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El factor (emocional) Bachelet Opinión Crédito: Agencia UNO

El factor (emocional) Bachelet

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Bachelet puede hacer dudar a más de algún antiguo colaborador, los que, en el tramo final, ven como una figura de su peso político está en la vereda contraria, a lo que se suma la irrupción en la campaña de del Rechazo de Republicanos –que no están por cambiar el actual texto, de hecho, no firmaron el compromiso de Chile Vamos- y otros dirigentes de la derecha, que hasta ahora habían optado por mantenerse en la segunda línea. Y por supuesto, el mundo bacheletista, debe estar feliz con el retorno –el definitivo será en septiembre- parafraseando la canción de Milanés, “el breve espacio en que no estuviste”.


La sorpresiva irrupción de Michelle Bachelet se convirtió en un golpe anímico anticipado para los partidarios del Apruebo, y por supuesto, también para el presidente. Porque la verdad, se esperaba para solo unos días antes del plebiscito que golpeara la agenda política del país. La exmandataria jugó una carta audaz e inteligente. De hecho, Bachelet consiguió que su apoyo a la nueva Constitución obligara a todo el mundo a hablar de ella y, por supuesto, del Apruebo. Es más, luego de varios meses en que la oposición y los partidarios del Rechazo respiraban un aire de triunfalismo –a ratos eufórico-, la expresidenta logró despertar esperanzas en unos y encendió las alertas en los otros. Y no es para menos. Entramos en tierra derecha, camino al 4 de septiembre y, por tanto, el factor emocional comenzará a tener un peso fundamental.

Aunque creo que Michelle Bachelet tiene puesto el horizonte en el post 5 de septiembre -pudiendo aportar a la conducción de un proceso muy complejo en su segunda etapa, más aún cuando ella es autora de una propuesta que hoy la derecha se esmera en valorar-, logró visualizar que también puede participar del rescate de una opción que parecía haber asumido la derrota anticipadamente y con cierta resignación.

Bachelet es una mujer querida y respetada. Usa un lenguaje sencillo y didáctico, apela a las mujeres –más de la mitad del padrón electoral- y se emociona y ríe con facilidad. Pero lo más importante, la gente le cree. De ahí que el revuelo causado –envío una carta emotiva y sin rodeos: el texto no es perfecto, “pero es un punto de partida para hacer realidad lo que tanto tiempo nos fue negado”- y los temores que le surgieron a la derecha, son entendibles. Creo, además, que Bachelet, se dio cuenta que no sólo puede ayudar a generar un punto de inflexión en los últimos metros de la carrera, sino que la decisión de “neutralidad” de Lagos, en un escenario tan polarizado, le abre una tremenda oportunidad. Eso podría explicar esta jugada de ajedrez de la semana pasada.

Pero también, la expresidenta le trajo aire fresco al Gobierno. De ahí que se entienda la reacción de Boric. El presidente hizo un giro en su agenda. En cierta forma se “bacheletizó”. Desde el día del arribo a Chile de la alta funcionaria internacional, le dedicó gran parte de su relato. Dijo que se quería juntar con ella, escucharla, recibir sus consejos. Luego la visitó en su casa de La Reina. Al día siguiente habló del encuentro, rematando con un hábil juego de palabras con Pablo Milanés. Si el objetivo fue cambiar la agenda política –del plebiscito y La Moneda-, la dupla lo logró.

Claro que la relación entre Boric y Bachelet viene construyéndose hace rato. En la segunda vuelta de 2021 la exmandataria le entregó su apoyo e hizo gestos públicos. Vino a votar a Chile y se reunió con el candidato en los días previos a la elección. “No da lo mismo por qué candidato se vota, por eso voy a votar por Gabriel Boric”, dijo, sin importarle las críticas que vendrían desde la derecha por el cargo que sustenta. Fue un acto clave para convencer a algunos reacios de la ex Nueva Mayoría, y por supuesto, para los ciudadanos que siguen viendo a Bachelet como un referente.

Pero no se quedó ahí. Una vez electo Boric, Bachelet siguió entregando mensajes, disponiendo a su grupo más cercano y a su Fundación de manera clara y oportuna. Durante el verano, se concretó la llegada de sus primeros colaboradores al entorno del mandatario electo. Al gabinete se integraron cinco Bacheletistas declarados, como Mario Marcel, Antonia Urrejola, Carlos Montes, Jannette Jara –fue sube secretaria de Bachelet- y Maisa Rojas, que fue su representante en la Comisión Asesora Presidencial Permanente de Cambio Climático.

Y luego vendría la incorporación de su ex Jefa de Gabinete, Ana Lya Uriarte a Interior, Pedro Güell –su ex Jefe del Segundo Piso- pasó a asesorar directamente al presidente Boric y después asumiría como Directora de la Academia Diplomática, Carmen Domínguez, hasta ese momento, su Jefa de Gabinete en Ginebra. Las señales de la alianza Boric-Bachelet son evidentes, y por supuesto, podrían facilitar un acercamiento más formal entre La Moneda y el mundo de la ex Nueva Mayoría, posterior al plebiscito. Recordemos que Bachelet ya tuvo al PC en su gobierno y que ella despierta pocas resistencias en el Frente Amplio. De acuerdo al propio Boric, el cambio de gabinete vendrá después del 5 de septiembre, con lo que el presidente dará inició al segundo tiempo de su mandato anticipadamente, viéndose obligado a ampliar la coalición y atraer a figuras con experiencia que le ayuden a proyectar mayor gobernabilidad.

Y como Boric sabe que, en cualquier escenario, el proceso constituyente continuará por un buen tiempo más, que mejor aliada que Bachelet, que con la decisión de llamar a votar Apruebo, le saca un paso de distancia a Lagos, a quien de seguro varios querrán pasarle la cuenta después de que se conozcan los resultados, gane el Apruebo o el Rechazo.

Pero volvamos al impacto que puede significar Bachelet en este último tramo. La exmandataria –con una gran habilidad comunicacional-, realizó un adelanto en Lima, el que ratificaría un par de días después a través de la carta que difundió el sábado pasado. Utilizando una metáfora cargada de simbolismo, citó a Pablo Milanés –un ícono de la cultura de izquierda, de la época de la dictadura y los años del NO-, estableciendo una conexión con los sueños que inspiraron el inicio de este proceso el 15/N. Pero también dejó una puerta abierta a mejorar el texto –“no es perfecta, pero…”-, algo que algunos sectores que están por el Apruebo han planteado como “Aprobar y Mejorar”. Sin duda, el capital político y la conexión emocional de la exmandataria con la gente, especialmente con las mujeres, puede marcar una inflexión importante a poco más de cinco semanas del plebiscito.

Pero, también, Bachelet puede hacer dudar a más de algún antiguo colaborador, los que, en el tramo final, ven como una figura de su peso político está en la vereda contraria, a lo que se suma la irrupción en la campaña del Rechazo, Republicanos –que no están por cambiar el actual texto, de hecho, no firmaron el compromiso de Chile Vamos- y otros dirigentes de la derecha, que hasta ahora habían optado por mantenerse en la segunda línea. Y por supuesto, el mundo bacheletista debe estar feliz con el retorno –el definitivo será en septiembre-, parafraseando la canción de Milanés, “el breve espacio en que no estuviste”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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