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Sergio González: «La formación universitaria es utilitaria y economicista»

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Uno de los cuatro chilenos ganadores del Premio Nobel de La Paz 2007, por su trabajo en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, sostiene que para lograr cambios reales en el tema ambiental es necesario un ajuste cultural, lo que se ve coartado porque las casas de estudio se dedican a dar herramientas específicas, ignorando una formación holística.


Rumbo a Washington partió el viernes el agrónomo Sergio González, uno de los 4 chilenos que integran el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), reconocido con el Premio Nóbel de la Paz junto a Al Gore.



Justamente se dirigió a una reunión con el IPCC, a encontrarse con su grupo de trabajo del comité editorial de la base de datos de factores de emisión, cuyo rol es congregar todos los factores requeridos para la elaboración de inventarios nacionales de emisiones y captura de gases de efecto invernadero.



Antes de partir, el investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) vio el documental "La Última Hora", producido y relatado por el actor Leonardo DiCaprio, que con una visión más cercana -en comparación al filme "Una verdad incómoda" de Al Gore- se refiere al calentamiento global y las graves consecuencias medioambientales generadas por la humanidad.



En conversación con El Mostrador.cl, el egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) expresó sus impresiones con respecto a la recién estrenada cinta y contrastó algunos de sus postulados con la realidad nacional.



¿Qué es lo que más destacaría de este documental?
-Deja muy en claro que el cambio climático es sólo un factor más dentro de una gran cadena de acontecimientos de pérdida de calidad ambiental que a su vez son motivados por la forma en que las sociedades humanas se relacionan con la naturaleza: simplemente como un banco al cual pueden ir a hacer retiros de fondo cada vez que lo requieren, por lo que los problemas ambientales que enfrentamos hoy día, son consecuencias directas de esta forma utilitaria de relacionarnos con ella.



Una de las grandes críticas que hace la cinta, se refiere al rol empresarial dentro de los países, que finalmente pasan a ser más poderosos que los Gobiernos a la hora de tomar decisiones medioambientales ¿En Chile el poder empresarial realmente es un atasco fundamental a la hora de lograr cambios?
– Creo que el problema de fondo es cómo nos insertamos dentro del planeta y ahí no sólo los empresarios tienen una posición utilitaria respecto de los bienes de la naturaleza, sino que todos lo vemos así. En el fondo, ellos no pueden ser distintos a lo que es el grupo social, ya que emergen de él. Obviamente, el impacto de las acciones pueden ser distintos en términos de magnitud.



Pero creo que la solución a integrar el problema del desequilibrio ecológico y la pérdida de calidad ambiental, va en un cambio cultural profundo y la adopción de algunos atributos de estabilidad que tienen los sistemas naturales, como por ejemplo reducir la generación de residuos, ya que lo peor que tiene el sistema actual de desarrollo es el gran volumen de residuos que genera, lo que significa alta ineficiencia en el uso de recursos natural. Yo soy un convencido de que para que cualquier intento de solución sea sostenible en el tiempo, tiene que darse un cambio de cultura.



Y este cambio de cultura, ¿es respaldado por la educación en el país?
– Las universidades en general no están formando profesionales integrales, sino especialistas en ámbitos específicos. Personalmente tengo contacto con casas de estudio en otras partes del mundo, sobretodo desarrollado y no es así, es exactamente lo contrario: la formación tan especializada se deja más para la práctica, ellos van más a la cosa conceptual.



¿Y qué pasa con los casos concretos de carreras ligadas al tema ambiental?
-Me preocupa mucho que, en el caso de los profesionales universitarios que tienen que lidiar con el medio ambiente, como ingenieros agrónomos y forestales, la formación universitaria es dominantemente utilitaria y economicista. A pesar de eso, la mayoría de los que egresan hoy tienen un background ambientalista en general mayor que antes, pero no es suficiente, ya que hay un vacío en la formación universitaria que tendría que ser remediado. Por ejemplo, en muchas facultades de agronomía se han ido dejando de lado algunos temas de formación general, como el tema de los suelos.



En todo caso, esta es una crítica a la sociedad chilena en general: la valoración que da a los suelos es prácticamente cero: se lo ve como transable, que se puede destruir, invadir y no le trae problemas a nadie. De hecho la Región Metropolitana se ha ido expandiendo en función de destruir suelos que son de la mejor calidad productiva. No hay voces que hayan salido en defensa de eso, sino sólo desde el punto de vista de que son muy productivos agrícolamente, sin recordar que cumplen otro rol además de producir plantas: son embalses naturales, contienen escorrentía, transforman la materia orgánica, entre muchas otras funciones.



En cuanto a los niños, ellos son más abiertos a la ecologías que nosotros y eso hace un poco de contrapeso con esta formación que hoy está más focalizada en el productivismo que antes.



¿Y dentro de esto, qué rol le compete al Gobierno?
– El Gobierno no puede renunciar a un rol de guía, de orientar hacia lo que se debe hacer, fortalecer la educación de carácter ambiental desde los primeros años de la educación formal. Con respecto a las políticas que está implementando, es algo que está empezando y hay mucho tiene que decantarse, porque aún las presiones por variables económicas siguen dominando, por lo que la incorporación de consideraciones de carácter ecologista es algo que va permeando, no se van a ver avances sustanciales de un día para otro. Pero hay que recalcar que la toma de decisiones debe ser lo más informada posible y con un carácter más holístico, donde se consideren otras variables.

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