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Escritora Nona Fernández y el proceso «destituyente»: «Un nuevo pacto implica destituir las dinámicas mercantilistas, egocéntricas y abusivas» CULTURA

Escritora Nona Fernández y el proceso «destituyente»: «Un nuevo pacto implica destituir las dinámicas mercantilistas, egocéntricas y abusivas»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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La actriz y dramaturga sostiene que «tanto tiempo encerradas, como ratoncitos de laboratorio en la jaula neoliberal, nos hace practicar, aunque no nos demos cuenta, las dinámicas aprendidas por décadas. Esas dinámicas patriarcales hay que desbaratarlas desde el plano más íntimo para la construcción de un futuro mejor», asegura. Una de las razones para votar Apruebo es que –a su juicio– la actual Constitución pone al Estado en un lugar subsidiario en relación con la cultura. Eso quiere decir, en sus palabras, que los derechos culturales sufren el mismo problema que el resto de los derechos de la ciudadanía. «La problemática de la salud, de la vivienda, de las pensiones, de la educación, es la misma que existe con la cultura. En la actualidad el Estado no es garante del libre ejercicio y libre acceso cultural, sino que entrega esta responsabilidad al mundo privado e, incluso, le concesiona la cultura entregando grandes financiamientos», critica.


La actriz y dramaturga Nona Fernández (Santiago, 1971) ha sido una de las voces más activas de la escena cultural en el marco del estallido social y el proceso constituyente, entre otras instancias, en entidades como la Red de Actrices (RACH) y el colectivo de Autoras Chilenas.

Acaba de publicar el libro Preguntas Frecuentes (Alquimia Ediciones), el que constituye una reflexión sobre el estallido y la pandemia.

En el tema político, Fernández prefiere hablar de «proceso destituyente», porque –a su juicio– pensar una nueva Constitución y construir un nuevo pacto implica «destituir las lógicas político-sociales en las que nos hemos movido y obviamente también las personales».

«Tanto tiempo encerradas, como ratoncitos de laboratorio en la jaula neoliberal, nos hace practicar, aunque no nos demos cuenta, las dinámicas aprendidas por décadas. Esas dinámicas patriarcales, mercantilistas, egocéntricas, abusivas, hay que desbaratarlas desde el plano más íntimo para la construcción de un futuro mejor, y el trabajo en red, colaborativo, transversal es una manera de ir ejercitando ese desbarate», asegura.

Enfoque «destituyente»

Para ella, el ejercicio colectivo es parte clave de ese enfoque «destituyente».

Desde la Red de Actrices, por ejemplo, han hecho un trabajo de formación y preparación en el programa «La Buena Racha», que se emite todos los sábados a las 20:00 horas, y que puede verse en  YouTube.

Ahí han circulado una gran cantidad de mujeres con las que han compartido saberes y posiciones sobre la construcción de un nuevo país desde múltiples ópticas –vivienda, ecología, cultura, prensa, educación, memoria, derechos humanos–, con invitadas como Alejandra Matus, Patricia Muñoz, María Emilia Tijoux, Diva Millapán, Sofía Brito, Francisca Fernández, entre muchas otras.

Una iniciativa similar es la que ha organizado el colectivo de Autoras Chilenas con un ciclo de «Diálogos Destituyentes», en los que diversas mujeres de la escritura dialogan con óptica crítica sobre este proceso.

«Con estas iniciativas hemos ido construyendo nuestra propia perspectiva de futuro, que esperamos traspasar a las feministas constituyentes, sobre todo en nuestra necesidad de escribir una Constitución en clave feminista que asegure los derechos culturales para todas y todos los chilenos», comenta.

Votación en cuestionamiento

Nona Fernández también comenta que votará con reparos el próximo domingo.

«La vía institucionalizada que propuso el mundo político el 15 de noviembre de 2019 no me satisface y tiene demasiados puntos cuestionables, demasiadas trampas», advierte, a lo que hay que agregar «la impunidad frente a la violación a los derechos humanos en tiempos de revuelta».

«Es difícil entregarse a la propuesta institucional si parte de la institucionalidad sigue violando los derechos humanos de la ciudadanía», dice. «Sin embargo, con todas estas contradicciones encima, confío en que la ciudadanía organizada presionará lo necesario para que este proceso, que recién comienza con el plebiscito, sea legítimo. Por eso votaré Apruebo y Convención Constitucional (Mixta No)».

«Este es el comienzo de un largo trabajo donde el trenzado social tiene mucho que decir y hacer», afirma.

Constitución inútil

Una de las razones para votar Apruebo es que –a su juicio– la actual Constitución pone al Estado en un lugar subsidiario en relación con la cultura.

Eso quiere decir, en sus palabras, que los derechos culturales sufren el mismo problema que el resto de los derechos de la ciudadanía.

«La problemática de la salud, de la vivienda, de las pensiones, de la educación, es la misma que existe con la cultura. En la actualidad el Estado no es garante del libre ejercicio y libre acceso cultural, sino que entrega esta responsabilidad al mundo privado e, incluso, le concesiona la cultura entregando grandes financiamientos», critica.

Cuando eso ocurre –sostiene–, el desarrollo cultural comienza a pautearse, en su gran mayoría, por el mercado, «y nos hace habitar la cultura de lo ‘rentable’, la cultura del ‘rostro'».

«Esa lógica es la que debemos desbaratar, destituir, y ubicar los derechos culturales –que por lo demás son derechos humanos– en la nueva Constitución, para que el Estado esté obligado a pensar y legislar al respecto. Así puede haber una coexistencia entre el mundo privado y el público, en términos culturales, sin que el mercado lo coapte todo y exista un ejercicio y acceso a la cultura realmente libres, que es lo que aspiramos», remata.

Candidata constituyente

Y aunque no tiene nombres para la Convención Constituyente, cree que debieran ser «representantes del mundo feminista para que contengan una mirada amplia que sobrepase el teatro».

«Que militen y aboguen por los derechos culturales, sin duda, pero que tengan el ojo enfocado en todas las precarizaciones que padece la ciudadanía», explica.

«Otra reflexión que me surge es que el teatro ha estado hace años en una profunda revisión sobre sus prácticas abusivas y patriarcales, que en la intimidad del ejercicio son muy populares. Y no me refiero solo a los abusos sexuales. Me refiero a las maneras de organizarse, de liderar, de ejercer la maestría. Esa revisión ha arrojado grandes conflictos en las aulas, en los teatros, en las compañías, incluso en las organizaciones gremiales. Quienes participen de la convención constitucional, creo que debieran ser representantes que hayan pasado por estas reflexiones y hayan destituido ya esas lógicas que no sirven en lo absoluto para la escritura de un texto colectivo», concluye.

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