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La UDI se va quedando sola Estrategia de “choque” no es compartida en el resto de la Alianza

La UDI se va quedando sola

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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En el propio gremialismo reconocen que se encuentran “bastante solos”, que más allá de hacer ruido mediático, la capacidad de influencia política que tienen se ha reducido drásticamente. Es más, algunos UDI comparan la “soledad política” de estos momentos con lo que le sucedió al partido por “su rechazo a la ley de divorcio y a la píldora del día después” –recuerdan– cuando “éramos los únicos en contra, sin argumentos, sin entender lo que pasaba en el país”.


Durante el gobierno de Sebastián Piñera, el gremialismo gozó de una innegable supremacía política, al punto que en diversos temas golpeó la mesa del entonces Mandatario para imponer su criterio, como las veces que trancó el proyecto de cambio al binominal. Pero hoy ese poder, a todas luces, se ha debilitado, porque, si bien en el Congreso tienen las bancadas más numerosas, lo cierto es que La Moneda de Michelle Bachelet no los necesita para sacar adelante su programa de reformas y, tal como reza la canción del cantante ochentero Cristóbal, todo indica que la UDI se está quedando sola.

No fue gratuito, de hecho, que a principios de mes, cuando la Presidenta invitó a las directivas de los partidos de oposición a reunirse con ella en Palacio, hizo el “gesto político” de convocar primero a RN y luego a Amplitud, el día  3 de abril, y al día siguiente recién recibió a la UDI. Un guiño no menor que anotaron en sectores de la derecha, donde recalcaban que eso era “porque la Mandataria sabe con quién puede dialogar”.

Esos eran los días en que la UDI anunció y distribuyó un cuestionado panfleto en el que se pretendía “advertir” de los males que traerá al país la reforma tributaria, que se discute en el Congreso. En la imagen superior había una hoz y el martillo característico del PC, que se “come” al arcoíris de la otrora Concertación, lo que le valió que el resto de la Alianza tomara distancia de ellos y que el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, públicamente les enrostrara que era una actitud propia de “la Guerra Fría” y las “campañas del terror”.

La derecha en general ha manifestado críticas a la reforma tributaria, pero las más duras han provenido de la UDI. «Creo que el ministro (Alberto) Arenas le ha instalado una bomba a la clase media chilena que va a estallar el año 2017, en el próximo Gobierno, cuando empiecen a regir todos estos golpes. Espero que en lo que queda de discusión se pueda tomar conciencia y se cambie, porque el daño es muy grande», dijo el diputado Ernesto Silva, quien hasta ahora es el candidato seguro a quedarse con la conducción del gremialismo, luego de la abrupta bajada de carrera del senador Víctor Pérez.

Pero no ha sido el único tema en que las diferencias han sido evidentes en la Alianza. La semana pasada, el director ejecutivo de Horizontal e hijo (del mismo nombre) del senador de la UDI Hernán Larraín, aseguró que “a esta Constitución hay que entrarle con goma de borrar y con tijeras. Tenemos que asumir como sector que hay un exceso de mecanismos contramayoritarios y, por lo tanto, sin miedo y con una actitud democrática, creo que tenemos que avanzar a reglas de mayoría”. Uno de los coroneles de la UDI, Andrés Chadwick, salió rápidamente al paso de los dichos del joven dirigente y le recordó que el tema no ha sido parte del programa político del gremialismo, que si bien el planteamiento de una nueva Constitución fue votado “mayoritariamente” y estuvo dentro del programa de Bachelet, es un “error”, ya que “no es necesario para el país entrar en un proceso para tener una nueva Constitución”.

[cita]En la UDI cuentan que, en un período político en que el debate por el lucro marcará la agenda política y legislativa, si “resulta que el presidente del partido es dueño de la UDD, eso será un error estratégico grave, nos van a pasar la cuenta”. Ello porque hay quienes consideran que los problemas del gremialismo no pasan solamente por borrar de la declaración de principios la defensa del golpe de Estado de 1973, sino que es “mucho más profundo, somos el partido que defiende las Isapres, los intereses de sectores privilegiados”. Explican que el problema es que Silva defiende esa lógica y no comparte la visión de quienes en la UDI advierten que mientras el partido “no deje de defender los intereses de la elite, no nos recuperaremos de la pérdida de confianza que sufrimos”.[/cita]

Después de dos décadas de intentos, finalmente el Congreso aprobó el voto de los chilenos en el extranjero, tema en el cual la UDI fue la única fuerza que se marginó. El gobierno incluso llegó a un  protocolo con RN y Amplitud en el Senado, para asegurar la aprobación de la iniciativa, entendimiento que se hizo evidente también en la Cámara Alta para que finalmente se aprobara el ascenso a la Corte Suprema del emblemático juez de DD.HH., Carlos Cerda.

Mientras que la senadora de Amplitud, Lily Pérez, dijo ese día en la Sala que votar por Cerda “nos abre una ventana a nuestro sector, porque no tenemos vetos, porque la defensa de los derechos humanos es atemporal”, su par de la UDI, Juan Antonio Coloma, dijo que era “barato” y “gratis” sumarse a la mayoría, que él se tomaba en serio su trabajo, que tenía que “hacer caso a mi conciencia”, argumentando que sus fallos son ideológicos y que, por tanto, no lo apoyaría.

Con el anuncio del proyecto de cambio del sistema binominal ha sido lo mismo. RN, Amplitud e incluso Evópoli –que ayer se reunió con Bachelet en La Moneda y le planteó la importancia de agregar el límite a la reelección de los parlamentarios– han hecho ver sus reparos, aunque han puesto sus propuestas en la mesa, mientras la UDI ha optado por cerrarse.

El timonel UDI, Patricio Melero, ha dicho que la iniciativa “está hecha a la medida para favorecer a sectores de izquierda”, agregando “que traería inestabilidad política”, que “los sistemas proporcionales generan mayor representación parlamentaria, pero también generan mayor inestabilidad, porque los partidos chicos tienen capacidad de chantaje en el Parlamento”.

¿Doblar la mano?

En la propia UDI reconocen que se encuentran “bastante solos”, que más allá de hacer ruido mediático, la capacidad de influencia política que tienen se ha reducido drásticamente. Es más, algunos en el gremialismo comparan la “soledad política” de estos momentos con lo que le sucedió al partido por “su rechazo a la ley de divorcio y a la píldora del día después” –recuerdan– cuando “éramos los únicos en contra, sin argumentos, sin entender lo que pasaba en el país”.

Esa visión es compartida en el resto de la Alianza. El secretario general de RN, Mario Desbordes, dijo que la UDI “está cometiendo el error del rechazo a priori de todo” y que eso lo hace por “falta de generosidad y de visión política”, pero, sobre todo, porque en el gremialismo “aún se sienten con derecho a veto”.

Puso como ejemplo que el mismo portazo que el gremialismo le da ahora al proyecto del gobierno para cambiar al binominal, se lo dio “cuando éramos gobierno al proyecto que acordamos RN y la DC para cambiar el sistema electoral. No aprendieron nada”.

Diagnóstico similar al que hacen en Evópoli, donde precisan que “el problema del gremialismo es que no ha comprendido que tiene que ceder en alguna medida en su dogmatismo”.

Desde Amplitud, el diputado Pedro Pablo Browne recalca que su colectividad efectivamente es “más de centro, más liberales, hay mayores coincidencias con varias de las reformas del gobierno”, lo que hace más fácil el diálogo, el entendimiento. Sin embargo, puso el acento en que “la UDI no ha entendido que no sirve la estrategia de rechazo a priori con un gobierno que tiene los votos, que atacarlos y rechazar todo desde el principio sólo hace que cierren filas, se nieguen al diálogo y apliquen las mayorías que tienen”.

El martes hubo una reunión de todas las fuerzas de la Alianza con el ex presidente Piñera, con el objetivo de tratar de organizarse mejor. Cuentan que el acento en la cita estuvo precisamente en insistir en la necesidad de la derecha, pero sobre todo de la UDI, de que “entiendan que tienen que ceder en su dogmatismo”, que es el único camino para poder sentarse a negociar y tratar de influir en la agenda de reformas, para no quedar marginados.

En la derecha dicen que la reunión fue “un puntapié inicial” para tratar de buscar espacios comunes y enfrentar al oficialismo de forma más unitaria. Pero ese ítem ha sido el eterno talón de Aquiles de la Alianza: una dificultad casi endémica para actuar coordinados, algo de lo que el sector no fue capaz ni cuando fueron gobierno.

El punto es que, dado el escenario actual en la UDI, luego de la bajada del senador Pérez de la contienda interna, hay un sector del propio gremialismo que considera que con Ernesto Silva como timonel “se va a agudizar” la situación, que el discurso y la estrategia serán “más duros aún”.

Silva es considerado un delfín del ex senador Jovino Novoa, con quien tiene cercanía intelectual y una alta coincidencia doctrinaria en términos económicos y en la defensa del modelo. Que es preparado académicamente, con carácter, de opiniones claras, no es medias tintas, representa el recambio generacional del gremialismo, pero tiene un fuerte sello ligado a los intereses del mundo empresarial y el conservadurismo católico.

En la UDI dicen que la “bajada” de Pérez se explica porque Chadwick y Coloma le quitaron el “piso político” a su candidatura al negarse a integrar su lista. Pero ninguno de los dos se levantaría como alternativa, el ex ministro porque –aseguran– está abocado a defender “el legado de su primo”, y el senador por el Maule Norte, aunque muchos dicen que le gustaría volver a la presidencia del partido, no lo haría por razones familiares, ya que es concuñado con el diputado.

El fin de semana del 9 y 10 de mayo, la UDI tiene el consejo general en que definirá su futura conducción. Hasta ahora Silva sería ungido sin competencia, pero en el partido hay sectores –parlamentarios y alcaldes– que tienen reparos a que él sea timonel.

Es hijo de uno de los fundadores de la Universidad del Desarrollo (UDD), Ernesto Silva Bafalluy, que falleció el 2011 y, desde entonces, el diputado administra los negocios familiares y, por tanto, forma parte del Consejo Directivo de dicha casa de estudios privada.

En la UDI cuentan que, en un período político en que el debate por el lucro marcará la agenda política y legislativa, si “resulta que el presidente del partido es dueño de la UDD, eso será un error estratégico grave, nos van a pasar la cuenta”. Ello porque hay quienes consideran que los problemas del gremialismo no pasan solamente por borrar de la declaración de principios la defensa del golpe de Estado de 1973, sino que es “mucho más profundo, somos el partido que defiende las Isapres, los intereses de sectores privilegiados”.

Explican que el problema es que Silva defiende esa lógica y no comparte la visión de quienes en la UDI advierten que mientras el partido “no deje de defender los intereses de la elite, no nos recuperaremos de la pérdida de confianza que sufrimos”.

En ese escenario, no se descarta que a última hora se convenza a alguna figura para que levante una candidatura alternativa y algunos miran hacia el senador Hernán Larraín, que ha declarado en las últimas semanas que el desafío de la UDI no es “cambiar los principios, sino que ir hacia un proyecto político que interprete a la realidad política del país”.

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