
Nuevos gobiernos para nuevos tiempos
Muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos tienen que ver con temas globales que no pueden ser resueltos sólo por autoridades locales: cambio climático, reemplazo de mano de obra por robots e inteligencia artificial, competencia desleal gracias a la ingeniería genética y biotecnología cambiando las reglas del juego en todas las industrias, por sólo nombrar algunas.
El mundo actual vive una crisis política sin precedentes, y es que los gobiernos se enfrentan a una problemática para la cual no fueron diseñados. Por un lado, un escenario de globalización, que va más allá de bajas barreras arancelarias y elimina las fronteras a tal nivel, que las acciones de unos a un lado del planeta afectan a muchos al otro extremo. Por el otro, un ciudadano que se siente cada vez más empoderado de la mano de lo que le ha dado y enseñado el mercado, el acceso a conocimiento, la tecnología y sobre todo, internet.
La situación es compleja, y pareciera que por el momento la solución no está a la vista. Quienes proponen cambios, suelen sugerir dar un paso atrás y retroceder al pasado, sin aceptar la realidad de que las tendencias no se detendrán con controles migratorios o arancelarios. Esta es una ola que hay que aprender a surfear, no evitar. Lamentablemente en este proceso de adaptación escasean propuesta originales y con una mirada en el futuro por quienes hoy detentan el poder político y económico. Entonces ¿cómo miramos al futuro? ¿Qué tipo de instituciones y regulaciones necesitamos para enfrentar lo que viene?
Muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos tienen que ver con temas globales que no pueden ser resueltos sólo por autoridades locales: cambio climático, reemplazo de mano de obra por robots e inteligencia artificial, competencia desleal gracias a la ingeniería genética y biotecnología cambiando las reglas del juego en todas las industrias, por sólo nombrar algunas. Este futuro no necesariamente será mejor para todos, ya que corremos el riesgo de acrecentar la desigualdad. Por tanto uno de los desafío será el desarrollo de una sociedad que no caiga en ese dilema y que por el contrario, aproveche las nuevas tendencias para lograr un nuevo equilibrio social mejor para todos. Lo anterior, es algo que simplemente se le escapa de las manos a nuestras instituciones actuales y “nacionales”.
Para enfrentar el futuro probablemente necesitaremos fortalecer gobiernos locales y uno global. Locales, porque en comunidades más pequeñas es posible tomar decisiones más cerca de los problemas, existe mayor capacidad de organización, sentido de pertenencia y capacidad de colaboración. Global, porque aunque suena de película, los principales desafíos de la humanidad no se pueden enfrentar con esfuerzos desarticulados entre países. Donde además intereses políticos nacionales de corto plazo, interfieren con necesidades planetarias de largo plazo. Es decir, los actuales Estados Nacionales empiezan a quedar fuera de juego al estar a un “nivel” que no necesariamente es el adecuado para resolver los problemas de la población. Muy lejano para entender y organizar la realidad directa de los vecinos, y con poco poder frente a los cambios del mundo.
La verdad es que hoy necesitamos ser leales con la humanidad, no solamente con quienes están dentro de una frontera geográfica. En el último año se ha vivido una fuerte tención entre nacionalismo y globalización, sin embargo el primero no puede entregar soluciones a desafíos y tendencias globales que están cambiando nuestra sociedad. La solución aún no está clara, pero vale la pena empezar a conversar.