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La invisibilización de las y los trabajadores de las artes y las culturas CULTURA|OPINIÓN

La invisibilización de las y los trabajadores de las artes y las culturas

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Duele la indolencia de las autoridades, en donde el abandono y la falta de voluntad política de la ministra ha sido protagonista, penando en nuestro sector la escalofriante sensación de que simplemente no existimos para las autoridades, o peor aún, no entienden o no les interesan realmente las artes y las culturas. Una indolencia que también se hizo palpable en la Cuenta Pública entregada esta semana por el presidente. Mientras las salas de teatro y centros culturales continúan cerrados, son centros comerciales y un parque de diversión los que pueden funcionar sin problemas.


El fin de semana recién pasado, que marcó la conmemoración del Día del Patrimonio Cultural, al igual que sucedió el 11 de mayo con el Día del Teatro, debió ser un momento de encuentro y celebración, que reconociera la labor incansable de trabajadores y trabajadoras del mundo de las artes, las culturas y el patrimonio en medio de una de las crisis sanitarias y sociales más profundas de la historia de nuestro país.

Debió ser también un momento en que se visibilizara esta profunda crisis que afecta a centros culturales y espacios de artes escénicas, muchos de los cuales llevan más de un año cerrados, pero que buscan formas de resistencia mediante actividades digitales que nunca reemplazarán el carácter presencial del teatro.

En cambio, estos días se transformaron en días amargos marcados por la indolencia de las autoridades, con la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio paseándose por canales de televisión hablando de las actividades disponibles, pero sin hacer mención alguna de la crisis que afecta a los miles de trabajadores y trabajadores de las artes, las culturas y el patrimonio que hacen posible esta conmemoración.

Una apatía que se construye con la colaboración de aquella prensa que decide olvidar su rol y no cuestiona a la autoridad en un momento tan delicado, seguramente respondiendo a los mismos intereses de un comercial de una empresa de telecomunicaciones que decide profundizar en la diferencia entre alta y baja cultura, para validarse mediante el trato despectivo a las artes.

Los trabajadores y trabajadoras de las artes y las culturas hemos sido abandonados a nuestra merced durante esta crisis sanitaria, obligados a pelear entre nosotros por las potenciales ayudas que no llegan de forma directa sino sólo mediante concursos, convertidas en recursos escasos y tardíos a 14 meses de iniciada la pandemia en nuestro país.

Mientras las salas de teatro y centros culturales continúan cerrados, son centros comerciales y un parque de diversión los que pueden funcionar sin problemas.

Comprendemos el contexto en el que nos encontramos; por ello hemos apoyado toda iniciativa que colabore en superar esta crisis sanitaria, entendiendo que las personas y su salud están por sobre todo. Nos hemos preparado para una próxima reapertura, elaborando protocolos e implementando todas las acciones sanitarias necesarias para el cuidado de los espacios y los públicos.

Pero duele la indolencia de las autoridades, en donde el abandono y la falta de voluntad política de la ministra ha sido protagonista, penando en nuestro sector la escalofriante sensación de que simplemente no existimos para las autoridades, o peor aún, no entienden o no les interesan realmente las artes y las culturas. Una indolencia que también se hizo palpable en la Cuenta Pública entregada esta semana por el presidente.

Nos toca decir basta porque no somos invisibles, porque existimos, porque somos parte de este país y continuaremos resistiendo. Y lo hacemos porque sabemos que una sociedad sin cultura está condenada.

Karla Sandoval es presidenta Red de Salas de Teatro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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