Si hasta la fecha el sector turístico ha sido capaz de sobreponerse con agilidad a las crisis, la severidad que caracteriza a la actual pandemia evidencia otra realidad y la exigencia de pensar en modelos de turismo más locales, sostenibles y menos masificados.
La contribución del turismo al PIB en el segundo trimestre de 2020 cae un 100%, es decir, desaparece por completo la actividad turística como consecuencia de las severas restricciones globales al movimiento de personas. Éste es el resultado del ejercicio de simulación del National Institute of Economic and Social Research que incluye el Boletín Económico 2/2020 del Banco de España (BE) tras la pandemia de Covid-19.
Es significativo que el único sector productivo que se analiza de forma aislada en esta calibración de escenarios sea el turístico, quizá por ser el único en el que la recuperación gradual se extiende hasta el tercer trimestre del 2021, independientemente del escenario que se considere. Por tanto, el efecto es devastador, en particular para una economía tan dependiente de la actividad turística como la española.
A esto se le une la marcada incertidumbre existente, ya que es difícil prever cómo responderán tanto la demanda como la oferta turística ni en qué modo le afectarán las medidas de distanciamiento social y las restricciones a la movilidad, si bien es obvio que dichos condicionantes tienen una incidencia manifiesta en la actividad turística. Aunque es previsible que el turismo recupere gradual y lentamente su dinámica, ésta va a ser diferente a lo que hemos conocido hasta hoy.
Si hasta la fecha el sector turístico ha sido capaz de sobreponerse con agilidad a las crisis, puede que los rasgos y severidad que caracterizan a la actual crisis por Covid-19 evidencien otra realidad y la exigencia de pensar en diferentes escenarios en los que plasmar la evolución y las medidas de respuesta.
La marcada caída experimentada por la demanda exterior se convertirá en un severo retroceso de las exportaciones de bienes y servicios. Según el BE, la tasa media anual de decrecimiento de las ramas ligadas a la hostelería y el ocio en 2020 será de casi el 14%, superior al resto de sectores debido a la esencia del turismo, basada en la interacción social. Cualquier análisis que tenga en cuenta la actividad turística deberá tomar en especial consideración la situación de la pandemia a nivel mundial, teniendo en cuenta la importancia que el turismo internacional tiene para nuestro país.
Las limitaciones de movimientos establecidas han afectado de manera radical a los flujos turísticos, como reflejan las series diarias de tráfico aéreo en los aeropuertos españoles. Los problemas que derivan de este cierre de fronteras internacionales inevitablemente conllevarán concentraciones de empresas y subidas de precios del transporte aéreo.
Gráfico 1: Tráfico aéreo en aeropuertos españoles
Según la balanza de pagos publicada por el INE español, el turismo internacional representa alrededor de un tercio del total de la balanza por cuenta corriente. La demanda turística de España se compone, con ligeras variaciones entre comunidades autónomas, de aproximadamente la mitad de turistas de origen internacional.
Las limitaciones en la movilidad internacional en estos primeros meses nos llevan a asumir una reducción cercana a la mitad del flujo total de turistas de cara al verano. El hecho de que las medidas de contención de la epidemia no hayan sido adoptadas simultáneamente en todos los países, nos obliga a orientar el foco hacia la dimensión doméstica de la demanda turística. Esto supone un especial impacto en la industria hotelera, que es más dependiente del turismo internacional.
Gráfico 2: Peso del turismo, hostelería, ocio y cultura sobre el PIB
Gráfico 3: Tasa de variación acumulada de afiliaciones a la Seguridad Social entre el 28 de febrero y el 31 de marzo de 2020, por sectores
La contribución del turismo al PIB y al empleo en España supone el 11,8% y el 13,5% respectivamente en 2018, la más elevada en el caso del PIB —y la segunda más elevada, tras Islandia, en el del empleo— de todos los países de la OCDE.
El marcado descenso de la actividad turística, muy intensiva en mano de obra, está teniendo importantes consecuencias sobre el mercado de trabajo. Atendiendo a los datos de afiliación a la Seguridad Social disponibles hasta el 31 de marzo, la hostelería se sitúa como la actividad que registra peor comportamiento, sin contabilizar que la magnitud de la tragedia está enmascarada por la enorme cantidad de ERTE, de los que aún no se dispone de información suficiente.
Es decir, basarnos en los datos de afiliación a la Seguridad Social nos sitúa en un escenario optimista de más, ya que los trabajadores afectados por los ERTE continúan de alta a los efectos de afiliación.
Así, podemos dividir los factores clave a los que hay que prestar atención según el horizonte temporal.
Por tanto, es pertinente cuestionarse si todos y cada uno de los agentes implicados esperan volver al escenario turístico previo a la COVID-19. Y además, valorar si existe alguna alternativa para España distinta a la de recibir anualmente 83 millones de turistas internacionales en las mismas condiciones previas a la pandemia.
Es el momento de tratar de compatibilizar nuestro modelo turístico con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos en el marco de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Hay que poner a funcionar a pleno rendimiento la innovación y el conocimiento turístico acumulados. Ahora o nunca.
María Jesús Such Devesa, Profesora Titular de Universidad en el área de Economía Aplicada, Universidad de Alcalá; Ana B. Ramon Rodriguez, Profesora titular en el Departamento de Análisis Económico, Universidad de Alicante, and Patricia Aranda Cuéllar, Investigadora Predoctoral en Economía, Universidad de Alcalá
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