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Patrimonio Cultural Subacuático: una forma de expresión cultural menos conocida que se encuentra amenazada por fenómenos naturales y la actividad humana Sustentabilidad

Patrimonio Cultural Subacuático: una forma de expresión cultural menos conocida que se encuentra amenazada por fenómenos naturales y la actividad humana

Restos de ocupaciones, estructuras y elementos de pesca, embarcaciones, restos de naves naufragadas, infraestructura productiva, defensiva e industrial. Este patrimonio está doblemente protegido por ley, pero “uno de los principales problemas es la fiscalización y la coordinación de las autoridades”. A la urgencia de contar con un inventario para el resguardo y control efectivo, la protección de áreas marinas y el necesario diálogo que involucre a diversos actores para la cooperación frente a amenazas “de destrucción y saqueo”, fue lo que se refirió Isabel Cartajena, arqueóloga del Núcleo Océano, Patrimonio y Cultura (OHC).


“El futuro de Chile está en el mar”, escuchaba en la televisión cuando era pequeña. Su familia materna, oriunda del mar del Norte de Alemania, la hacía mirar atrás en cada viaje donde era ritual ir al puerto a ver los barcos que se estaban cargando y descargando, los paseos por la isla, los diques, la costa, los faros, ese paisaje que rodea las amplias aguas.

Isabel Cartajena estudió oceanografía pero siempre le gustó la arqueología, carrera que finalmente siguió en la Universidad de Chile. Es además doctora en Altamerikanistik de la Freie Universität Berlín (Alemania), miembro del directorio de Arqmar (Centro de Investigaciones de Arqueología Marítima del Pacífico Suroriental) y del Núcleo Océano, Patrimonio y Cultura (OHC).

Desde que se tituló, trabajó en un medio diametralmente opuesto: el Desierto de Atacama. Y se especializó en el estudio de restos de fauna en sitios arqueológicos y en los primeros grupos de cazadores recolectores que llegan a esta región de la puna, buscando también reconstruir cómo era el paisaje cuando llegaron.

Su vuelta al mar, y el encuentro de esos dos mundos que la apasionan, tuvo su punto de partida en 2008, cuando inició su trabajo junto a Diego Carabias, arqueólogo especialista en arqueología subacuática (ARQMAR) y actual director alterno del Núcleo OHC.

“Cuando comencé a trabajar con Diego en el sitio de Quintero (GNLQ1), fue alucinante recuperar huesos de fauna extinta bajo del mar y tratar de entender cómo era el paisaje antes que fuera cubierto por el agua. De cierta forma era parecido a lo que hago en Atacama, pero con un cambio brutal, del desierto al agua”, contó Cartajena.

A través de Carabias conoció a Valentina Flores-Aqueveque, geóloga de la Universidad de Chile y Ricardo Álvarez, antropólogo de la Universidad Austral de Chile. Este segundo encuentro, esta vez entre profesionales de diversas áreas, les demostró que “la única forma para abordar temáticas relacionadas tanto con paisajes como sitios sumergidos desde una mirada multidisciplinaria era a través de la formación de un centro de investigación especializado en arqueología marítima”.

Así, en 2015 nació el primer Centro de investigación en Arqueología Marítima del Pacífico Suroriental (ARQMAR), al cual se sumaron especialistas de diversas disciplinas como la ingeniería y conservación.

“El problema de trabajar con sitios sumergidos es el alto costo de los trabajos de terreno y los equipos. Sin embargo, a través diversos proyectos de investigación liderados por nosotros como la participación y cooperación con otros proyectos y el apoyo de ARKA en el marco de la consultoría ambiental, nos permitió ir generando esta línea de investigación muy poco desarrollada en nuestro país”, sostuvo Isabel Cartajena.

En 2021, a través del concurso de Núcleos Milenio en Ciencias Sociales, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID), se adjudicaron la iniciativa Núcleo Milenio Océano Patrimonio y Cultura (OHC por sus siglas en inglés) lo cual les permitió potenciar y consolidar no sólo la investigación “sino también poner de relieve la importancia del Patrimonio Cultural Subacuático”, valoró la especialista.

“Nuestro trabajo busca reconstruir procesos históricos y culturales de diverso alcance, duración y complejidad que permitan comprender la diversidad de formas ancestrales y modernas de habitar y movilizarse en estos espacios acuáticos.

El objetivo del Núcleo es comprender la relación de los grupos humanos con los ambientes marítimos y de aguas interiores a través del tiempo a partir de la investigación de las evidencias arqueológicas de periodos prehistóricos e históricos actualmente sumergidas”, explicó.

-¿Qué es el patrimonio cultural subacuático?

De acuerdo a la definición de la Unesco, por patrimonio cultural subacuático (PCS) se entienden todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica o continua, por lo menos durante 100 años (Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, UNESCO, 2001).

En el caso de Chile, el marco legal considera todas las evidencias de existencia humana sumergidas en los fondos del mar territorial y aguas interiores por más de 50 años de antigüedad. Estas pueden ser de diversa naturaleza como sitios, construcciones, artefactos y restos humanos, en conjunto con su entorno arqueológico y natural; como también restos de buques, aeronaves, otros vehículos o algunas de sus partes, su carga o su contenido en conjunto con su entorno arqueológico y natural.

El patrimonio cultural es una forma de expresión cultural dinámica, que se va construyendo y resig35nificando continuamente, refuerza nuestro sentido de pertenencia e identidad, nos conecta con generaciones pasadas y venideras. Las evidencias materiales también se relacionan directamente con el patrimonio inmaterial que recoge tradiciones orales, creencias y saberes.

Justamente en un momento como el que estamos viviendo, permite reconocer, valorar y preservar la diversidad cultural. El patrimonio cultural subacuático es menos conocido ya que la mayoría de las veces se encuentra invisibilizado bajo el agua y en lugares de difícil acceso.

En el caso de Chile, abarca un amplio espectro de evidencias que incluyen desde restos de ocupaciones, estructuras y elementos de pesca y embarcaciones prehispánicas a pecios o restos de naves naufragadas, infraestructura productiva, defensiva e industrial de tiempos coloniales y republicanos. Por otro lado, la tradición oral permite recoger formas consuetudinarias de habitar y prácticas asociadas a los ambientes fluviales y marítimos.

Sin embargo, tanto el desconocimiento como los ambientes costeros donde se concentra la actividad humana se encuentran fuertemente amenazados, ya sea por fenómenos naturales como la subida del nivel del mar, cambios climáticos y ambientales, como por la actividad portuaria, industrial o el relleno de bordes costeros. Es por esto que es importante reforzar su protección y preservación para las generaciones futuras.

-¿Qué reflexiones haces de las políticas públicas existentes en relación al PCS?

El PCS está doblemente protegido por la ley. Por una parte, se reconoce e incorpora explícitamente en el marco legal patrimonial  con el Decreto que define el PCS en 1999, quedando protegido como Monumento Histórico. Por otra parte, los elementos de PCS, quedan protegidos como Monumento Arqueológico por la Ley de Monumentos Nacionales.

Este reconocimiento es un paso importante en línea con la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la Unesco (2001) y la Carta de Icomos (1996), aunque Chile no haya ratificado la Convención. A pesar de esto, uno de los principales problemas es la fiscalización y la coordinación de las diferentes autoridades que permita hacer valer la ley.

Para ello, en 2017 conformamos una Mesa de Trabajo de PCS intersectorial junto al Consejo de Monumentos Nacionales, la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante (DIRECTEMAR), la Policía de Investigaciones, el Ministerio Público y ARQMAR.

Asimismo, realizamos un catastro de PCS para las bahías de Iquique, Valparaíso Concepción y golfo de Arauco a cargo de ARQMAR a través del cual se generó una primera fuente de datos sistematizados que permitirá a futuro agregar la información relativa al PCS al Registro Nacional de Sitios Arqueológicos, sirviendo como herramienta de planificación y gestión en torno a este patrimonio sumergido.

En ese sentido, es urgente  contar  con un inventario de PCS para el resguardo y control efectivo de este patrimonio frente a amenazas de destrucción y saqueo a las que se halla regularmente expuesto.

-¿Qué desafío crees que tiene el país sobre este tema?

Por una parte, existe un desafío mundial sobre este tema en el marco de la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) proclamada por las Naciones Unidas como una década para salvar a los océanos a través de la ciencia y la investigación.

En este contexto, si bien son de vital importancia las ciencias oceánicas, en este decenio también se hace hincapié en la gestión y adaptación de zonas costeras, el establecimiento de áreas marinas protegidas y la elaboración de políticas oceánicas nacionales entre otras que ponen de relevancia la importancia de las ciencias sociales.

La única forma de lograr los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es a través de una mirada global donde dialoguen las dimensiones naturales y culturales, especialmente en un país como el nuestro, con miles de kilómetros de costa y territorios insulares.

Otro de los desafíos es la Convención de la Unesco, que fue ratificada por más de 70 países en sus 21 años de existencia. Es importante que se generen en Chile las instancias de diálogo y discusión que involucren a los distintos actores. Lo anterior permitiría no solo la protección del patrimonio cultural subacuático, sino también la cooperación internacional y la implementación de estándares internacionales para el estudio y preservación de los restos sumergidos.

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