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Sebastián Piñera, reo por estafa

La causa rol nº 99.971 de 1982 es una cifra cargada de advertencias y significados secretos que no debe ser olvidada. ¿O esperaremos a que Chile se convierta en un gigantesco Banco de Talca al que se pueda «asesorar» externamente? Sería tarde y extremadamente triste…


Por Antonio Gil*

 

En  el Segundo Juzgado del Crimen de Santiago, por requerimiento del Fisco chileno, se alojó la causa rol nº 99.971 de  1982. En ella el  Fisco   interpone una clara y bien informada demanda  en contra del ciudadano chileno Miguel Sebastián Piñera Echenique, junto a otros ejecutivos del Banco de Talca (Q.E.P.D) por los delitos de defraudación  (esto es un eufemismo de estafa) infracción a la Ley de Bancos y otros cargos altamente  dañosos  en contra de aquella institución financiera,  de la  cual Sebastián Piñera a la sazón era  nada menos que su  gerente general.

Según consta en los escritos, los demandantes relatan  que  Sebastián Piñera Echenique y sus cómplices, habrían creado una empresa de  asesorías «externa» la que prestaba servicios  al  mismísimo  Banco que el actual presidenciable gerenteaba por esos días, y  al que, según la querella entablada por  el Fisco, habían sangrado  sistemáticamente, mes a mes y día a día,  con cobros millonarios en concepto de «asesorías»  hasta llevarlo, por ese extenuante  camino, a una calamitosa  quiebra.

Encargados reos por estafa, los acusados apelan.

Con fecha 9 de septiembre de 1982,  roles 428 – 82 y 430 – 82, la Corte de Apelaciones de Santiago  rechazaba de plano y categóricamente los recursos de amparo presentados por Sebastián Piñera y sus socios, y confirma las encargatorias de  reo.

Así, los dos Tribunales de la República  ratifican la sentencia  dictada contra  Miguel Sebastián Piñera Echeñique y otros, quienes abusando de la confianza depositada en ellos, habrían convertido al Banco de Talca en su coto de caza, hasta matarlo.

Se vieron entonces  los acusados en la dramática obligación de recurrir a la «transparente» Corte Suprema de esos años felices  para lograr el anhelado sobreseimiento. Esa misma Corte Suprema que rechazaba, uno tras otro, cada uno de los recursos de amparo interpuestos por los familiares  de los detenidos desaparecidos, acogió gentilmente la petición de Piñera Echenique y sus asesores.

Alegre situación  que les permitió irse para la casa sin tener que dar cuentas a nadie, ni pasar por la ominosa  experiencia de la cárcel,  la misma que por entonces vivían miles de chilenos privados de libertad sin juicio.

Pero los chicos del «Talca» se podían ir ¿cómo no? a pesar de todas  las leseras y preciosismos legales de los tribunales que los habían hechos reos. ¿Dónde estaría el reo Piñera,  durante esa espera angustiosa? Se sabe que se ocultó como un delincuente cualquiera en alguna «caleta» ABC1 ¿Leería para relajarse? Libros acerca de esos turbios temas abundan, ya que durante el siglo XIX, las estafas y corruptelas comerciales se habían vuelto algo  tan corriente, que como temática  se convirtió en un asunto ineludible para los escritores de entonces.  Charles Dickens en La pequeña Dorrit; William Thackeray en Los recién llegados; Honoré de Balzac en La Comedia Humana; Gustav Freytag en Deber y Haber; Alexandre Dumas en El Tulipán Negro, y Emile Zola en El Dinero, hacen de este sucio tema el centro de sus tramas. O sea, libros para leer tenía.

Pero no vivimos en la trama de  una novela sino en  un mundo donde las confianzas puestas en nosotros son  sagradas y porque no hay peor consejero para un país que el olvido. La causa rol nº 99.971 de  1982 es  una cifra cargada de advertencias y significados secretos que no debe ser olvidada.  ¿O esperaremos a que  Chile se convierta en un gigantesco Banco de Talca al que se pueda «asesorar» externamente? Sería tarde y  extremadamente triste.

 

*Antonio Gil es escritor.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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