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¿Y qué pensarán las Fuerzas Armadas de lo que está pasando? Opinión

¿Y qué pensarán las Fuerzas Armadas de lo que está pasando?

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Al final del día y raya para la suma, a aquellos que están preocupados, les diría que las FF.AA. se deben a la Constitución, las leyes y reglamentos que gobiernan Chile y que no tienen ganas de involucrarse en aspectos de política contingente, ya que son no deliberantes y apolíticas. Pero, dicho eso, esperan que se valore lo que hacen y se entienda para qué existen y van a estar siempre disponibles para explicar a los convencionales constituyentes qué hacen, cómo lo hacen y para qué hacen lo que hacen.


Una de las grandes interrogantes que pasa por la mente de algunos es qué estarán pensando los institutos armados sobre lo que pasó este fin de semana con la política chilena. En ese sentido, la pregunta que se hacen es cómo observarán este proceso político las instituciones más antiguas de la República, y por ello me refiero a las Fuerzas Armadas, y por otro lado, si es que hay riesgos para la seguridad nacional derivados de lo que nos está ocurriendo, tema que obviamente les preocupa a las instituciones, ya que a eso se dedican, a defender a Chile, los chilenos y el interés nacional.

Es mi opinión que, por ahora, al igual que otros actores, deben estar tratando de entender qué ocurrió, por qué la votación fue tan baja si los temas en juego eran tan importantes, quiénes son los nuevos constituyentes, ya que muchos de ellos no son tan conocidos y derechamente no se sabe qué opinión tienen en temas de defensa y Fuerzas armadas. El tema de las instituciones de la defensa será uno de los platos de fondo de la nueva Constitución, producto del poder que manejan, como también pueden serlo el de las pensiones de los militares y la inversión en defensa, no siendo para ellos indiferente el cómo queden o cómo las traten en materias que les afectan directamente, o que sean ellas las que tengan que pagar la fiesta y quedar sin nada.

[cita tipo=»destaque»]Es evidente que, cuando uno está débil o complicado, la seguridad nacional, entendida como el estado de salud del país, puede estar en riesgo o en riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad o malestar y, evidentemente, eso debe preocupar a más de alguno, como también les debe preocupar cómo van a quedar en la nueva institucionalidad que gobierne Chile en los años venideros, ya que es poco probable que les guste parecerse a Venezuela o Argentina, o pasar a ser instituciones poco importantes en la futura República que se comienza a dibujar, o que la modernización política del país sea a costa del presupuesto de las instituciones de la defensa y de las personas que en ellas trabajan.[/cita]

También deben estar preocupadas de que la incertidumbre política, por un lado, y la debilidad percibida del Ejecutivo, por otro, se transformen en un aumento del desorden público, la criminalidad, el narcotráfico y el crimen transnacional más allá de lo que ya conocemos y que eso, principalmente, se dé en lugares que ya están agitados, como son la Macrozona Sur o la frontera norte, pudiendo eventualmente requerir su participación, ya que el Ejecutivo ha demostrado buscar meterlas en la solución de cuanto problema existe en el país y en donde nada indica que haya un cambio de criterio en esta materia por parte de La Moneda.

Dicho lo anterior, no se debe olvidar, y es hora de recordar, que las Fuerzas Armadas existen para la defensa del territorio, los mares y el espacio aéreo y aeroespacial de Chile y del interés nacional, donde sea que esté ubicado. Existen para que podamos seguir siendo una país soberano e independiente y que, producto de ello, podamos vivir en paz, comerciar con el resto del mundo, desarrollarnos y vivir en democracia.

Existen para defender a los chilenos de extranjeros que nos puedan querer destruir o complicar la existencia, incluyendo formas de ataque más modernas, como son los ciberataques, las formas de guerra híbridas y las no tradicionales. Y existen para protegernos de los intentos de terceros de apropiarse de los recursos de los chilenos, como son los que están en nuestra zona económica exclusiva y en la tierra que habitamos.

Las Fuerzas Armadas no están para realizar labores policiales y no están para realizar labores que son responsabilidad de otros elementos que conforman el Estado. A veces pueden ayudar con sus medios, pero no hay que aprovecharse de que son ordenadas, disciplinadas, jerarquizadas y no deliberantes –entendido como que no participan o apoyan facciones políticas en la búsqueda del poder político–, que siempre están listas para ir en apoyo de los chilenos o para lo que el Ejecutivo les pueda llegar a pedir cuando hay catástrofes o desastres climáticos.

Las Fuerzas Armadas son parte del poder Ejecutivo, ya que se reportan con el ministro de Defensa Nacional, pero como sus funciones son tan críticas a nuestra existencia y son depositarias del monopolio del uso de la fuerza, lo que hacen y lo que no pueden hacer está claramente establecido en la Constitución. Al final del día, se deben a la Constitución y a los chilenos, debemos evitar que sean mal usadas o, bien, sean usadas por grupos que se desean mantener o perpetuar en el poder, acceder al poder por la vía de las armas o que se transformen ellas mismas en el poder, como es el caso de Birmania.

Tampoco debemos jugar con ellas, sometiéndolas a encuestas de opinión como la Cadem, en donde preguntamos por la satisfacción con las distintas instituciones o la imagen de sus comandantes en Jefe, ya que lo único que logramos con esto y otras acciones es acercarlas a la política contingente, donde exactamente no queremos que estén. Las Fuerzas Armadas son evaluadas por el Ejecutivo, sus roles están definidos en la Constitución, y están sometidas a la fiscalización de la Cámara y de la Contraloría General de la República.

Esta relación histérica y poco clara que tenemos los chilenos con las FF.AA. requiere ser ordenada y, quizás, llegó el momento de hacerlo, partiendo por la no custodia de los locales de votación, ya que no son garantes de la institucionalidad y de los procesos electorales (un rol en extremo político), como tampoco son especialistas en salubridad o expertos en la administración de los servicios que el Estado da en las regiones de Chile.

Es evidente que, cuando uno está débil o complicado, la seguridad nacional, entendida como el estado de salud del país, puede estar en riesgo o en riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad o malestar y, evidentemente, eso debe preocupar a más de alguno, como también les debe preocupar cómo van a quedar en la nueva institucionalidad que gobierne Chile en los años venideros, ya que es poco probable que les guste parecerse a Venezuela o Argentina, o pasar a ser instituciones poco importantes en la futura República que se comienza a dibujar, o que la modernización política del país sea a costa del presupuesto de las instituciones de la defensa y de las personas que en ellas trabajan.

Pero al final del día y raya para la suma, a aquellos que están preocupados, les diría que las Fuerzas Armadas se deben a la Constitución, las leyes y reglamentos que gobiernan Chile y que no tienen ganas de involucrarse en aspectos de política contingente, ya que son no deliberantes y apolíticas. Pero, dicho eso, esperan que se valore lo que hacen y se entienda para qué existen y van a estar siempre disponibles para explicar a los convencionales constituyentes qué hacen, cómo lo hacen y para qué hacen lo que hacen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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