Opinión
Es importante reconocer y valorar que la entrega temprana de los resultados Simce en 2024 permitirá retroalimentar oportunamente la planificación escolar, de manera que los equipos directivos y docentes podrán focalizar los esfuerzos pedagógicos y de gestión en aquellas áreas más sensibles.
La pérdida de aprendizajes provocada por la crisis educativa en contexto de pandemia alcanzó niveles críticos en el sistema escolar chileno después del retorno a la presencialidad. Una estimación realizada con datos del Simce 2022 arrojó que en Matemática –en promedio– las pérdidas de aprendizaje de las y los estudiantes de 4° básico en Chile fueron equivalentes a más de un semestre escolar de rezago, lo que evidencia brechas significativas según su nivel socioeconómico y género.
Es por esta razón que lo que podríamos llamar el “rebote” de los resultados mostrados por el Simce en 2023 es tan importante, ya que es el primer indicio de recuperación de los aprendizajes a nivel nacional. Esto, además, ocurrió en un período mucho más breve de lo que se anticipaba. Sin embargo, este avance global de los resultados también conlleva algunas señales de alerta: en Matemática, aumentó la brecha de resultados entre hombres y mujeres y revela, también, diferencias según el nivel socioeconómico en la educación media, ya que hubo un menor avance de las mujeres y de los estudiantes de los grupos socioeconómicos más bajos.
Si bien hay desafíos importantes, no cabe duda de que profesores, equipos directivos, estudiantes, familias y aliados de las escuelas y liceos del país están fuertemente comprometidos con la recuperación de los aprendizajes de sus estudiantes, quienes realizan grandes esfuerzos para ajustar sus prácticas pedagógicas a las necesidades existentes. Es por ello que es fundamental entregarles mayores herramientas y recursos para apoyar a sus estudiantes, especialmente en el caso de aquellos que muestran menor desempeño.
Es importante reconocer y valorar que la entrega temprana de los resultados Simce en 2024 permitirá retroalimentar oportunamente la planificación escolar, de manera que los equipos directivos y docentes podrán focalizar los esfuerzos pedagógicos y de gestión en aquellas áreas más sensibles. En este sentido, resulta sumamente valioso también que el reporte de resultados que se entregará a las escuelas incluya tanto información académica como de aspectos socioemocionales que inciden en el aprendizaje, tal como lo han reflejado estudios a nivel latinoamericano y global, así, podemos generar espacios de desarrollo integral que permitan oportunidades de cuidado, bienestar y aprendizaje para que todas las niñas y niños sean protagonistas de su proceso educativo y de vida.
