Hasta ahora, las iniciativas públicas y privadas en Argentina, Bolivia, Brasil y Chile no han logrado ni una sola fábrica de celdas de litio. Y no hay ninguna prevista para construcción hasta 2025.
América del Sur controla aproximadamente 70% de las reservas mundiales de litio –el metal utilizado en las baterías recargables para teléfonos móviles y vehículos eléctricos–, pero no tiene la infraestructura necesaria para ponerlas en funcionamiento.
Las instalaciones de refinación de litio y ensamblaje de baterías podrían ayudar a impulsar las industrias en economías que dependen en gran medida de los productos básicos para obtener ingresos, lo que representa un riesgo debido a los fuertes cambios en los precios. Pero hasta ahora, las iniciativas públicas y privadas en Argentina, Bolivia, Brasil y Chile no han logrado ni una sola fábrica de celdas de litio. Y no hay ninguna prevista para construcción hasta 2025.
Chile, el segundo mayor productor de litio del mundo detrás de Australia, ofrece quizás el mejor ejemplo de un esfuerzo que ha perdido el rumbo. Un proyecto de celdas de litio de US$285 millones por parte de dos empresas con sede en Corea fue cancelado en junio, cuando la caída de los precios del litio socavó los incentivos gubernamentales para el metal. Mientras tanto, una compañía local que ensambla baterías que usan componentes extranjeros está luchando por obtener celdas de litio para respaldar sus ventas en Chile.
“El tamaño de la oportunidad es enorme”, asegura James Ellis, jefe de investigación de América Latina en BloombergNEF. “Tiene sentido tratar de ascender en la cadena de valor. Pero cuando miras lo que está planeado a nivel mundial, no hay activos de fabricación de baterías en América Latina”.
Otros países de la región enfrentan sus propios desafíos. Este es un desglose:
El tercer mayor productor de litio también vio una iniciativa patrocinada por el estado estancarse.
El año pasado, la italiana Seri Industrial SpA formó una empresa conjunta con la empresa estatal JEMSE, o más formalmente Jujuy Energy and Mining State Society. El plan era construir una planta para fabricar cátodos y células de litio y ensamblar piezas de la batería, utilizando litio crudo extraído en la provincia argentina de Jujuy.
Pero la crisis económica de Argentina y la posibilidad de que el candidato peronista Alberto Fernández pueda ganar las próximas elecciones presidenciales, en palabras del presidente de JEMSE, Carlos Oehler, “enfrió todos los proyectos de inversión en Argentina, incluida la construcción de una fábrica de baterías”.
El terreno y los permisos están listos, dijo Oehler, “y estábamos comenzando a buscar financiamiento, pero el proyecto está congelado ahora”.
En la economía más grande de América Latina, el exejecutivo de Tesla Inc. Marco Krapels y el exejecutivo de SunEdison Inc. Peter Conklin fundaron MicroPower-Comerc, con el objetivo inicial de proporcionar baterías recargables a instalaciones comerciales e industriales. Pero Brasil casi no ofrece subsidios gubernamentales para la energía renovable, y los impuestos a la importación agregan alrededor de 65% al costo de las baterías.
Eso impulsa a la compañía, respaldada por Siemens AG, para considerar comprar componentes en el extranjero y ensamblarlos en Brasil como una forma de reducir sus costos.
Si bien el mercado nacional de baterías grandes apenas existe, Krapels ve la oportunidad en un lugar con una red eléctrica ocasionalmente inestable y un mercado robusto para las energías eólica y solar. “Esto no es para los débiles de corazón”, dijo en una entrevista el mes pasado. “Pero creo que es una ventaja ser el primero en ingresar a un mercado”.
Bolivia no ha logrado producir volúmenes significativos de litio o productos de litio. Pero es el hogar del salar más grande del mundo, que abarca 6.437 kilómetros cuadrados y posee más de 15% de los recursos de litio no minados del mundo.
Una planta piloto dirigida por Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), de propiedad estatal, produjo cerca de 250 toneladas de carbonato de litio en 2018, y el objetivo del país es generar 150.000 toneladas en cinco años, en asociación con empresas alemanas y chinas. Si tiene éxito, Bolivia se convertiría en uno de los países con mayor producción.
El mes pasado, Industrias Quantum Motors SA comenzó a vender el primer automóvil que se haya construido en el país, un vehículo eléctrico que responde al deseo del presidente Evo Morales de ver un automóvil con motor de litio “hecho en Bolivia”.
El problema: los compradores ansiosos no pueden conducir los autos en las carreteras de Bolivia hasta que el gobierno pueda cambiar algunas regulaciones existentes.
El productor de litio intentó alentar a las compañías de baterías a construir fábricas en el país obligando a los mineros a vender el litio con descuento. Eso atrajo el interés de gigantes, incluidos Samsung SDI Co. y Posco en 2017, cuando los precios del litio estaban en máximos históricos.
Pero desde entonces, los precios han caído en un tercio, y a principios de este año las compañías abandonaron sus planes de construcción.
Incluso aquellos embarcados en iniciativas menos ambiciosas se enfrentan a obstáculos. En el sur de Chile, Andesvolt actualmente importa componentes de baterías del extranjero y los ensambla en la ciudad sureña de Valdivia. Suministra baterías de iones de litio para compañías eléctricas, incluida Enel Americas SA, que los instala como energía de respaldo en instalaciones industriales, comerciales y residenciales en todo el país.
Andesvolt espera producir 1.000 kilovatios-hora este año, en comparación con los 200 kilovatios-hora del año pasado. Pero le resulta tan difícil importar celdas de litio, que está considerando construir la primera fábrica de celdas de litio de Sudamérica. Afrontar el problema de importar las celdas desde China es demasiado, asegura el fundador y director ejecutivo David Ulloa.
Las celdas de litio son altamente volátiles y pueden explotar si no se manejan adecuadamente, lo que significa que las compañías navieras a menudo son reacias a transportarlas. Incluso cuando lo hacen, no hay garantía de que la carga llegue a tiempo, o que llegue.
“Lo hemos visto todo”, dijo Ulloa en una entrevista. “Una vez, un proveedor chino no hizo todo el papeleo necesario para la aduana chilena y luego se ofreció a disfrazar la carga como zapatos; somos una empresa seria, no pudimos aceptar eso y perdimos ese envío”.