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Los Andes Big Band: Una tremenda odisea

«Este es el único proyecto de la historia del jazz en Chile, en lo que a big bands se refiere, que ha tenido éxito. Hemos trabajado durante ocho años. Los motores son la perseverancia de algunos puntales, el amor por la música y el deseo por trabajar», dice Santiago Cerda, director de la banda que actuó con el pianista Jorge Navarro.


Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que en el país existieron grandes bandas de música que animaban las fiestas en vivo y en directo. Dicen que en Valparaíso las recepciones eran en grande, con músicos expertos, curtidos en la calle, como los viejos jazzistas de antaño dotados de un swing único.



Se comenta, también, que existieron valerosas orquestas en las radios, pero no sólo respecto a los dominios del jazz, pues hubo muchos músicos de grandes orquestas que pasaron por estas latitudes y formaron grupos.



Ahora la tendencia no es precisamente a crear grandes bandas, sino que el jazz se reduce a tríos, cuartetos y solistas. Aunque no faltan los empecinados en mantener el sonido amplio de las agrupaciones instrumentales como es el caso de Los Andes Big Band.



Esta agrupación, bajo la dirección de Santiago Cerda y en una iniciativa poco usual, ofrecerá varios conciertos de jazz en Santiago y Valparaíso. Además, actuará junto a figuras de categoría internacional, como lo hizo el jueves pasado con el pianista argentino Jorge Navarro.



«El jazz es una cofradía mundial. Muchas veces con idiomas o nacionalidades distintas que se unen en el lenguaje. Cuando me siento al piano, la música fluye y es como si nos hubiéramos conocido toda la vida. La música es ya es un idioma universal y dentro de ella aún más universal es el jazz», precisa Navarro (en la foto).




El pianista argentino tocó con Ella Fitzgerald, Clark Terry, Jim Hall, Roy Eldridge, Ray Charles, Buddy de Franco, Paquito D’Rivera, James Moody, Nat Adderley y Gato Barbieri. Con todos ellos compartió los secretos del swing, don que explica así:



«Como dijo Dizzi Gillespi: ‘Si preguntan por el swing nunca lo van a saber’. El swing es ese elemento invisible e indefinible que está o no está. El músico lo tiene o no lo tiene. Eso no se enseña. Si no tengo swing nunca voy a tocar jazz. Hay un tema de Duke Ellington que dice: ‘nada significa si no tiene swing'», explica el solista.



Navarro fue reconocido como uno de los tres mejores pianistas de jazz del mundo por el crítico norteamericano Gene Less de la revista Down Beat. Y con la humildad de los grandes vino al país para dar curso a los solos y standars -canciones del repertorio popular sobre las que los jazzistas improvisan- en un encuentro de grandes proporciones donde ese lenguaje musical hace rato trascendió las fronteras.



«Hace mucho tiempo que el jazz dejó de ser música norteamericana. Todos conocemos las historias de los negros, de los algondonales y de los spirituals. No podemos hablar de un Chopin argentino, porque si lo toca un argentino está tocado a la Chopin. Los músicos de jazz tocamos jazz. Tomamos cosas de un país y las transmitimos en idiomas jazzísticos», dice el músico trasandino.




Big problemas



Uno de los problemas más grandes para esta clase de bandas es la recurrente falta de auspicio. En Chile «pusieron coto» al asunto, pero igual se logró el auspicio de la Universidad de Chile y la cooperación de la cordillerana orquesta de jazz.



Los Andes Big Band fue fundada por Gustavo Bosch en 1993 y en la actualidad es la única orquesta de jazz profesional estable entre Arica y Punta Arenas. Ha estado bajo la dirección del alemán Peter Brand, presentando tres conciertos de música contemporánea, y también con la conducción de Mark Lusk, trombonista y profesor de Estados Unidos.



Sigue el modelo de la orquesta de Duke Ellington y, con los 20 músicos en sus filas, mantiene viva la tradición de las grandes bandas. Presenta en su repertorio desde composiciones de Chick Corea a Cole Porter y de Bob Minzert hasta Duke Ellington.



Actualmente posee un catálogo de 100 composiciones de diversos estilos como jazz, salsa, latin jazz, arreglos de jazz para formatos de big band y para full orquesta.



«Esta big band partió como un taller. Eran buenos músicos, pero no de jazz. Es una orquesta autodidacta. Hemos aprendido mucho escuchando y viendo los arreglos de Count Bassie y Duke Ellington», dice el director del grupo, Santiago Cerda.



– ¿Cómo trabajan musicalmente en una big band?



– Con arreglos y dentro de ellos hay zonas en que el solista improvisa. Los standars son canciones de cualquier compositor, generalmente de las comedias musicales. El arreglador o director las toma y las instrumentaliza para su orquesta. Hace un arreglo, pero dejando espacios para que el improvisador toque lo que él siente.



– ¿Cómo logra sobrevivir una banda tan grande en Chile?



– Este es el único proyecto de la historia del jazz en Chile en lo que a big bands se refiere que ha tenido éxito. Hemos trabajado durante ocho años. Los motores son la perseverancia de algunos puntales, el amor por la música, el deseo por trabajar.



– ¿Cree que hay un jazz propiamente chileno o interpretado a la chilena?



– El jazz es universal. Si hablamos diferentes idiomas, en el jazz nos juntamos. Pero hay jazz con sabor de ciertas latitudes o uno que suena a europeo, también un latin jazz que es el que está en el Caribe y se basa en la salsa, el son y la guajira. Hermeto Pascoal produce en Brasil. En Chile hay varios compositores que trabajan en esa línea.




Tremenda odisea y talento



Santiago Cerda es de formación jazzística autodidacta y cuenta en su catálogo con 20 composiciones, 45 arreglos para big band, seis arreglos para full orquesta, 40 obras para otros géneros y la creación de la "suite jazzística» para formato de big band, llamada Suite Latinoamericana.



– ¿Cómo explica su obra Suite Latinoamericana?



– Está basada en ritmos latinoamericanos. Lo único que tiene de Chile es el ritmo de cueca. Lo demás está tomado de otras formas. En la actualidad el músico es un mezclador de cosas. El que compone elige lo que quiere y como quiere que suene. Desde Bach en adelante la música no ha cambiado nada; desde el punto de vista de la armonía es la misma. Después de la Suite Latinoamericana me puse a componer temas de swing con ritmos chilenos del norte.



– ¿Por qué el jazz que se hace en Chile no ocupa un lugar relevante en el mundo?



– Es porque estamos lejos. No tenemos una cadena que nos una a otros países. No tenemos recursos. Somos autodidactas. Hemos tenido que aprender escuchando, transcribiendo. Ahora sí tenemos acceso a otras cosas, pero los músicos antiguos no tuvieron ninguna posibilidad. Para nosotros es una tremenda odisea hacer esta música.



– ¿Cómo ve la improvisación local?



– Es un lenguaje que se aprende. Para generar swing hay que incorporarlo al lenguaje. Es una forma distinta de interpretar las cosas.



– ¿Quiénes son las promesas del jazz nacional?



– Hay muchos nuevos talentos. Los chiquillos se incentivan. Tenemos a Cristian Cuturrufo, Maximiliano Alarcón o Cristián Gálvez, de las últimas generaciones. En la big band hay varios talentos, como Cristián Mendoza, Francisco Carvajal, Alejandro Rivas. Tienen la técnica clásica que es la misma para tocar jazz o salsa, pero el lenguaje es el diferente.



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Vea además:



Navarro actuará junto a Los Andes Big Band



La programación y los solistas

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