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A 74 años del derecho a voto de las mujeres: cómo se gestó uno de los hechos que marcó la historia democrática del país BRAGA Créditos: Memoria Chilena / Crónica del sufragio femenino en Chile, Diamela Eltit.

A 74 años del derecho a voto de las mujeres: cómo se gestó uno de los hechos que marcó la historia democrática del país

Valentina Paredes y Antonia Sepúlveda
Por : Valentina Paredes y Antonia Sepúlveda Periodistas en El Mostrador Braga
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Desde activistas como Amanda Labarca a Elena Caffarena, un día como hoy de 1949 fue publicada en el Diario Oficial la ley que permite a las mujeres votar y hacerse partícipes de la política institucional, un hito que en El Mostrador Braga destacamos y visibilizamos como una de las luchas políticas alcanzadas más importantes por el movimiento feminista chileno.


El 8 de enero de 1949, durante el gobierno de Gabriel González Videla, se promulgó la ley n.º 9292, que permitió a las chilenas —luego de años— ejercer su derecho a voto.  La legislación fue publicada en el Diario Oficial un 14 de enero como hoy de 1949. 

A 74 años de esta importante legislación, que marcó un antes y después en la historia democrática del país, es necesario recordar los hechos que llevaron a las mujeres a conseguir estos derechos, así como a quienes fueron el motor para impulsar cambios en esa época. 

En primer lugar, la ley otorgó derecho a voto a la mujer en las elecciones parlamentarias y presidenciales, así como el derecho a presentarse a elección para ocupar esos cargos, consiguiendo la implementación definitiva del sufragio universal e igualitario en nuestro país. 

Con ello se concretó la incorporación plena de la mujer al sistema político y el fortalecimiento del sistema democrático en Chile.

Las mujeres pudieron votar en las presidenciales por primera vez en 1952, saliendo electo Carlos Ibáñez del Campo. Desde entonces, su participación fue clave para toda la toma de decisiones democráticas, siendo recién en 1970 el año que se alcanzó la paridad.

Una de las cosas que más se debe destacar de este proceso, es que las mujeres de la época rompieron con los estigmas y prejuicios asociados a su participación. Matrimonio, cuidado de la familia y labores domésticas, eran las principales funciones que debían realizar las chilenas según la sociedad. 

Según establece la escritora nacional, Diamela Eltit en su Crónica del sufragio femenino, “la primera mitad del siglo XIX, promueve una imagen de mujer basada en valores formativos, extraídos de principios morales y de asistencia. Conductas tales como la caridad, la abnegación y la rectitud, son los requerimientos principales del modelo impuesto de la época. La única expansión vital a la que la mujer puede acceder le es asignada por el matrimonio, donde ella va a encontrar la legitimación de su lugar, pues asegura el cumplimiento satisfactorio de un rol que culmina con el acto de la maternidad. De tal manera que, el matrimonio y maternidad, son percibidos como obligaciones sociales y morales que garantizan un destino correcto en el interior de la comunidad en la que habita”. 

La organización feminista 

No obstante, pese a las vastas prohibiciones de las mujeres en hacerse partícipe de los debates políticos y de la vida pública, ellas no se quedaron atrás y comenzaron una organización que marcó un precedente para el movimiento feminista del país. 

Desde la creación de centros femeninos como el de Belén de Sárraga, fundados en 1913; así como la creación del Club de Lectura de Amanda Labarca —inspirado en los Readings Club de Estados Unidos—, no podemos olvidar la creación del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (Memch) en 1935. 

El Memch buscaba luchar por una igualdad jurídica y política de hombres y mujeres, así como el acceso paritario al mundo laboral. Sin embargo, una de las demandas más ambiciosas e importantes de la organización, era el voto femenino; hasta la formación de la Federación Chile de las Instituciones Femeninas, Fechif, en 1944, donde se comenzó a conversar la posibilidad del sufragio femenino. 

‘‘La organización feminista fue principal detrás de la lucha por el voto femenino, pero, sin duda, el Memch marca un antes y después en el movimiento feminista del siglo XX en Chile. Además, también participaron en la Fechif, una federación amplia de mujeres políticas, dirigentas y feministas, impulsando el voto femenino en diferentes espacios sociopolíticos y de base’’, dice la historiadora y académica de la Universidad Diego Portales (UDP), Hillary Hinner.

Asimismo, inspiradas en las revoluciones sufragistas de Estados Unidos e Inglaterra, quienes habrían conquistado este derecho, sirvió como antecedente para reflexionar sobre la carencia legislativa existente hasta ese entonces en el país.

En 1945 la destacada poeta nacional, Gabriela Mistral, recibe el Premio Nobel de Literatura, marcando un antecedente en las sufragistas chilenas. Mistral fue reconocida internacionalmente, mientras que en su propio país no tenía derecho a voto.

Perseguidas 

Según explica la historiadora, aunque la conquista del voto femenino representa un hecho histórico, durante su promulgación las mujeres de igual forma fueron perseguidas, específicamente las asociadas a los movimientos de izquierda. 

‘‘Una de las grandes ironías históricas es que González Videla promulgó el voto femenino después de la Ley Maldita; muchas mujeres del Memch/Fechif eran comunistas -o simpatizantes, parejas o familiares del Partido Comunista- y eran perseguidas, de hecho varias terminaron relegadas en Pisagua. Por eso, cuando González Videla habla de la ley en una celebración estatal por haber aprobado el voto, no menciona el Memch y Elena Caffarena, no asiste a tal celebración’’, explica Hiner.

Elena Caffarena junto con Flor Heredia, redactaron el borrador de anteproyecto para otorgar el sufragio universal a las mujeres del país. El mismo que se promulgó en 1949. 

Frente a esto, Hiner destaca diversas reflexiones que nos deja este hecho historico para la situación actual sociopolítica. En primer lugar, la tensión entre el Estado y los movimientos feministas, por ejemplo, cuando se diluye el Memch y las mujeres pasan a un segundo plano en la política. 

‘‘Por más que los partidos o un gobierno se declaren feministas, es siempre importante también contar con movimientos feministas fuertes por fuera de esos espacios, planteando sus demandas y no soltando “la calle”, dice la historiadora.

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