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Ellen Baker, astronauta: «Debemos trabajar juntos y proteger nuestro planeta» Está de visita en Chile

Ellen Baker, astronauta: «Debemos trabajar juntos y proteger nuestro planeta»

Vino para participar en la IV Conferencia Internacional de Cultura Científica de la Universidad Andrés Bello. ¿Qué se come en el espacio? ¿Qué se hace con los desechos? ¿Cómo se comunicaba con los cosmonautas rusos? Fueron algunas de las preguntas que la norteamericana respondió a niños en su charla.


De niña nunca soñó con ser astronauta, porque en aquella época, a mediados de los 60, ese oficio sólo era para hombres. Pero Ellen Baker (Fayetteville, Estados Unidos, 1963) fue primero médica, luego ingresó a la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) y terminó realizando tres viajes a la Estación Espacial Internacional (ISS) entre 1989 y 1995.

¿Qué se come en el espacio? ¿Qué se hace con los desechos? ¿Cómo se comunicaba con los cosmonautas rusos? Fueron algunas de las preguntas que la norteamericana respondió ayer en el centro cultural GAM, en el marco de la  IV Conferencia Internacional de Cultura Científica de la Universidad Andrés Bello.

La conferencia termina este jueves y Baker dio la charla inaugural: “Vivir y trabajar en el espacio”.

Comer y dormir en el espacio

Aunque Baker nació en Carolina del Norte, se crió en Nueva York, más precisamente en el barrio de Queens. Estudió geología en la Universidad de Buffalo y luego medicina en la Universidad de Cornell. En 1981 ingresó a la NASA.

Conoce bastante bien América Latina, y en octubre vino a Chile por primera vez, a un evento de astronomía en Valparaíso.

«Esta vez se trata de hablar de ciencia con el público y explicar lo importante que es la ciencia, aunque no seas científico. Creo que todos los ciudadanos deben saber algo sobre la ciencia», cuenta. «Creo que la puedes explicar a cualquiera, si lo haces de la manera correcta, y a la mayoría de la gente le interesa, sobre todo si se trata de viajes espaciales».

Este miércoles hubo muchos niños que le hicieron preguntas, tales como el tema de la comida o el baño. «La comida estadounidense básicamente es la que llevas cuando vas de camping, mucha comida deshidratada. Los rusos llevan mucha comida en lata. Cada uno es diferente, pero en general es algo fácil de preparar, de comer y de limpiar».

Otro tema es el sueño. Hay que pensar que la Estación Espacial Internacional orbita alrededor de la Tierra cada 90 minutos. Son 16 órbitas al día, moviéndose a 8 kilómetros por segundo; el sol sale y se oculta cada 45 minutos.

«Tienes que cubrir las ventanas y tus ojos para no despertar a cada rato. Cómo ajustar tu sueño es un asunto fisiológico. Algunos astronautas toman somníferos, sobre todo al principio».

¿Y la orina y las heces? «En el espacio reciclamos todo lo líquido, mantenemos todo el agua. Los desechos sólidos son colocados en un vehículo no tripulado, que se consume cuando reingresamos a la atmósfera».

Otro tema es la comunicación con los otros astronautas de Japón y Europa, pero en especial los rusos. Todos los astronautas estadounidenses deben aprender su idioma y ser capaces de mantener una conversación con ellos, entre otros porque algunas partes de la ISS son de tecnología rusa.  Por eso Baker hablaba en ambos idiomas con sus colegas de la ex Unión Soviética, aunque confiese que a estas alturas ha olvidado la mayoría. Dice que con ellos terminó siendo amigos, ya que previamente entrenaron juntos, tanto en su país como en Rusia.

En el espacio, todos los astronautas además realizan ejercicios regulares, para no perder masa muscular, junto con protegerse de la radiación espacial. Al volver del espacio, cuenta que las consecuencias físicas dependen de cuanto tiempo se haya pasado en el espacio. Pero es común perder el sentido del equilibrio. «Cada astronauta es diferente… algunos ya podían caminar una hora después del aterrizaje».

Y aunque «no tiene idea» de qué piense hacer el nuevo presidente Donald Trump con el programa espacial, confía en que continúe la idea de ir a Marte. Con la tecnología actual, el viaje de ida demoraría seis meses de ida y seis meses de vuelta, además de una estadía de un año. En cambio, viajar a la estrella más cercana tomaría 70.000 años.

«Si el gobierno nos apoya, podremos ir en diez años», asegura, con lo cual certifica que, más allá de lo tecnológico, es clave el apoyo político. Ir a Marte es importante porque «es importante avanzar en nuestros conocimientos y nuestra tecnología. Además inspiraríamos a la gente, especialmente a los niños, para convertirse en científicos. Estando allí además podríamos aprender más de la historia de nuestro sistema solar y la galaxia».

Un privilegio

Para Baker, ser astronauta sin duda «es fantástico, es un gran privilegio. Poder flotar en el espacio, ser el instrumento de los científicos en la Tierra, poder mirarla por la ventana de la nave…».

¿Qué le enseñó esa experiencia que pueda transmitir al resto de la humanidad?

«Que vivimos en un planeta frágil, único y hermoso», responde. «Nos enfrentamos a muchos desafíos graves y muchas realidades desafortunadas. Sin embargo, tenemos las herramientas y el conocimiento para hacer una diferencia y para resolver muchos de los problemas de hoy. Soy optimista, porque creo que la gente es básicamente buena y tiende a resolver los problemas».

«Las posibilidades de progreso son muchas, limitadas sólo por nuestra imaginación, por nuestra incapacidad de acción, y nuestra incapacidad para trabajar juntos por el bien común. Necesitamos avanzar en crear asociaciones y colaboraciones, unidos y juntos, podemos proteger nuestro planeta, proteger a la humanidad y permitir que florezca», concluye, al tiempo que cree en la posibilidad de vida extraterrestre, aunque no vio ningún OVNI en el espacio.

«Hay más planetas, estrellas y galaxias de los que podemos siquiera imaginar. El universo es enorme».

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