En conversación con El Mostrador, la coordinadora de la Red de Acción Carcelaria, Elisa Alcaíno, detalla el trabajo que han realizado en los recintos penitenciarios de mujeres a lo largo del país con el fin de ayudar y visibilizar la realidad de cientos de internas que hoy no pueden acceder a insumos básicos de higiene, como jabón, shampoo y toallas higiénicas. Situación agudizada por la pandemia y la restricción de las visitas, pero que responde al funcionamiento habitual del sistema carcelario donde no se garantiza la entrega de artículos de aseo personal, por lo que Gendarmería depende de la ayuda de grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil. «Hoy día hay un evidente abandono por parte del Estado y eso repercute en Gendarmería (…). Hay un sistema carcelario súper injusto que ha naturalizado la violación a los derechos humanos, un sistema punitivo y un vacío de política pública que no ha regulado lo suficiente», señala. En este sentido, enfatiza en la ausencia de perspectiva de género en el funcionamiento de los recintos, «lo que hace que las mujeres sean doblemente discriminadas. Es un sistema diseñado por y para hombres que solo fue replicado para las cárceles de mujeres». Alcaíno agrega que » en nuestra sociedad prima el populismo penal y es súper impopular hablar de que esas mujeres tienen derechos, más allá de haber cometido una infracción a la ley. Visibilizar la realidad de la población penal femenina y su extrema vulnerabilidad social es el principal desafío de la Red».
