta vulnerabilidad, es clave. Lo anterior se traduce no solo en conocimientos tradicionales, sino también en el desarrollo de habilidades para la ciudadanía y para una convivencia democrática que permita que quienes son menos favorecidos puedan incidir y tener mejores herramientas para el ejercicio de su ciudadanía.
Para UNICEF este punto es crucial: “Los niños y los adolescentes están excluidos de la educación por muchos motivos. La pobreza sigue siendo una de las barreras más difíciles: la probabilidad de que los niños de los hogares más pobres no vayan a la escuela es cinco veces mayor que la de los niños de los hogares más ricos. (2022)”.
El desarrollo de habilidades de liderazgo en torno a valores democráticos permite enfrentar los efectos de la exclusión, la carencia de ambientes de aprendizaje y al aumento de indicadores de deserción. Experiencias como las Cumbres de Centros de Estudiantes que realiza la Fundación Belén Educa con el apoyo de nuestra Fundación, permiten observar y trabajar sobre estos efectos, aportando a través de esa conversión y trabajo, una respuesta concreta para el sistema educativo, y que este pueda ser una herramienta de integración social que aporte en el fortalecimiento de la ciudadanía democrática.
En por ello que es necesario ampliar la promoción de la formación ciudadana, ya que si muchas comunidades educativas fomentaran en sus estudiantes, desde la niñez hasta la adultez, estos valores ciudadanos y democráticos, seguramente, tendríamos una sociedad más cohesionada y con muchos más líderes y lideresas del mañana, que permitan combatir la anomia, la falta de participación y la indiferencia hacía temas comunes de la ciudadanía.
