Elecciones parlamentarias: ¿Hacia dónde vamos?
En la última elección de diputados y senadores resultaron derrotados parlamentarios que, para quienes conocen su labor como tales, es decir exclusivamente el trabajo legislativo, son de lo mejor que tenía el país.
En mi caso particular he conocido muy de cerca el trabajo de Fanny Pollarollo, de Tomás Jocelyn Holt y de Andrés Palma. Los tres de distintas profesiones y en distintas áreas del quehacer nacional se han destacado -lamentablemente con muy poca o ninguna publicidad- por su honestidad, inteligencia y dedicación.
Pareciera que la gente confunde el trabajo de los parlamentarios con el de los alcaldes y concejales, quienes debieran resolver los problemas más domésticos de la comunidad. Los parlamentarios, en cambio, debieran estar dedicados a los temas de país y su desarrollo en los ámbitos económico, social y cultural, cuestiones que la gente no percibe en forma muy directa y sus beneficios o perjuicios afectan de forma más difusa, pero no por ello menos importante.
Cabe entonces preguntarse ¿sobre qué base vota la gente?
Hipótesis pueden haber muchas: desde «por la pinta» o la cantidad de propaganda, hasta por sus valores y principios, pasando por la mayoría de quienes lo hacen en función de las cosas que haya hecho por la comuna.
Un candidato a senador derrotado declaró: «entre las mujeres gané» ¿a qué se habrá referido?
Lo más común es que la gente diga: vino a pedir el voto y no se preocupó más de los problemas de la comuna. ¿Y por qué tenía que preocuparse por los problemas de la comuna? Si su trabajo no tiene que ver con asistencia social, sino con los temas de país.
Pero indudablemente a la gente le parece más importante que su vereda esté pavimentada, que haya una plaza de juegos para sus hijos a que se apruebe el uso de la «píldora del día después», la ley de divorcio o que el gobierno cambie o no el decreto tarifario de Telefónica CTC o que se castigue la falta de probidad de algún funcionario.
Lo terrible es que por esta vía nuestra sociedad se vuelve cada vez más individualista y cortoplacista. No porque los temas de la comuna sean menores, sino porque no son lo único que debe preocuparnos.
En este escenario ¿cuál es la señal que entrega la ciudadanía a sus parlamentarios? «Dedique su tiempo a resolver los problemas cotidianos, tenga una oficina de asistencia social y, si alcanza, vaya al Congreso».
Pareciera que nos falta cultura cívica y una mirada menos «cosista» de la sociedad. En esto los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad y, por cierto, los parlamentarios no deben confundir su importante trabajo legislativo con el de asistencia social con fines electorales.
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María Isabel González es consultora independiente. Fue secretaria Ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía.
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