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Drina Rendic, gestora cultural:  “Quitarte la edad habla de que tú misma no te aprecias” PAÍS

Drina Rendic, gestora cultural: “Quitarte la edad habla de que tú misma no te aprecias”

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Ella tiene 78 años y se siente orgullosa de sus años. También confiesa que cuando se mira al espejo agradece haberse hecho una intervención facial en los años 90. Admiradora de Eleanor Roosevelt, comparte su máxima: “Cuando una deja de contribuir, una empieza a morir”, y trabaja por visibilizar el talento artístico femenino, históricamente postergado.


“Va Pensiero”, el famoso tercer coro de la obra maestra de Verdi, “Nabuco”, es la música que la ingeniero comercial, gestora cultural, socialité para muchos y mujer fuerte y empoderada para los que la conocen de cerca, Drina Rendic (78), quiere que suene en su funeral.  

–Me imagino mi ataúd en el centro y todos al oír esa música sintiendo cómo me elevo y me voy… –dice, riéndose al imaginar la escena. Y explica –Ese coro es mi canción favorita porque habla del espíritu que se eleva por sobre las murallas que te oprimen. Es lo que cantaban los hebreos en el exilio en los tiempos del rey de Babilonia, Nabucodonosor. También tengo bien claro quién quisiera que dijera una palabras sobre mí. No sobre mí, sino sobre las cosas que he hecho y el tipo de persona que he sido. Tengo a alguien en mente. Es un abogado gay, condición no reconocida públicamente, una faceta de ocultamiento muy nuestra, pero al que una vez escuché en un funeral encumbrar tanto y tan bien a un muerto que en vida nunca me pareció tan lúcido como él lo dejaba con sus palabras. Así es que, cuando terminó su discurso, le dije: Quiero que tú hables de mí cuando me muera –comenta, riéndose de nuevo, en un alarde de humor negro. 

-Se nota que no le temes a la muerte…

-Yo creo que la muerte al final termina siendo una liberación de todas nuestras falencias humanas. Espero que mi after life, como dicen los gringos, sea mucho más gratificante que la que he tenido en esta tierra.

Drina es la presidenta del capítulo chileno del International Women’s Forum in the Arts, desde hace 4 años, tarea que la satisface plenamente, porque se trata de destacar a las mujeres en todas las disciplinas artísticas, dándoles el reconocimiento que históricamente por una cuestión de género se les ha negado. Más cuando al hecho de ser mujer, se agrega la edad. “Hoy se habla de gerofeminismo, concepto que ha cuenta de esta doble discriminación. Si existe la palabra es porque es una realidad presente, obvia y evidente”, afirma.  

-¿Tú has sentido esa discriminación? ¿Te has sentido o te sientes limitada por la edad, por no correr como hacías a los 20, por poner un ejemplo?

Mira, yo tengo 78 años y, aunque no quiero sonar suficiente, te digo que me siento como tuna. Además, ¿quién quiere correr? Nunca me ha gustado correr. Yo jugaba tenis, pero me aburrió. Hubo un tiempo en que perdía tres horas de mi vida en ir y volver del club, esperar a la pareja de juego, para jugar un rato; ahora hago media de ejercicios en mi casa y el efecto es el mismo. Creo que la clave de sentirse bien es saberse útil. No sentirse desechable. Eso hace genial para la salud mental.  

Ahora está feliz de que Chile sea sede del próximo encuentro del International Women’s Forum in the Arts. “Será en mayo de 2022 y reunirá a 500 mujeres de todo el mundo. Es un tremendo honor que nos hayan elegido a nosotras, el Capítulo Chileno de la organización, que cuenta con 88 socias y 4 años de existencia”, dice, desbordando entusiasmo. Aunque lo que más la satisface es haber logrado, por ejemplo, que una soprano de Ovalle, que integraba el coro del Municipal, hoy esté cantando en el Covent Garden de Londres, gracias al impulso que ella y su grupo le dieron. “Yaritza Véliz hoy es una estrella, un ejemplo de lo que se puede hacer por una persona, visibilizando su talento como artista emergente”. 

Alejandra Urrutia y Sylvia Soublette

-Cuando tenías 68 años partiste sola, sin familia, a estudiar relaciones internacionales a Harvard. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Yo he tenido un par de hitos en mi vida que me han marcado. Ese es uno de ellos. Sentí que a esa edad se puede estudiar, aprender algo nuevo y ser mejor que tus compañeros que tienen 25 años menos que tú. Uno es mejor quizás porque te tomas las cosas más en serio, porque tu voz y tu participación son reconocidas por los profesores, porque has vivido más. Me sentí muy dueña de mis ideas y valoré mi experiencia, que es una tremenda ventaja. Yo estaba estudiando relaciones internacionales,  entonces conocía mejor que mis compañeros muchos de los procesos políticos contemporáneos. Realmente me sentí muy capaz, reconocida y contenta.

-Drina, eres abuela, pero no tienes nada de abuelita. ¿Cómo ves el tema de las mujeres mayores que encuentran realización a través de los nietos?

-Yo tengo una sola nieta. Tiene 24 años. Yo no juzgo a las mujeres que se sienten realizadas en el rol de cuidadoras de sus nietos. Si eso las hace sentir útiles y las satisface, genial. Lo que yo crítico es a las que se sientan a esperar que los hijos y los nietos las visiten, que les recriminan cuando no lo hacen, y que verlas para ellos se termina convirtiendo en una obligación. Eso es una pena. Yo no quiero eso para mí. Yo quiero que mi nieta me venga a ver porque soy entretenida, interesante, porque aprende de mí y lo pasamos bien juntas. Uno es mucho más interesante para todos, cuando tiene una vida propia. Usted, me tiene que pedir hora cuando quiera verme, le digo a mi nieta –bromea, risueña. 

El mismo principio se aplica en relación a su ocupado y poderoso marido, el empresario Humberto Becerra, con quien tiene 58 años de vida en común, y dos hijos varones. “Tengo amigas que no se separan del marido, que están completamente dedicadas a ellos, que van para todos lados juntos. Yo no estoy dándole lecciones ni consejos a nadie, pero creo que hay que tener vidas paralelas y complementarias. Él es trabajólico. Se levanta a las 5 de la mañana. Su idea del éxito es ganar plata; yo no, pero nos complementamos y nos encontramos en las tardes y tenemos tema y lo pasamos muy bien. Si uno no tiene vida propia, termina siendo una lata para el otro. De qué hablan algunas parejas -me pregunto yo-, donde ella no tiene vida propia. Yo creo que esa independencia nos ha mantenido unidos”. 

Drina hace notar lo que sucedía en el pasado con las mujeres de artistas reconocidos. “Muchas veces, detrás de ellos había una mujer creadora que estaba completamente invisibilizada. Es el caso de la esposa de Bach, Ana Magdalena. Hoy está comprobado que es ella la autora de las últimas obras de Bach. Mientras más atrás vas en la historia, más mujeres artistas subvaloradas existen y quizás cuántas que nunca conoceremos. Ahora, en cambio, hay un auge por reconocer y visibilizar el talento artístico femenino; yo me dedico a ello”.  

Hay una película en Netflix inspirada en un personaje real, la primera directora de orquesta, una holandesa criada en Estados Unidos, Antonia Brico, que pese a todo su empeño a comienzos del siglo pasado, nunca logró ser directora titular en ninguna parte. ¿Existen casos similares en Chile?

-No sé, pero sí conozco a las que lograron que se les abrieran las puertas, como la actual directora de la Orquesta de Cámara de la Universidad de Chile, Alejandra Urrutia, ella está triunfando hoy y es parte de nuestra organización. Y, más atrás, está la legendaria Sylvia Soublette, que fue cantante, instrumentista, compositora y directora, una artista realmente muy valorada y valiosa. 

Una decisión que confirma el espejo

-Drina, ¿hay belleza en la vejez?

-¿Belleza, me preguntas? Creo que hay belleza en todas las etapas de la vida. Uno empieza a envejecer desde el primer día de vida. Cada día, eres un día mayor. Es la historia de la vida y en un minuto empiezan a aparecer las arrugas, que son marcas de etapas, episodios que uno va contando. Ahora, no quiero ser hipócrita, porque la verdad es que la belleza es una cuestión muy individual, distinta para cada persona. En mi caso, la belleza era no tener arrugas. A finales de los años 90, me hice una operación facial y hoy, cuando me miro al espejo, pienso en la buena decisión que tomé hace ya tanto tiempo. 

-Parece mejor eso que adulterar la fecha de nacimiento en el carnet…

-Me ha tocado ver ese tipo de engaño y lo encuentro un poquito penoso. No entiendo que alguien  se sienta avergonzado de su edad. La edad es historia, experiencia. Falsear el número, para que la gente crea que eres menor y te aprecie más, habla de que tú mismo no te aprecias, de que te sientes caducado, desechado. Yo me siento orgullosa de tener 78 años y seguir siendo colaboradora, energética y dinámica, de manera que digo mi edad sin problemas. 

-Hoy todos aplauden la renovación de la política y mandan a los viejos para la casa, culpándolos de muchos de los males del Chile actual, ¿qué te parece esa actitud? 

-A mí me da pena, cuando escucho a amigos míos, hombres de entre 70 y 85 años, diciendo que tienen que darle el paso a las nuevas generaciones. Por qué se van a retirar, pienso yo, restando a sus empresas e instituciones la experiencia y sabiduría que han acumulado en décadas de trabajo. Eso es lo mismo que está pasando en la política. Y es lamentable, porque la riqueza está en la convivencia de viejos y jóvenes. Yo creo en la mezcla de la energía juvenil y la experiencia adulta en los ámbitos laborales, sociales, académicos, artísticos. Todos tenemos mucho que aportar y debemos hacerlo hasta que nos quede vida. Una mujer a la que respeto después de haber leído mucho sobre ella es Eleanor Roosevelt, ex Primera Dama de Estados Unidos. Ella decía que cuando uno deja de contribuir, uno empieza a morir. Y eso le pasa a la gente cuando se retira y comienza a dejar de estar vigente. 

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