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El duro bullying de los conservadores a Carlos Peña

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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El economista y ex ministro de Pinochet, Sergio Melnick, se refirió a la polémica columna escrita por el rector de la UDP, donde califica como un “respingo conservador” el pacto alcanzado por los timoneles de RN y la DC, Carlos Larraín e Ignacio Walker. Al respecto, sostuvo que sus palabras “son proyecciones personales de su propia sombra”. Pero no es el único. El propio timonel de la falange salió a criticarlo.


La columna “Larraín y Walker: el respingo conservador”, escrita por el rector de la UDP, Carlos Peña, y publicada en El Mercurio, despertó el enfado en los sectores más conservadores del país. En éste, el profesor de derecho de la Universidad de Chile sostiene que el documento que suscribieron Renovación Nacional y la Democracia Cristiana no tiene ninguna importancia, por cuanto se trata sólo de un “testimonio de una sensibilidad conservadora”. Y agrega: el dossier de Larraín y Walker “parece escrito por la Conferencia Episcopal”.

Las palabras de Peña sacaron roncha y el último en responder fue el economista y ex ministro de Pinochet, Sergio Melnick. A su juicio, “el rector Peña mantiene su estilo descalificador ya mostrado en otras columnas”.

“No basta con hacer citas de autores rimbombantes para sustentar ideas. Aristóteles, por de pronto, puede ser leído en forma literal como lo sugiere el rector, pero la hermenéutica considera adicionalmente el nivel simbólico, el interpretativo y el místico. Tampoco es bueno asociar ideas con apellidos, ya que los errores pueden ser brutales. ¿Qué podríamos decir de Altamirano, Accorsi, Harboe o Schilling?”, sostiene el ex panelista del programa Tolerancia Cero de Chilevisión.

“Lo conservador nunca es malo en sí mismo, y probablemente Peña mismo es conservador en algunos aspectos de su vida. Su columna hace calificativos de absurdo y pretencioso, de talento para sugerir vaguedades, arremete contra la conferencia episcopal, y califica de arrestos de mala filosofía y conservadurismo. Quizás, siguiendo a la psicología, son proyecciones personales de su propia sombra”, acota.

Pero no es el único, antes el presidente de la Junta de vecinos Jardín La Dehesa, Raúl García Astaburuaga, envió otra carta a El Mercurio, donde se pregunta: “Hasta qué punto resulta compatible con ese ideal universitario la presencia en su más alto nivel directivo de una persona que hace gala de un sesgo, una odiosidad y un resentimiento acentuados en, precisamente, los ámbitos religioso, social y político. Su columna de este domingo es una palmaria demostración de ello. Con motivo de un tema de naturaleza absolutamente distinta, él lo aprovecha para estilar encono religioso, social y político”.

“Sus ideas merecen absoluto respeto. Lo que me inquieta, sin que ello signifique abogar por rectores eunucos, es su forma parcial, irrespetuosa, de abordar cada uno de esos tópicos. Tal vez valiera la pena recordarle a Shakespeare, cuando valiéndose de Enrique IV, decía que «la mejor parte del valor es la discreción», asegura.

El presidente de la DC, Ignacio Walker, también respondió al rector de la UDP: “Desconozco las experiencias traumáticas que haya podido tener Carlos Peña con la Iglesia Católica (¿un liberal estudiando Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile? ¿Alguna otra circunstancia de su vida que desconocemos?)”.

“Lo cierto es que su columna (…) deja entrever un sesgo que obnubila al escritor agudo, racional, y certero, hasta el punto de la ofuscación. Dime cuál es tu fe religiosa (católica) y dime cuáles son tus apellidos (Larraín y Walker) y te diré quién eres. Tal pareciera ser el subtexto del exabrupto de nuestro columnista”, recalca walker.

“De dos personas católicas (el documento….”parece escrito por la Conferencia Episcopal”) y con esos apellidos (“no cabe duda que se sienten cómodos uno al lado del otro, comparten el mismo habitus y sentido de clase”), no puede sino esperarse una “sensibilidad conservadora” y un “sentido aristocratizante”, añadió el parlamentario.

En ese sentido, interpreta que para Carlos Peña da lo mismo que se trate de un documento suscrito por dos directivas de dos partidos, uno de gobierno (RN) y otro de oposición (DC); es decir, un documento institucional. El título de la columna no alude a RN y a la DC sino que a “Larraín y Walker”. Ya con eso se insinúa el sesgo del autor, y sus motivaciones más inconfesadas. De esa fe católica y de esos apellidos no puede sino esperarse un “respingo conservador”.

En esa línea, Walker hace hincapié en que el columnista “desconoce setenta años de historia, de una democracia cristiana surgida precisamente de las entrañas del viejo partido conservador, en un acto de ruptura radical, doloroso, definitivo. Desconoce la bifurcación que se produce, desde Maritain y Mounier (¿los habrá leído?), entre, por un lado, un catolicismo conservador e integrista y, por otro, un catolicismo democrático y pluralista, que se expresa en un intento por reconciliar la tradición cristiana con el mundo moderno, democrático y secular. Tal es la síntesis que se expresa en la democracia cristiana”.

Y subraya: “¿Puede ser considerado conservador a quién, como yo, ingresó a los 24 años como abogado de la Vicaría de la Solidaridad, en la Iglesia Católica, bajo el liderazgo del Cardenal Raúl Silva Henríquez, en la defensa de los derechos humanos? Seguramente, esa institución es anatema para nuestro columnista. ¿Puede ser conservadora una persona que fue co-autor, junto a Mariana Aylwin, de la Ley de Divorcio, lo que nos costó diez años de descalificaciones por parte del catolicismo conservador? ¿Puede ser conservadora una persona que, como muy pocos y hasta el punto de la majadería, ha insistido en la necesidad de una coalición de centro-izquierda (Concertación), basada en la convergencia entre la democracia cristiana y el socialismo democrático, y muy en particular de la DC y el PS, en la hora presente, en oposición a un gobierno de derecha?”.

«Seguramente, ninguno de estos antecedentes históricos y políticos puedan llegar a conmover a nuestro columnista que, con la sola referencia a mi fe religiosa (católica) y a mi apellido (Walker), deduce la impronta conservadora de cualquier acción. El haber firmado el documento sobre reforma política con Larraín, debe ser la prueba final de este conservadurismo cultural y aristocratizante”, concluye el timonel de la DC.

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