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La maternidad está en crisis (y no es culpa de las mujeres) Yo opino Créditos: Cedida

La maternidad está en crisis (y no es culpa de las mujeres)

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Andreína Guerrero
Por : Andreína Guerrero Coach de ciclo menstrual y educadora de fertilidad natural.
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La reciente baja histórica en la natalidad en Chile ha vuelto a instalar el debate sobre el futuro demográfico del país. Pero más allá de las cifras, me pregunto: ¿qué hay detrás de esta decisión cada vez más común de no ser madre? ¿Por qué tantas mujeres están postergando —o simplemente descartando— la maternidad? Y por otro lado, ¿cuáles son los desafíos que enfrentamos quienes sí queremos tener hijos?

Como coach y educadora de fertilidad natural, trabajo a diario con mujeres que se enfrentan a preguntas difíciles sobre su salud, su cuerpo y su ciclo menstrual. Y si algo he aprendido, es que la decisión de ser madre hoy no se toma a la ligera. No se trata de egoísmo; se trata de realidades estructurales, sociales y personales que no estamos mirando con suficiente profundidad.

Durante décadas, la sociedad nos empujó a romper barreras, a conquistar espacios tradicionalmente masculinos, y eso está bien. Pero en ese proceso, el rol de la maternidad —especialmente cuando implica dedicarse a la crianza— fue visto como un retroceso. Se desvalorizó, se invisibilizó. Hoy, muchas mujeres sienten que deben elegir entre ser madres o profesionales y, cuando el entorno no ofrece apoyo ni reconocimiento, es comprensible que muchas opten por no embarcarse en ese camino.

En América Latina, ser mujer en edad fértil aún es motivo de discriminación en el mercado laboral. Ni hablar de lo que sucede cuando efectivamente nos convertimos en madres: menos oportunidades, menos ingresos y más inseguridad financiera. Muchas incluso trabajan en condiciones informales, sin acceso a derechos básicos como el postnatal. ¿Cómo vamos a hablar de maternidad cuando socialmente no se garantizan las condiciones mínimas para ejercerla?

Por otro lado, en la práctica, la crianza sigue recayendo casi exclusivamente sobre las mujeres. No basta con hablar de paternidades activas si no existen políticas públicas que las hagan posibles. Licencias postnatales igualitarias, horarios laborales flexibles y educación emocional desde la infancia que derive en mayor corresponsabilidad en la crianza. Nada de esto es real todavía.

Ante este escenario poco inspirador, muchas mujeres esperan tener estabilidad emocional y económica para ser madres, pero esa espera tiene consecuencias. Me refiero a mujeres mayores de 35 años que enfrentan presión social y médica por buscar un embarazo “riesgoso” o “fuera de tiempo”. Si queremos apoyar a quienes sí desean ser madres, es necesario un enfoque más integral de la salud reproductiva, que reconozca que la edad no es el único factor determinante en la fertilidad y que sí es posible lograr embarazos sanos a edades más avanzadas.

Por otro lado, no olvidemos que estamos en un escenario global de crisis de la fertilidad donde se proyecta que para 2045 la mayoría de las parejas podrían requerir asistencia médica para concebir. En ese sentido, no podemos seguir enseñando que el ciclo menstrual es un problema que hay que “apagar” con anticonceptivos desde los 14 años. La evidencia científica es clara: ovular de forma regular durante nuestros años fértiles es esencial para la salud de las mujeres. Necesitamos educar en el conocimiento del cuerpo, familiarizarnos con los signos del ciclo menstrual y remover el temor a la ovulación que se infunde desde temprana edad. Esto también es cuidar la natalidad.

Y un último punto muy relevante es que no podemos seguir actuando como si la responsabilidad -o la “incapacidad”- de concebir fuera exclusivamente femenina. La ciencia demuestra que el conteo espermático ha caído dramáticamente en las últimas décadas. Según un estudio publicado en 2023, el número de espermatozoides se ha reducido a la mitad en los últimos 50 años a nivel mundial. El factor masculino está involucrado -de forma exclusiva o combinada- hasta en un 60% de los casos de infertilidad. ¿Dónde está la educación para ellos sobre su salud reproductiva?

La baja natalidad no es solo un fenómeno demográfico. Urge un cambio profundo, cultural y estructural que libere a las mujeres de la disyuntiva entre su realización personal y la maternidad para que ser madre vuelva a ser un camino posible, acompañado, valorado y, sobre todo, deseado. Por otro lado, es esencial apoyar la fertilidad garantizando acceso equitativo a diagnósticos, tratamientos y educación sexual integral, sin tabúes ni prejuicios. En un escenario mundial donde la fertilidad está en riesgo, ignorar este aspecto es también afectar, en silencio, el futuro demográfico de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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