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Hacia un espacio euro-latinoamericano de educación superior

Héctor Casanueva
Por : Héctor Casanueva Profesor e Investigador del IELAT, Universidad de Alcalá. Ex embajador de Chile en Ginebra ante la OMC y organismos económicos multilaterales y en Montevideo ante la ALADI y el MERCOSUR.
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Las experiencias vividas por las instituciones de la UE, en un proceso aún no concluido de creación del espacio europeo de educación superior, y las demandas de respuesta a la empleabilidad de los egresados en un momento de grave crisis de empleo, que afecta especialmente a los jóvenes, deben ser miradas con atención desde nuestros países.


El nuevo año se abre para la comunidad euro-latinoamericana con la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los sesenta países de América Latina, Caribe (ALC) y Unión Europea (UE), que tendrá lugar los días 26 y 27 de enero. Será el séptimo de los encuentros de alto nivel iniciados en 1999 para dar forma a la asociación estratégica de ambas regiones, basada en tres pilares: diálogo político, comercio y cooperación. Será, asimismo, la primera cumbre en que América Latina y el Caribe se presentan ante la UE como un cuerpo político integrado, mediante la representación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), cuya presidencia ejerce Chile.

En este contexto, ciento setenta universidades y centros de investigación de la UE y de ALC se reunirán en Santiago en la Primera Cumbre Académica de ambas regiones, representadas por más de cuatrocientas autoridades, docentes e investigadores, con el fin de potenciar la cooperación en educación superior, ciencia, tecnología e innovación, para hacer realidad en el mediano plazo un espacio euro-latinoamericano de educación superior. Este objetivo, de ser logrado, tendría enormes y positivas consecuencias para el mundo universitario de ambas regiones, en aspectos como movilidad estudiantil y académica, reconocimientos de títulos y grados, habilitación profesional, certificaciones y acreditaciones, así como en el desarrollo de la investigación conjunta asociada a metas de desarrollo en áreas de interés común, como medio ambiente, energía, cambio climático, alimentación, cohesión social, género, y otras.

[cita]Las experiencias vividas por las instituciones de la UE, en un proceso aún no concluido de creación del espacio europeo de educación superior, y las demandas de respuesta a la empleabilidad de los egresados en un momento de grave crisis de empleo, que afecta especialmente a los jóvenes, deben ser miradas con atención desde nuestros países.[/cita]

La primera Cumbre de jefes de Estado y de gobierno ALC-UE, celebrada en Río en 1999, estableció como prioritarias la cooperación universitaria, la investigación científica y la innovación. A partir de la Cumbre de Guadalajara, en 2004, se da prioridad a la consolidación de un espacio común de educación superior. Uno de los objetivos trazados fue recibir en universidades europeas a más de 4.000 estudiantes y profesores latinoamericanos en el período 2007-2013, y el apoyo a 1.070 proyectos, de 700 universidades, con la participación de más de 1.100 investigadores de América latina.

La educación superior en todo el mundo sufre grandes transformaciones y enfrenta desafíos de acceso, financiamiento, diversidad y calidad, por el crecimiento de las capas medias. Europa vivió este fenómeno hace unas décadas, e intenta ahora en el ámbito comunitario una armonización de las carreras universitarias a través del proceso de Bolonia, y promueve la movilidad estudiantil mediante el exitoso programa Erasmus. En cuanto a CyT, I+D+i, los siete Programas Marco realizados hasta ahora han provisto de importantes recursos a los centros de investigación de las universidades para impulsar el desarrollo científico-tecnológico y la innovación. A partir de 2014, la UE concentrará estos esfuerzos en su programa Horizonte 2020, orientado a crecer en competitividad y fomento del empleo, aumentando en 46% el presupuesto para este fin. Una clara señal contracíclica en medio de la crisis.

En América Latina debemos responder aún al reto de la inclusividad social con calidad, ante la creciente demanda de los jóvenes de sectores emergentes y aspiracionales. En 1950 había en la región 276 mil estudiantes, y hoy superan los 15 millones, en más de 3.000 universidades, la mayoría privadas. Brasil, Chile, Colombia y Perú experimentan el mayor dinamismo, y por lo mismo, también enfrentan mayores desafíos, similares a los que vivió y vive aún Europa.

Las experiencias vividas por las instituciones de la UE, en un proceso aún no concluido de creación del espacio europeo de educación superior, y las demandas de respuesta a la empleabilidad de los egresados en un momento de grave crisis de empleo, que afecta especialmente a los jóvenes, deben ser miradas con atención desde nuestros países. De ahí que la cooperación en esta área entre nuestras regiones sea fundamental, tanto en la trasmisión de experiencias, como en el mejoramiento de los procesos educativos, la formación de excelencia y las sinergias que esto produce para beneficio de las dos partes. Un adecuado análisis de estos fenómenos, el abordaje conjunto de los problemas, pueden significar importantes ganancias a ambos lados. Lo mismo vale para la focalización de la investigación, CyT hacia áreas de mayor potencialidad e interés mutuo. La I Cumbre Académica ALC-UE está por eso convocada a ser un hito en este camino.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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