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El periodista estadounidense que descubrió «cómo ser arrestado en Chile sin violar la ley»

El reportero del Santiago Times dijo que todo ocurrió el jueves pasado durante una manifestación de apoyo a Aysén, donde lo único que hizo fue captar las imágenes de la detención de un joven. «Yo no había hecho nada malo. Yo no había hecho nada ilegal. En Chile se permite tomar fotografías libremente en un espacio público», dijo el profesional, quien terminó en la Tercera Comisaría tras ser subido por la fuerza a un carro policial.


“Cómo ser arrestado en Chile sin violar la ley”, se titula un artículo del periodista y reportero del Santiago Times Jason Suder, quien relata en primera persona cómo fue detenido durante las manifestaciones que se registraron la semana pasada en el centro de Santiago en apoyo a las demandas de Aysén.

En la nota, que fue publicada por The Huffington Post, Suder señala que efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros lo aprehendieron simplemente por tomar fotografías cuando estaban deteniendo a un joven que identificó como Juan Balcázar y al hermano de éste durante un incidente en el Parque Almagro.

Luego fue llevado a un cuartel, recibiendo el maltrato de los funcionarios policiales. En la nota, destaca que hechos como este son el motivo de por qué Chile bajó en el Índice de Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras, “un ránking internacional que mide los países por el trato a los medios de comunicación”.

Y reflexionó: “tras 23 años de tomar decisiones estúpidas y hacer travesuras a lo largo de Estados Unidos, me detuvieron por obedecer la ley en un país extranjero. Sólo estaba siendo una persona moral y un periodista con conciencia. Si documentar la brutalidad de la policía es suficiente como para detener a una persona, quizás el país no ha avanzado mucho desde los años de la dictadura, como hubiesen querido”.

En la nota destaca que lo único que hizo fue sacar fotografías. “Yo no había hecho nada malo. Yo no había hecho nada ilegal. En Chile se permite tomar fotografías libremente en un espacio público. Mis gritos de ‘¡prensa internacional! ¡Prensa internacional!’ no sirvieron para protegerme. Este gringo tenía que ir”, dijo, al relatar que fue a parar a la Tercera Comisaría de Santiago.

Suder también relata la dinámica de las manifestaciones en el centro de la capital. “No importa cómo comience una protesta pacífica, las fuerzas especiales llegan en sus coches blindados y trajes de tortugas ninja, respondiendo de manera violenta contra los encapuchados o vándalos enmascarados. A medida que los jóvenes encapuchados lanzan piedras, la policía lanza gases lacrimógenos y atacan a los periodistas con chorros de agua, una ducha con productos químicos”.

Sostiene asimismo que, si bien la seguridad pública debe ser garantizada, “no hay un equilibrio para su ejecución. Siempre que la línea se encuentra entre el mantenimiento del orden y la opresión de la opinión pública, es evidente que los carabineros —vestidos con armaduras antimotines, cascos militares, armados con lumas, escudos antidisturbios y un revólver a su lado— abiertamente inclinan la balanza al excesivo uso de la fuerza”.

Agrega que Carabineros “hace todo lo posible para evitar que haya evidencia de esto. Mientras capturaba la brutalidad policial con mi cámara, el subteniente O. Sepúlveda F. trató de detenerme con una serie de fuertes empujones y golpes. Como no me podía detener, volvió a golpearme en la cara con mi cámara, y me tiraba los brazos con violencia. Seguí tomando fotos, hasta que Sepúlveda me tiró a la parte trasera de un vehículo policial con Juan Balcázar y su hermano”.

Dijo que en el carro iban 12 personas, el mayor de 24 y el menor de 14 años. Todos iban de rodillas en un espacio estrecho sin ventilación.

Tras llegar a la Comisaría, relata: “la policía nos puso a seis de nosotros contra una pared. Cuando preguntaron mi edad me hice el tonto y hable sólo en inglés. Un guardia me agarró del brazo y tiró de mí para comprobar mis credenciales. Lo que en un tiempo podría haber sido una cancha de baloncesto era ahora una celda de detención masiva. Conté 30 detenidos, pero después perdí la cuenta”.

Contó que tras ser ubicado junto a otros detenidos éstos le hablaron de la necesidad de una reforma educacional, de las demandas del sistema educativo, los problemas de Aysén, y también de Pearl Jam.

Después de constatar que era periodista los funcionarios lo sacaron, no sin que antes se le exigiera que mostrara las fotos que había tomado. “Les dije que no tenía ninguna foto. Me llamaron mentiroso y me exigieron que les diera mis tarjetas de memoria”.

Superado el incidente y cuando definitivamente fue dejado en libertad, uno de los oficiales le requisó un cuaderno y le quitó un dibujo que había hecho del lugar que pretendía guardar como “un souvenir”.

“Un comandante me dijo que sólo un terrorista podía dibujar un diagrama de una sala de espera y que seguramente estaba planeando atacar el cuartel (…) Arrancó la página de mi cuaderno y me llevó hasta la puerta de la Comisaría”.

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